Capítulo 21

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Más tarde paseamos en los parques de la ciudad llevando con nosotros Clara, que no se cansaba de comparar el horror de la ciudad grande con la paz y tranquilidad del rancho. Reímos mucho y nos divertimos. Sin embargo, la conversación de aquella mañana a todo instante invadía mi cabeza y robaba mis pensamientos.

Clara se fue el domingo, y en aquella noche, amé a lisa por tantas horas, que creí que jamás conseguiría parar. Estaba animada.

-- Caramba! -- bromeó Lisa durante la madrugada, cuando la agarré por la cintura y la arrojé contra el nido de almohadas y sábanas que se había hecho la cama, montando sobre ella enseguida. -- Qué te tomaste, mujer?

El lunes, salí de casa antes de ella. Fue difícil dejar de admirar aquella linda ojiverde allí, durmiendo desnuda con los cabellos esparcidos por el rostro blanco salpicado de pecas. Estaba en la puerta y resistía en dejarla. Pero necesitaba ir.

Resignada suspiré y salí, no sin antes dejar el desayuno preparado en una bandeja en la mesita de cabecera, con una nota.

"No me esperes, amor, vuelvo a la noche. Te amo."

Pasé la tarde con mis abogados y ya anochecía cuando estacioné frente a su edificio. Sin embargo, al abrir la puerta fui sobresaltada por la visión que tuve:

-- Papá!

Quedé estancada con la escena de los dos.

Él gritaba con Lisa, que gritaba con él.

Corrí para el lado de Lisa, y ella instintivamente se colocó delante de mí:

-- Sal de mi casa! Como puedes ver, su hija está muy bien aquí, muy bien cuidada! -- era insolente.

-- Aberración del infierno! -- gritó él, su rostro estaba rojo.

Entonces se volvió para mí.

-- Vas a matarme de esa manera, jennie.

Si su tono de rostro quedara peor, tenía certeza de que él realmente moriría.

-- Papá, por favor, cálmese! -- pedí intentando apaciguar la situación.

-- Voy a quedar tranquilo cuando vuelvas para tu apartamento, a tu trabajo, y desistir de esa locura!

-- Ya hablamos sobre eso, papá.

-- Ésta tarde mi abogado me trajo ésto! -- él me mostró algunos papeles en sus manos. --Sabes lo que es ésto?

-- Documentos conteniendo todos los bienes que tú estás perdiendo estando conmigo -- dijo Lisa con una tranquilidad absurda. -- Él vino a mostrarme eso.

-- Tu golpe no va a salir bien, oportunista! Ella no tiene más nada! Ni un empleo tiene!

-- Papá!

-- Estás equivocado, señor! -- dijo ella agarrando mi mano. -- Tiene lo que es mío, y un empleo en mi clínica.

Me sorprendí realmente con lo que Lisa decía, no resistí y sonreí junto con ella al mirarme.

Él rió alto.

-- Tratadora de animales! Ni aquella clínica de quinta es tuya! Ni ésta espelunca es tuyo! -- dijo con empatía.

Lisa rodó los ojos como si estuviera teniendo que soportar un bebé haciendo berrinche. Amaba ese su comportamiento. Su transparencia. Ella debería haber aparecido antes en mi vida.

Mi padre me sacó de mis devaneos cuando extendió los papeles para mí:

-- Firma! -- gritó él. -- Firma ésto. Tu desprendimiento total de mis empresas y de todo lo que es mío.

No hubo siquiera un minuto de duda u otra cosa. Agarré los papeles, corrí los ojos por ellos y firmé, uno a uno, bajo miradas de admiración y confianza de Lisa, y el sorprendido de mi padre.

-- Ahora vete -- dije devolviendo los papeles.

Él parecía no creer en lo que veía.

-- Vas a arrepentirte, jennie, no naciste para... -- apuntó el apartamento. -- No naciste para vivir así, hija, no lo ves?

Me aproximé de él y lo miré en los ojos, quería que él leyera mi sinceridad en ellos.

-- Realmente no lo entiendes, no es así papá? -- indagué pausadamente y sin titubear. -- Estoy feliz como jamás fui en toda mi vida -- entonces, me volví para Lisa y nuevamente para él. -- Vivo feliz en cualquier lugar, desde sea... si tengo a Lisa de mi lado.

Él parecía inflar, y esperé otro grito. Pero entonces, se vació y me lanzó una última mirada antes de dejar la sala.

Pude sentir una puntada de dolor por la forma con la cual vi mi padre dejar el apartamento. Parecía haber envejecido diez años en un segundo.

Lisa se aproximó y me abrazó con delicadeza.

-- Te amo, jennie, prometo hacerla feliz, yo...

No la dejé completar la frase, abracé su cuerpo con tanta intensidad y angustia, que temí haberla lastimado.

-- Jamás viviría sin ti Lisa, jamás -- dije antes de tomar sus labios entre los míos.

Un amor por Encargo | JENLISA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora