II

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"Me pregunto si aún te amo"

I

Cecilio

—"Te amo"—lo repetía mirando fijamente mi reflejo en el gran espejo—De verdad te amo—lo dije firme y fuerte, desearía poderlo decir frente a ella, pero ¿Por qué no puedo?, esa frase es tan corta ¿Por qué no sale de mi boca?, todo lo que ella me hace sentir se resume en esa palabra.

Me lavé las manos nervioso y salí del cuarto del baño, caminé por el pasillo encontrándome de nuevo con un ambiente íntimo y meticulosamente perfecto para una noche de dos personas, mi mirada se fijó en esa mesa, en dónde se encontraba la escultural figura de una hermosa mujer, acomodé mi ropa y fui hacia ella, rápidamente empecé a sentir el aura poderosa que generaba su presencia en aquel lugar, me sentí tan nervioso—Lo siento, me tardé mucho—miré los grandes y finos ojos de la mujer frente a mí, mientras en sus labios se formaba una sonrisa, la cual me invitaba a imitarla.

—No te preocupes—respondió mirándome fijamente, esa mirada me tenía a sus pies, como un discípulo, fiel seguidor a su maestro— este lugar me agrada, pero, aún no me dices cuál es la ocasión.

—¿No puedo invitar a mi pareja a cenar? — la miré con seriedad, no pude evitar ser tan malhumorado, odiaba esa faceta de mí, la detestaba tanto, claramente me arrepentí inmediatamente y me maldecí mentalmente por ello.

—Bien—se pudo notar cierta incomodidad en su forma de hablar, se acomodó el fino suéter sobre sus hombros tapando su pecho del frío que se hacía presente.

—Lo siento—un silencio estremecedor se hizo presente, mientras agachaba mi cabeza.

El rechinar de una silla me sacó de mi trance, la miré mientras se levantaba y acomodaba su vestido.

—Espera, no quería hablarte mal—la miré suplicante.

—Siempre es lo mismo, he soportado tantas veces tu mal humor y tu forma tan fría de hablar, no puedo ser cariñosa o bromista contigo por qué tú siempre te incómodas—me miró indiferente, eso me dolía.

—Por favor, dame otra oportunidad— me intenté acercar a ella, pero solo dio un paso hacia atrás evitándome.

—¿Por qué te aferras tanto a lo nuestro?, ¿Tan siquiera sientes algo por mí? — en sus ojos se miraba decepción—Nunca te ha importado, mi comodidad o mis sentimientos tanto como a mí me importan los tuyos, dime ¿Me amas?

Ahí estaba de nuevo, la pregunta que siempre rueda por mi cabeza, cuando era joven mi padre y mi madre nunca llegaron a decirme esa palabras, incluso no llegué a escuchar que se la dijeran entre ellos mismos, ¿Cómo iba a saber que es amar?, ¿Cómo se presentó en mi niñez?, Mi madre ponía la poca comida que teníamos en mi plato, me miraba sonriente comer aunque ella se quedara sin alimento, ¿Eso era amar?, Mi padre trabajaba día y noche para poder traer los pocos suministros a la casa, ¿Eso era amor?, ¿Yo que hacía?

—¿Ves?, Nunca me dices que me amas—me sacó de mi trance.

—Tal vez no te lo digo, pero, siempre te doy lujos y comodidades...— tomé su mano delicadamente.

—No me importan las cosas materiales, no me interesa tener comodidades, solo necesito que me den lo mismo que yo doy, doy todo de mí, té entrego mi alma entera y tú...— se detuvo un segundo, pues su voz empezaba a debilitarse, mientras yo solo miraba su rostro mojado por las lágrimas que salían sin parar de sus ojos— ¿Sabes?, Si tú no quieres entregarte a nadie, tal vez yo no sea lo suficientemente buena y eso... Está bien por mí.



















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