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 Me empecé a trasnochar, el insomnio era una nueva mujer que me hacía trampas con la soledad. Para entonces los sentidos ya me empezaban a reprochar el hecho de que ni siquiera podía tocarla... ni siquiera olerla. Me empecé a hacer ideas de su textura y de la concentración de su olor, y lógicamente me comencé a masturbar por ella. Entonces perdí todas las horas de paz, estuve días enteros sin pegar las pestañas, y cuando lograba dormir, terriblemente a veces ni cuenta me daba que había dormido.

Una vez se lo comenté, y ella me preguntó si era que pensaba mucho en las noches o si era que me hacía falta pensar, y me recomendó, entonces, videos de sueño y tratamientos caseros para la vigilia, me propuso prender eucalipto o incluso fumar algo de marihuana para dormir en las estrellas. No hice nada de eso, pero le agradecí un montón, le agarré más cariño y temí que me abandonara al enterarse que en mis desvelos la perseguía por días. 

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora