CAPÍTULO 14

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ALMUDENA

El corazón me martillea tan fuerte en el pecho que temo que pueda explotar en cualquier momento. En cuanto llego a urgencias doy los datos del chico que ha ingresado hace casi dos horas y me informan que se encuentra en la UCI, me indican dónde está la sala de espera y salgo disparada hacia allí. No tardé ni un segundo en venir al hospital en cuanto recibí el angustioso mensaje de Nerea pidiéndome que viniera a verla porque algo le había pasado a Hugo. Está en UCI y eso nunca indica nada bueno, y lo peor es que sospecho qué ha pasado, después de lo de esta mañana el día no podía terminar bien. ¿Habrá sido Hugo tan imprudente de ir a buscar a Lucas para defender a su amiga? Me cuesta imaginarle así, como un loco justiciero.

No dejo de pensar en las palabras que me dijo sobre no dejar sola a Nerea cuando más lo necesita. No pensaba hacer eso en ningún momento, no voy a fallarle como han podido hacer otras personas. En cuanto llego a la sala de espera no tardo mucho en distinguirla a pesar de que tiene la cabeza escondida entre los brazos. Ni siquiera me tomo un momento para respirar por la carrera, lo haré cuando me cerciore de que ella está bien.

 —Nerea.

Su nombre me tiembla en los labios, pero me contengo para no romperme delante suya, necesito mantenerme fuerte para ella ahora mismo. Nerea levanta la cabeza en cuanto escucha su nombre, o mi voz, y me busca con la mirada. Está rota en lágrimas. Se pone en pie y corremos la una a la otra para darnos un fuerte abrazo. Después de unos segundos en los que ella no para de ahogar el llanto en mi hombro, la separo un poco para verle la cara. Tiene la nariz hincada y amoratada, y un pequeño corte en el labio. Hijo de puta, me encantaría darle yo misma la paliza que se merece.

 —¿Qué ha pasado? —pregunto llevándola de nuevo al asiento donde estaba, le tiemblan demasiado las piernas como para que esté mucho tiempo de pie.

Me acuclillo frente a ella y froto sus brazos con ímpetu para intentar calmar el temblor que la recorre de pies a cabeza.

 —Hugo...es-es-estaba...estaba con él y-y-y...Lucas llegó...sus amigos también y-y-y...

Nerea lo intenta, pero los nervios le impiden explicarse con claridad. Le doy tiempo para que retome la palabra, en este estado de nerviosismo presionarla solo la pondrá peor, por lo que me limito a hacer lo que sé que la ayudará ahora mismo; agarro sus manos y las entrelazo después de dejarle un beso en cada dorso. Nerea coge una bocanada de aire y lo vuelve a intentar.

 —Lle-llegaron Lucas y sus amigos y-y empezaron a pegarle...Hugo no podía...Yo me asusté y-y... —Se traba otra vez, pero no desiste—... Le dejé solo, Almu —consigue decir abatida—. Fu-fue mi culpa. Hugo es-está en coma. Él está así por mi culpa.

Nerea se rompe otra vez a llorar y cubre su cara con las manos. La rapidez con la que me iba el pulso antes ahora parece congelarse. Me parte por dentro verla, así que rodeo su cabeza y la abrazo sin dejar de besar su frente.

 —Fui a buscar ayu-ayuda y-y-y... ¡Joder!

Ella intenta continuar con la explicación, pero su tartamudez la exaspera. Golpea con la mano el asiento vacío de al lado y maldice entre dientes.

 —Lo estás haciendo bien, amor —le animo controlando la emoción y sosteniendo sus manos nuevamente.

 —Almu si-si-si le pasa algo, yo...

 —Shh —Esta vez quien no le permite seguir hablando soy yo, no quiero que se culpe de algo de lo que no es culpable, y esto debe tenerlo claro—. Tú no has tenido la culpa de nada. Es el bestia de Lucas, él es el único culpable. Hay que denunciarle. Esta situación no puede seguir así, Nerea.

¿El amor puede sanar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora