capítulo 5

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"Afuera empieza a llover, dentro de mí también, ya no se a quien acudir, ya no se si quiero seguir"

   Narra Liah Benavent


Quería seguir creyendo que podía sola, pero últimamente no podía ni hacerme cargo de mis propios pensamientos.

Estaba buscando una salida, pero para mí mala suerte no había ninguna. Intentaba callar las voces de mi cabeza y por un momento rogué que si había alguien arriba me ayudara. 

Es difícil escuchar cuando algo dentro de ti no para la hablar, quería dejar todo y salir corriendo, estaba cayendo. 

Buscaba respuestas, rogando no encontrarlas, no quería hundirme más, sólo quería salir corriendo y escapar de mi realidad.

La puerta se abrió de repente, por un instante deje de pensar. 

—Tu mejor amigo quiere salir, vamos, arriba— dice Elías entusiasmado 

—No tengo ganas, vamos otro día— digo mientras me siento en mi cama 

—Li, me preocupa verte así— habla Elías. 

Suspira y se siente junto a mí, me ve tratando de adivinar que me pasa. 

Apoyo mi cabeza en su hombro, él acaricia mi cabello. Y ahí sentados, por un momento me siento bien, me siento querida, sin la necesidad de dar dinero o apuntar con una pistola en la sien. 

—Eres lo único que tengo, por favor quédate — ruego

—Estaré, aunque afuera empiece a llover, y ahí adentro también — señala mi cabeza— aunque no quieras, estaré siempre para ti— dice mientras me abraza

—Aveces no te soporto, pero hoy te quiero— digo sonriendo

—Siempre me amas, sólo que aveces amaneces de mal humor — dice mientras ríe

—Recuerdo cuando teníamos cinco años, y como desde pequeño fuiste un estúpido hiciste que— Elías me interrumpe mientras ríe

—Fue sin querer— reímos juntos por unos segundos

—¿Qué te pasó por la cabeza? Ya sabías ir al baño como para que hicieras un desastre en la sala de mi casa— digo con asco 

—Tenía cinco años, era una emergencia y no encontraba el baño— dice con vergüenza

—Eras un asqueroso desde pequeño— digo riendo

—Olvida eso, por favor— dice serio 

—Bueno, igual cuando tengas hijos les voy a contar eso— sonrió y veo a Elías 

—Liah, no creo que tenga hijos, pero igual sería una buena anécdota — dice asintiendo

—Sí— digo 

No decimos nada más y nos acostamos. Pienso en que al hombre que tengo al lado mío algún día le podré hacer daño, pienso en las veces que mi mundo se venía abajo y él estaba ahí, aún sin saber que me pasaba, sin preguntar nada, pero estando cerca. 

—Elias, si algún día te lastimo sin darme cuenta, perdón— digo de repente

—perdonada— dice sonriendo

—Aveces me pregunto si alguna vez dejaras de escapar— habla mientras se recuesta en mi hombro

—El tiempo lo dirá — respondo simplemente

—Quiero que sepas algo, no me importa que hiciste o hagas, yo sé que eres como la lluvia y sabes muy bien que para mí cuando llueve es el día perfecto.

Y dejo de llover dentro de mí, porque yo era la lluvia que iba a mojar a los que una vez me hicieron daño.

—Gracias— le doy un beso en la frente. 

Mis pensamientos empiezan a volar, tal cual como una hoja seca que cae de un árbol, y entonces alguien la agarra en el aire e impide su vuelo. 

—Liah ¿Por qué tú no sientes miedo?— pregunta Elías con curiosidad

—Claro que tengo miedo, los únicos que no tienen miedo son los tontos— digo 

—Creo que no tener miedo es de valientes — dice 

—No tener miedo es de ilusos— 

Me observa por unos segundos y luego asiente. 

—Tengo miedo de que cometas una locura — habla sincero

—Yo también.— 

Yo también tenía miedo, porque aveces cuando estoy rota me dan ganas de suplicar que me maten. 

Es resto se la tarde la pasé con Elías, así como en los viejos tiempos. Viendo documentales raros y comiendo hasta más no poder. Aveces por mi mente pasaba Eros, no podía dejar de preguntarme porque lo tenía tan presente, sí solamente lo había visto una vez en mi vida.

—¿Te pasa algo?— me pregunta Elías mientras me observa con curiosidad

—No, sólo estaba pensando — respondo simple

—¿En quién?—

—En los ovnis, ¿Te imaginas qué puedan ver qué estamos haciendo? Piensa, en el universo son años luz, puede que ellos nos estén observando pero en tiempo pasado o futuro, nunca lo sabremos ¿Te imaginas?

Elías me ve raro y niega con la cabeza —Tanto documental te está haciendo daño— habla fingiendo preocupación

—Deberías de ver un documental de Einstein, tal vez se te pega un poco de inteligencia —digo burlona

—Que risa— dice sarcástico

—Bueno, ya me aburrí de estar sentada ¿Y si hacemos otra cosa?—

—Podriamos ir al cine, o comer afuera, ir a un bar, no sé Li. Cualquier cosa— dice desinteresado

—o podríamos simplemente comprar un boleto de avión e ir a cualquier país, piensa en grande Elías— digo seria

—Pienso dentro de mis posibilidades económicas, estúpida — habla mientras finge estar ofendido.

—Tu mejor amiga es millonaria, idiota — digo sonriendo

—Bueno ¿Saldremos o no?—

—No, mejor quedemonos aquí y hagamos una lista de cosas por las que nos deberíamos suicidar — bromeo

—Se que es broma, pero al menos nos quitaría el aburrimiento— dice Elías riendo

—Bueno, empieza tú —

Elías cierra los ojos y luego habla —Número uno, no sé tocar la guitarra —

Lo observo y suelto una carcajada. —Número dos, del ambiente, ya sólo queda medio ambiente — sigue hablando

—Número tres, no hay viejes en el tiempo — digo fingiendo decepción

—Número cuatro, los dinosaurios ya no existen— dice Elías mientras finge llorar

—Número cinco, no existen los ponis—

Elías y yo hacemos silencio por un segundo, para luego estallar en risas.

—Que decepción— dejimos al unísono.

—si yo algún día me suicidara, sería envenenado, pero de esos venenos que si funcionan y no duelen— dice Elías mientras ve el techo.

—Haces eso, bajo al infierno y te revivo— digo serio

—Sabes que la muerte de me da miedo, no voy a dar mi vida así de fácil —.

Reímos y luego Elías se fue a su casa, sin embargo me quedé pensando en eso de morir envenenado.

Demonios prohibidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora