Episodio 7

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—-¡Eso estuvo de locos—-exclamó osvaldo—-.

yo tenía los ojos como platos.

—-Si... Wow... Fue una locura.

—-Claro nena.—-guiño un ojo—-.

—-Bien, creo que para cuando lleguemos, la escuela ya habrá acabado así que... ¿Podrías dejarme en el instituto?

—-Si miri, ¿Porqué el instituto?

—-Mi padre me dio dinero para pagar la colegiatura ya sabes...

—-Oh si, ¿Regresaras sola?

—-Si.

—-¿Segura?

—-Si.

—-Bueno.

no tardamos en llegar y me estacione en la puerta del instituto. Osvaldo se salió para abrirme la puerta.

—-Gracias—-le dije—-.

—-Denada Miri, te veo mañana—me dio uno de sus fríos y tiernos besos, seguido de un fuerte abrazo—-.

—-Extrañare tu coche—-le guiñe el ojo—-.

—-Yo te extrañare a ti.

—-No seas ridículo Osvaldo.

El fingió que una lágrima resbala en su mejilla.

—-Ok, nos vemos mañana.

se subió y se fue. Entonces recordé que justo por esas respuestas descorteses de mi parte el se alejo.

Pero creo que lo estaba recuperando...

entre al instituto, fui a administración e hice los pagos.

Iba saliendo cuando Gustavo iba entrando. Yo pase a su lado fingiendo indiferencia sintiendo como mi mano chocaba con su cadera.

—-Miranda podemos hablar—-Dijo cogiéndome del brazo—-.

«¿De qué? De tu nueva conquista que por cierto te ignora» pensé.

—-No, Gustavo no creo que sea lo indicado.

—-Miri, por favor. ¿No estarás ardida?

¿Qué?

cuando volteé a ver hacía la calle.

vi a Carmen inclinándose en forma de reverencia.

Dios, tenia que hablar con ella.

—-tengo que irme—-dije sin mirarlo si quiera—.

me zafé de su brazo y corrí hasta el camino que tomó Carmen.

—-¡Carmen!—-grite—-.

ella volteó y sus ojos recuperaron su hermoso tono café. Ella me dedico una cálida sonrisa. Entonces se esfumó.



sonreí satisfecha, cogí mi teléfono y llamé a mi padre para que viniera por mi. Me senté en la banqueta a esperarlo.


me puse los auriculares, volteé a mi lado y un niño están sentado a mi lado. ¡Dios! Tenía toda su carita quemada... Se me encogió el corazón.

él ni si quiera se inmutaba ante mi presencia.

Me vio y sus ojos estaban llenos de dulzura, me abrazó, yo estaba impactada... Puse mis manos sobre su pequeña espalda.

Acerco su boca a mi oído y con un tono escalofriante y demoniaco susurro:

Quemados Ellos morirán...

yo lo aparte bruscamente y sus ojos se volvieron negros, acto seguido desapareció.

Premoniciones de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora