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Al principio no me gustó, creo que era un asunto racial, solamente, más nada. 

Todo vino luego, a pesar de no ser el tipo de mujer que me enloquecía y me hayan incomodado  los fantasmas de un anillo que usaba en el dedo del matrimonio.

 Un día compartí mi pantalla para mostrarle el material que había preparado sobre los  índices bursátiles y vio, sin querer, un playlist que había estado reproduciendo la canción Roll over Bethoven de los Beatles. Fue allí que nos acercamos un poco, porque se comenzaron a cruzar nuestros gustos musicales: también le gustaban los Beatles y el rap de Eminem, la música Indi y folk.  Después me habló del cine,  amaba los documentales de conspiración, de acosos y de violación, las biografías, etc. Además, tenía un interés en Tim Borton.

Me dijo que llevaba trabajando en una compañía ya por cuatro años, que le gustaba escribir y tatuarse.  más tarde me enseñó sus tatuajes, momento en que le vi algunas cicatrices por las que no pregunté nada. No me quería sobrepasar. 

Tenía un dragón en la muñeca y unos ratoncitos al principio de su espalda. Me contó por qué se los hizo y a mí me encantó, le encontré algo sexy a eso y, no sé, pero la comencé a sentir un poco superior a mí.

 Mi vida hacía tiempo cobraba un mal sentido:  me había comenzado a acomplejar, estar con gente me daba pena, y creo que todo era culpa de la misma soledad. Pero también crecí intelectualmente porque leí muchos libros para "volverme" interesante. Creo que la soledad hace interesante a las personas en cierto modo. 

Mis encuentros virtuales con ella los martes, terminaron siendo algo sagrado: era una forma extraña de compañía sin dejar de estar solo. 

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora