Capítulo 12

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Fue con mucho alivio que todos recibieron la noticia de que volveríamos de helicóptero hasta el aeropuerto. En aquel fin de mundo, había sí un helipuerto, y quedaba en la hacienda.

Todos se despedían animados unos de los otros cuando nos aproximamos de los dos helicópteros negros.

Mi pecho parecía pesar varías toneladas cuando miré para aquellos monstruos voladores.

Mi mundo me aguardaba.

Lisa no estaba allí, yo no la había visto más desde que yo subí para el cuarto. Por más que yo la hubiera llamado con todas mis fuerzas, mentalmente. Ella había desaparecido. Sólo me despedí de Clara, abrazándola tan apretado que ella se sintió emocionada. Y yo también.

"Yo te odio papá!"

Yo ya estaba sufriendo, y sabía que era sólo el comienzo.

Cuando las hélices del helicóptero donde yo estaba comenzaron a girar, fue cuando la vi. Bien a lo lejos, montada en su yegua Missy. Estaba parada, cerca de algunos árboles. Kai estaba a su lado, en su bello caballo negro. Mi primer instinto fue bajar y correr atrás de ella, decir todo lo que yo estaba sintiendo, llevarla conmigo, prohibirla de quedar allí, con aquel campesino a su alrededor.

Quería prohibirla de aproximarse de otra persona que no fuera yo.

"Yo la quiero para mí."

Entonces, cuando comenzamos a subir, ella y su yegua comenzaron a galopar rápidamente, yo ahora veía sólo algo borroso. Las lágrimas me impedían de intentar acompañar la figura allá debajo. Me recosté en el vidrio y me dejé ser corroída por el dolor, silenciosamente.

***********************

Todo volvió a la normalidad.

Hacía más de dos semanas que yo ya estaba de vuelta a mi rutina de reuniones, viajes, conocer personas, negocios y negocios. Jamás en mi vida había trabajado tanto.

Al contrario de lo que estábamos prestes a hacer con las empresas Cristalls, de comprarla y desglosarla, yo había decidido hacer de ellos nuestros socios. Krystal se había sorprendido mucho con mi decisión, así como todos los otros ejecutivos de la corporación.

Sin embargo nadie quedó más sorprendido con tal decisión que yo misma. Ni mismo mi padre dejó de percibir y sentir la necesidad de cuestionarme:

- Hija, hay alguna cosa que te gustaría decirme? - preguntó él en la misma noche en que yo había cerrado el acuerdo con la Cristalls, en una cena de conmemoración.

- Por qué me preguntas eso? - pregunté sin encararlo, acariciando con la punta del dedo el borde de mi copa de champán.

Él quedó mirándome y no dijo nada hasta que lo encarara. Entonces yo lo miré:

- jennie, cuando decidiste que querías trabajar conmigo hace más de quince años, tú no tenías más que diecinueve años, te acuerdas? - preguntó él con nostalgia, con una sonrisa amable.

- Lo odiaste. Dijiste que una chica como yo no debería tratar de negocios - Dije con una media sonrisa.

- Sí. Y aún así conseguiste convencer su madre, que después me convenció a dejarte trabajar conmigo. Yo sabía que a partir del momento en que pusieras la tarjeta de funcionaria en el pecho, jamás lo quitarías nuevamente.

- No me parece que te hubieras arrepentido, papá, a fin de cuentas, dejaste todo en mis manos hace ocho años, y de allá para acá, sabe que los negocios sólo aumentan - entonces le guiñé. - Somos los mejores.

- Sé de eso. Saliste igual a mí - dijo él orgulloso. - Tampoco estoy arrepentido, sé que amas lo que haces. Pero todo estos años, hija, yo siempre percibí tu manera fría de negociar, inteligente y audaz. Yo siempre admiré eso, haces con que todos los ejecutivos del mundo te tengan miedo, no sólo por esa tu cara de mala. Si no porque eres inteligente y sabes lo que haces.

Un amor por Encargo | JENLISA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora