Al diablo las reglas

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y ahí estaba de nuevo , esta era la segunda vez en esta semana que terminaba en la estación de policía, aún no comprendo porque habiendo personas que de verdad merecen estar aquí por causas peores, cada vez qué tienen la oportunidad, termino en este hueco, estoy consciente que jamás e sido fácil de manejar y que me gusta romper las reglas, de hecho, cuando era niña dí muchos dolores de cabeza, tanto como a mi madre como a las madres de mis amigos, sí, esa es la razón por la que ya no lo son, pero no era del todo mi culpa, ellos me buscaban a mí para hacer travesuras, yo jamás los obligué a nada.

También tuve muchos accidentes donde hubieron brazos y piernas fracturadas, qué puedo decir, era una niña muy inquieta y tal vez me escapé una o dos veces, pero no piensen que yo soy la típica chica que desobedece y miente para ir a verse con alguno de sus novios y la chica a la que todos aman y respetan, el único que conozco que me respeta es mi gato, y eso, solo porque lo limpio y doy de comer o estoy segura que me mataría mientras duermo.

En fin, creo que fueron más veces que me escapé, lo que pasa es que todos los años una flor llamada "Áli" florece, y de ellas salen volando sus pétalos, esto eso solo ocurre cerca de la frontera en un lugar que es muy poco habitado el día de mi cumpleaños, suelen florecer en la noche y con la ayuda de la luz de la luna brillan de varios colores, es mi parte favorita del año sin duda, un lugar solo para mí, oyendo los peces nadar y viendo la luz de la luna caer hacía el mismo, es como estar en un sueño, ¿ya les dije cuánto amo la luna?, simplemente creo que es perfecta, cuando estoy ahí sentada siento que nadie puede molestarme, me encanta admirarla y hasta hablo con ella como si fuera persona o como si me entendiera, lo sé, es algo que una loca haría, tal vez lo estoy, pero no dejaré de hacerlo nunca.

Creo que en vez de volver a escaparme se lo pediré a mi madre, sería algo complicado porque es muy sobreprotectora conmigo y aunque prácticamente vivimos en la frontera un lugar a lo lejos de la civilización lo sigue siendo, dehecho vivir aquí comprueba lo sobreprotectora qué es, nos mudamos cuando apenas era una bebé ella me dijo que mi padre nunca quiso saber nada de nosotras y que nos dejó a la Merced para irse a vivir con una mujer más joven que mi mamá, pero nunca lo conocí así que no me interesa en lo absoluto y creo que a ella tampoco, dijo que aquí podría protegerme, además de ser un lugar tranquilo y con mucho espacio.

Para ir a la escuela tengo que andar en bicicleta 2 km colina abajo, luego de atravesar un angosto bosque ya que mi mamá odia los autos y además lo usa como excusa para que haga ejercicio, y la verdad no es tan desagradable, la vista de camino es hermosa y tranquila, siempre me ha encantado escuchar el sonido de la naturaleza y admirar sus hermosos y grandes árboles...

Tengo que hacer una pausa, me estoy desviando del tema, estoy en la cárcel para hacer más exacta y solo me pierdo en mis pensamientos, ahora debería estar protestando ya que me parece injusto que me tengan aquí por una bobada que se puede arreglar con su mugroso dinero al que tanto aman.

- Señorita Brown otra vez nos encontramos aquí - dijo un oficial de policía mientras se acercaba a mí con cara decepción

Ese era Rome, un amigo y compañero de trabajo de mamá y era el que me acusaba cada vez que regresaba aquí

- Si no quieres verme pues déjame salir - dije con desespero y sarcasmo

Rome se sentó en el escritorio que había delante de mí y tenía esa cara que ponía cada vez que quería darme un sermón, era principio de mayo en Sioux falls y ya hacía calor de verdad que no quiero escuchar lo mismo de siempre, a veces pensaba que se creía mi padre o algo así.

- No estarías aquí si no hicieras cosas que lo meritaran - dijo subiendo poco a poco la voz.

- Yo no hice nada que merezca este trato, además que soy menor de edad y lo que hice fué algo que nadie se atrevió a hacer - dije con velocidad

Atria: la leyenda de los elementales Donde viven las historias. Descúbrelo ahora