8

2 0 0
                                    

Decidí estar al día con su vida personal, así que me propuse a husmear sus fotos más recientes y con frecuencia. Y entonces supe que le encantaban los pubs y los bares...y el teatro, que le gustaba beber en exceso porque sentía que se olvidaba de ella misma y se iba a bailar danzas griegas en los restaurantes de su comunidad. Pero creo que también era una mujer veterana a la cual la soledad ya le estaba poniendo cadenas, y como yo era un hombre que también intentaba olvidar, eso me dio una ligera esperanza porque sentía que ahí las parejas se ven atraídas más por sus propias miserias que por alguna cosa sexual.

A  cada encuentro asistí con mucha ansiedad, y ella me preguntaba el porqué de tanta alegría, ya que sí, se me notaba alegre aunque carecía de algo más: nada de sus actividades me las decía ella misma, y cuando la conducía a esos temas estratégicamente, decidía evadirlos e incomodarse, o decírmelos lleno de mentiras, y lo que no sabía es que yo siempre...pero siempre me daba cuenta.

¿Por qué revelaba cosas de esas en algo tan público como una red social, y decidía esconderlas en una cosa tan privada como la nuestra? No me aguanté y no dejé de preguntarle. Y con cierto dejo me exclamaba porque tanta pregunta, tanto misterio. Yo odiaba el hecho de que me fuera a repudiar o que pensara que era un sucio acosador de esos documentales que veía. Yo la amaba y no se daba cuenta que moría por su vida, nada más.

Me entregué con vehemencia a la lectura de sus redes sociales y procuré que por ningún detalle ella lo descubriera, porque aunque la sentía mía cada rato, en un espasmo se me podía desaparecer al sentir que la acosaba. 

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora