11° PARTE

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Nanon aún no podía creerlo, Ohm lo había raptado y ahora viajaban con dirección a una de las provincias lejanas de Tailandia.

Habían viajado por barco, por tantos días que parecía imposible regresar a las antiguas barracas.

- Cuando te atrapen, vas a morir definitivamente. Y yo voy a gozar ese momento.

- Nanon, mi propio padre demoró un par de años encontrarme cuando solo me escondí por juego. Imagínate lo que demorarán ahora que todo ha sido planeado con mucho tiempo de antelación.

- Porque tu padre es un inútil. Jimmy no te lo dejara pasar. Tampo...

- Jimmy, Jimmy, Jimmy... ese idiota quita novios.

- ¿Quita novios? Ridículo.

- Nanon, tú siempre has sido mío.

- ¿Hace cuánto no has comido? Te está afectando.

Ohm rió fuerte y Nanon está cada segundo más enfadado.

Hace días que llevan caminando sin rumbo y Nanon no ha querido parar por más de que se lo ha pedido.

Este Nanon es diferente al que alguna vez conoció, el anterior era un flojo.

- Tengo hambre.

- ¿Por si acaso ves en mi cara algún rastro de que me importe?

Pero rompe bolas siempre ha sido.

- Bien entonces, yo iré a cazar y tú prendes el fuego.

- Yo no voy a hacer nada. Deja de molestar.

- Si para cuando llegue no has encendido el fuego con algunos palos, no te daré nada de lo que vaya a cazar.

Pobre idiota si piensa que Nanon va a a obedecer sus órdenes. A Nanon siempre le ha gustado hacer lo contrario de lo que Ohm pida.

Ohm regresó después de media hora con un par de faisanes al hombro, unos muy gordos. En una cantimplora que había hecho de unos palos gruesos de bambú, trajo agua limpia.

Pero Nanon no había encendido ninguna fogata, ni una pequeñita.

- No comerás nada.

- ¿Cuántos años crees que tengo, imbécil? Queriendo jugar a la cocina.

- Bebe agua, te vas a deshidratar.

- Ya te dije que no quiero nada de ti.

Ohm rápidamente sostuvo a Nanon y lo derribó al suelo, sosteniéndolo de los brazos y dejando inmóvil sus piernas con las suyas. Nanon por su parte forcejeaba dándole batalla.

- Suéltame Ohm! O te juro que...

Ohm cortó toda distancia entre su boca y la de Nanon.

Nanon luchó con todas sus fuerzas y movía su cuerpo como serpiente, pero al final Ohm logró dominar su cuerpo y meter su lengua en su boca.

El beso era brusco, podía sentir la sangre brotar entre las dos bocas. Nanon lo sabía, el único que podía derribar esa barrera sexual era Ohm.

Sonidos empezaron a salir de sus bocas y gargantas. Todo era rústico y rudo.

Ohm se quitó la ropa y las de Nanon, quedando totalmente desnudos. La tierra y el cielo fueron testigos de aquella noche ruda de pasión entre los dos hombres.

Nanon quedó boca abajo sobre el pasto y Ohm encima de él, tratando de ubicar su pene en la entrada del ano del más bajo.

No hubieron palabras de amor de parte de ambos, solo manos tocando toda la anatomía del contrario, sonidos de besos, las pieles chocando y resbalando por el sudor. Las manos del más bajo sosteniendo con desesperación los cabellos del más alto.

Y Ohm colocó ambas manos en la coronilla de Nanon, para hacer la penetración más satisfactoria.

En pocos segundos se escuchó el fuerte gorgoteo de Nanon, sellando su destino la igual que Ohm, quien gimió tan fuerte como pudo mientras liberaba su semen dentro de Nanon.

Cuando todo había terminado, ambos hombres se vistieron lentamente.

- ¿Te duele?

Nanon le tiró un manotazo. Se sentía mal por haber engañado a su novio.

- Esto no va a volver a pasar.

- Tengo tu primera vez Nanon, y seré tu última, pero está no será hoy.

Nanon lo miró sin ninguna sonrisa.

- Tengo hambre.

- No prendiste el fuego. Te lo dije antes de irme, si no prendes la cocina, no comerás nada.

Nanon miró a Ohm molesto.

- Pero está vez lo dejaré pasar, debes estar cansado después de haber hecho el amor.

- Yo no hice el amor, Ohm. Solo tuvimos sexo.

- Es verdad. Aún así, debes estar cansado.

Ohm se puso a hacer una pequeña fogata y a limpiar los faisanes. Sacó algo de su bolsillo y lo roció al faisán pelado y limpio.

- ¿De dónde la sacaste?

- La llevó siempre mi amor, porque la sal siempre le dará sabor a su vida. Sin sal, las cosas saben horribles.

Después de cocinar, Ohm se sentó al lado de Nanon y le dió un faisán cocido y un palo grueso de bambú con agua en su interior.

- Aliméntate, lo vas a necesitar más tarde.

- Ya no pienso caminar más.

Ohm rió ante las palabras de Nanon.

- ¿Y quién te ha dicho que te vas a cansar por caminar ?

Le dijo mientras pasaba su mirada por todo el rostro y cuerpo de Nanon.

- Ni siquiera en tus sueños, imbécil.

(TERMINADA) MILICIA CELESTIAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora