El sonido de un chasquido causa un temblor a través de mi cuerpo, despertándome de un efímero sueño.
Parpadeo constantemente, veo una hilera de pequeñas y tenues luces pálidas provenientes de lámparas colgadas en paredes desconocidas.
Entonces, me doy cuenta de la inquietante presencia de dos personas frente a mí, mi pulso se acelera en cuanto mi mente me informa de todo.
Me rindo con un largo bostezo y me froto los ojos antes de mirar a mis acompañantes, preguntándome a quién le debía mi lealtad y obediencia.
Frente a mí yacía un hombre imponente de traje azul que me observaba entre la penumbra de la habitación, poseedor de una mirada fría y gesto indescifrable.
Ojeé con atención aquella elegante joya con un dije de mariposa y pequeñas gemas que sostenía entre sus dedos, era un brazalete. Y no cualquier brazalete, esa significante joya es el sostenimiento de mi existencia, no tenía dudas.
Mis ojos desenfocaron la joya y se centraron en la mujer físicamente débil que me observaba pasos detrás del imponente hombre.
Mis pensamientos comienzan a divagar y me encuentro sumergida en un mar de dudas.
¿Quiénes son ellos?
¿Cuál es mi deber?
¿A quién debo servir?
—Mírame.
Tales palabras retumbaron en mi mente, mi cuerpo se tornó frío enderezándome y obligándome a cumplir dicha orden que fue dada por el hombre alto y de traje azul, portador del miraculous del pavo real.
Este sonrió amargamente—Perfecto—especuló.
El control volvió a mi en cuanto este me lo permitió. Me tragué la pregunta constante que movía mi curiosidad, aquella simple orden bastó para volver evidente mi respuesta.
Plumas Fuera
Una azulina luz recorrió al hombre, desvaneciendo su azul traje y reemplazándolo por un elegante sastre de saco beige y pantalón rojizo.
A su lado, una criatura azulina revoloteaba levemente aturdida, indagando visualmente la habitación hasta que su mirada se detuvo en mí, soltando un jadeo entre temor y tristeza.
Enarqué una ceja. ¿Qué le sucede?
—Mi nombre es Gabriel—entonó acaparando nuevamente mi atención.
Ajá. ¿Y?
—Y soy tu creador.
Ah bueno, así la cosa cambia.
Analicé su inquietante mirada, tan fría y severa. No parece ser una persona sonriente.
Me señaló—Tu nombre es _______—aclaró.
Finalmente, asentí— Soy _______—repetí.
—¡Esto es muy cruel!—gritó la pequeña criatura, la observé con sorpresa—¡Los sentimonstruos tienen sentimientos! ¡No se crean ni se desechan como si fueran nada!—sollozaba incriminando al mayor.
Gabriel me observó, como si esperara que yo responda.
Suspiré—Fui creada para obedecer—sentencié dejándola helada—La única razón de mi existencia es seguir las órdenes de mi creador—estipulé.
Ella negó inmediatamente—¡No no no no! ¡Eso no es cierto!—parecía decidida en cambiar mi opinión.
Otra criatura se presentó saliendo del saco de Gabriel, aquella criaturita con un tono suave de morado buscaba callarla—Silencio, Duusu, no sigas—suplicaba—Sólo será peor—susurró, parecía muerto de miedo.
—¡Ya no quiero guardar silencio, Nooroo!—se negaba alejándose de este, volvió a mirarme—¡Tú eres más que esto, tú-
—¡SILENCIO!—la voz de Gabriel hizo temblar a todos los presentes; a las criaturas, a la señorita de a lado y a mí—¡Ustedes son sólo kwamis, sus palabras no tienen valor!—sonaba enojado.
La pequeña Duusu quiso volver a hablar, pero Nooroo inmediatamente se lo impidió—Sí, maestro, lo sentimos—se disculpó temblorosamente, mostrando tener experiencia en estas cosas y saber que contradecir a nuestro maestro sólo traería problemas.
—Nathalie, llévate a los kwamis—ordenó—No los quiero aquí—insistió.
Aquella mujer, que se había mantenido callada, asintió ante su orden y caminó hacia la puerta llevándose a los kwamis con ella.
La observé de pies a cabeza, algo de ella me inquietaba, me causaba dudas...
Tal vez sea por aquél aparato ortopédico que llevaba en las piernas, ¿Qué le habrá pasado?
Gabriel colocó el brazalete, contenedor de mi amok, en su muñeca; la joya parecía ser algo femenina, pero bueno, yo no juzgo.
—Sentimonstruo—me enderecé—Tu existencia no es más que temporal, ¿Queda claro?
—Sí, Gabriel.
—Desde ahora me llamarás "Maestro".
Fruncí mis labios. Supongo que tendré que lidiar con su amargura en el tiempo que dure mi existencia.
—Como usted ordene, maestro—no tengo derecho a rechistar.
Este asintió satisfecho—Algo que debes saber es que no me gustan los rodeos, así que seré tan directo contigo como te convendrá serlo conmigo si quieres serme útil—estipuló.
Me mostré neutra, evitando que descifrara mis pensamientos. Por el poco tiempo que llevo existiendo, puedo asegurar que Gabriel es un hombre que le gusta tener todo bajo su control, eso podría serme tedioso de ahora en adelante.
—Me esforzaré en serle útil, maestro—aseguré.
—Más te vale que así sea—puntualizó.
¿Esa fue una amenaza?
Mi mandíbula se tensó. Qué hombre tan arrogante.
—Hace unas semanas, un sobrino mío llegó a esta mansión—comenzó a narrar—Un mocoso arrogante e insolente.
Uy, ¿Y usted no se vio en un espejo acaso?
—Él me robó—apretó sus puños—Me robó un anillo invaluable—acreditó.
Froté delicadamente mi barbilla con la yema de mis dedos—Entonces, desea que yo recupere su anillo—deduje.
Él se mantuvo en silencio breves segundos—No—sentenció.
No pude evitar mostrarme extrañada. ¿Entonces? ¿Cuál es mi función aquí?
—Tu deber será vigilarlo—respondió mis dudas.
Sin embargo, más dudas brotaron en mí, dudas que buscaría saciar en cuanto se me de la oportunidad.
—Quiero que vayas a Londres y mantengas vigilado a mi sobrino—repitió—Serás su sombra, estarás un paso adelante ante cualquier decisión que tome y me darás un reporte casi diario de los acontecimientos—comenzó a entrar en detalles—Necesito que te ganes su confianza—entonó.
Su rostro se llenaba de odio a medida que hablaba de su "adorado" sobrino.
Suspiré. Sus acciones y facciones sólo afloraban más dudas en mi ser. Dudas, dudas, ¡Sólo tengo dudas!
—¿Este sobrino suyo... representa una amenaza acaso?—me atreví a preguntar.
Su cuerpo se tenso de ira—Sí—rechinó sus dientes—Y me encargaré de hundirlo si se atreve a interferir en mis planes—su rostro se oscureció y su odio fue fortaleciéndose más y más.
Sus ojos volvieron a posarse en mí, su mirada contenía rencor, odio, repulsión. Mis rodillas temblaron de miedo.
¿Estaré a salvo en manos de este hombre?
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𝕃𝕚𝕓𝕖𝕣𝕥𝕪 || Félix Fathom × Lectora
Fanfiction¿El inicio de un amor o el principio del fin? Ser un sentimonstruo es complicado, y más aún cuando no eres tú quien porta la fuente de tu vida. Nada podría ser peor que ser un sentimonstruo sin libertad, ¿O sí? Lamentablemente, sí. Cuando un hombre...