Portales(el final)

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—Damiana, me contaste cada historia como si tú las hubieses vivido, de verdad eso de los portales es un misterio, o quizá mucha imaginación de la gente, no lo sé, no estoy seguro de creer en esas cosas.

—Ger, yo si creo en ellos, te aseguro que los he visto, se de esa gente que los ha cruzado.

—No digas tonterías. Ahora explícame algo, ¿por qué me tragiste hasta acá?¿a caso quieres tener algún tipo de encuentro cercano conmigo?

—Tonto alejate de mi, deja de hacer tonterías, no me vas a negar que la vista desde está colina es hermosa.

—Claro que es hermosa, pero no te acerques tanto a la orilla.

—Vamos a descansar en este claro, montemos acá la carpa, hoy no dormiremos.

—Ahí vas de nuevo, si eso no fue una propuesta indecente, ¿qué fue entonces?— Ambos rieron mientras iban descargando sus mochilas.

—Ger, quise que vinieras conmigo porque lo que quiero hacer no lo quiero hacer sola.

—No te preocupes amor, lo haremos juntos— Damiana lo miró de arriba hacia abajo con una sonrisa.

—De verdad que eres tonto, terminemos para encender la fogata y explicarte— Ambos reían mientras iban haciendo el lugar de acampado.
Terminaron de montar la tienda de campaña, recogieron palos para usarlos de leña y encendieron una fogata, montaron al fuego una olla con agua para hacer un café, se calentaron una carne que traían ya preparada y comieron con pan, mientras comían seguían conversando como dos grandes amigos que eran.

—Ger, debo explicarte todo, pero antes prométeme que confiarás en mi.

—Damiana, no es necesario, siempre he confiado en tí.

—Esta vez será diferente, en algún momento creéras que estoy loca.

—Naaaaaaaa, eso es viejo, siempre te he creído un poco loca.

—Deja de bromear, te hablo en serio. si confías en mi, podrás ver lo que yo veo, y hacer lo que yo haga.

—Me estás asustando, ve que ya está oscuro y sólo estamos tú, yo, la luna— en ese instante, que dijo "la luna" volteó hacía la orilla de la colina y vio un enorme hoyo blanco deslumbrante que flotaba en medio de la nada y repitió casí gritando mientras se levantaba soltando su plato.

—¡la luna!, ¿qué es eso?— Damiana volteó rápidamente y con mucha emoción le respondió.

—De eso se trata todo esto, por eso te relaté cada caso vivído, créeme esto es real, esto es un...—entonces Ger la interrumpió.

—Portal, es un portal— Inmediatamente escucharon un ruido, era Damasco que salía del bosque corriendo hacía el precipicio que estaba delante de ellos, tomando impulso y saltando hacia el portal.

Al instante de verlo, Damiana tomó el brazo de Ger y corrió tras el perro mientras lo llamaba. Damasco desapareció en el aire tras atravesar aquella luz.

—Damasco— Ger le siguió el paso a Damiana hasta que al llegar a la orilla del precipicio se detuvo.

—Confía en mi Ger— Se vieron a los ojos, dieron unos pasos hacia atrás para tomar impulso y corrieron de nuevo, al lanzarse quedaron suspendidos en medio de aquella luz era como si el tiempo se hubiese detenido, hasta que de nuevo sintieron suelo bajo sus pies, sin embargo todo parecía nublado, era todo neblina, hasta que Damasco se les acercó y comenzaron a seguirlo, el perro los condujo hacía una luz que a medida que iban aproximándos a ella tomaba la forma de una puerta, el perro la atravesó y más atrás, ellos.

El universo hizo una pausa, total, el tiempo no existe, es solo un instrumento más de medición, y tan relativo como todo lo que nos rodea, cada cosa según la perspectiva de quien observa, medita, siente o piensa. El tiempo transcurre a velocidades distintas en cada espacio universal. La realidad quizá no sea la misma en cada dimensión. Las dimensiones variarán en cada mundo conservando cada cual sus propias realidades, su propio tiempo, todo es posible, o no.

—Buen día, Sr Pedro Elias, ¿Con quién vino hoy? ¿dónde está la Sra Daniela?
—Buen día doctora, Daniela se indispuso, me vine con mi fiel Damasco.
En efecto, Damasco era su lazarillo.

Esta mañana no sonó mi alarma, sin embargo sabía que ya era hora de levantarme a pesar de que aun estaba oscuro, me dí un baño, me puse mi ropa deportiva, tomé mis cosas y ya mi fiel amigo estaba a mi lado, salimos enseguida a recorrer el mismo camino de todas las mañanas trotando, todo iba bien pero de pronto a 5 km de recorrido el ambiente se puso como frio y con algo de neblina, me había puesto los audífonos y estaba distraída sin pensar que no estaba sola, pero el frío me hizo quitarme los audifonos, y volteé buscando mi compañero, tuve que llamarle la atención.

—Damasco, vente deja de oler eso— cuando vi ese muñeco extraño con forma de payaso que Damasco olfateaba, tuve la sensación extraña de estar atrapada en algo, como si me viera desde otro lugar a mi misma, pero alenté a Damasco y seguimos adelante, al pasar la calle se me quitó esa sensación.

Me asomé por la ventana de la sala en dirección a las montañas, y me provocó querer ir a ver que sucedía, esa semana se habían perdido muchos animales, me provocó ir pero mi viejo amigo no quiso acompañarme, y sin él, no voy a ninguna parte.
—Se han perdido muchos animales en el bosque yo creo que será mejor ir a ver— me fuí a buscar el rifle, y las llaves de la camioneta, pero mi viejo amigo ni se movió, solté todo y me fui de nuevo al sillón a ver la tele.
—Lo que tú digas Damasco, si no quieres salir, no salimos— alzó la
cabeza viendo hacia la ventana y la echó de nuevo. Nos quedamos en casa, no había nada que hacer afuera.

Cuando Damiana abrió los ojos estaba abrazada a Ger, escuchó un ruido afuera, ya había amanecido, escucho un ruido fuera de la tienda, era como si alguien jorungara las ollas que habían dejado cerca de la fogata. Damina salió de la tienda a ver de qué se trataba, era un lindo doberman olfateándolo todo, de pronto llegó un niño gritando mientras corria.
—Ma, ma, aquí está, aquí está—, se acerco apresurado y abrazó al perro.
—Espéra Hans, ya estoy cansada— decía la madre, y al ver al animal—Ahí estás sin verguenza, ya te atrapamos— se percataron de la presencia de Damiana y de Ger que acababa de asomarse por la entrada de la tienda de campaña. Hans se retiró con su mascota mientras la madre se disculpaba.
—Buen día , lo sentimos mucho, se nos escapó el perro— El niño los vio sorriente y se despidió para luego dirigirse a su mascota.
—Hasta luego, vamos Damasco sigamos el paseo por el sendero—
—¿Damasco?—
—Si, Ger, el niño dijo Damasco.
Ger dijo estas palabras un poco confundido al tiempo que ambos se metieron de nuevo en la carpa.
La vida encierra muchos misterios, misterios que nuestra mente no ha dilucidado, y sí lo ha hecho, quizá nuestra memoria no deja que lo recordemos, y si lo hacemos, quizá podríamos parecer locos ante el mundo, o no.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2022 ⏰

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