𝕃𝕚𝕓𝕖𝕣𝕥𝕪 || Félix Fathom × Lectora

⸺ Sweet Victory ༄ ⭒⊹˚✧

Narra Félix

Finalizo mi limpieza de dientes y abandono mis habitación, tomando mi mochila en el proceso y vigilando que mi uniforme escolar esté impecable y completo.

Siendo hoy el Torneo Imperial de Ajedrez contra cierta escuela llena de alumnos molestos y arrogantes, debía ir con un nivel de paciencia alto y visiblemente presentable, más que de costumbre.

Sin embargo, parece que cierta francesita ya se adelantó al informarse sobre los Silver Wings. Tomé su libreta y repasé sus apuntes mientras iba bajando por las escaleras, rumbo a la salida.

Puntos importantes sobre Silver Wings

El comportamiento de los Silver Wings es desconocido para mi persona; entonces, me vi es la necesidad de obtener opiniones ajenas:

- Rapunzel opina: Son agradables, conocí a un par de chicas muy amigables. Es una escuela encantadora con chicos y chicas que siempre sonríen.

- Tony opina: Jamás los conocí en persona, pero me comentaron que su escuela tiene buena reputación.

- Félix opina: ???

Por el momento, son 2/3 opiniones y son positivas hasta ahora; así que, mayoría gana.

—Tonta—murmuro rodando los ojos—Uno ni siquiera los conoce, y tu ridícula amiga ve el lado positivo hasta en el césped, ninguno sabe cómo son realmente—suspiro, frustrado.

Pero claro que eso ya lo sabrías si ayer hubiéramos platicado y no gritado... en parte es mi culpa, supongo.

—¡Félix!—el grito de mi mamá me detiene en la puerta de mi casa, volteo ligeramente en cuanto veo que ella se colocó a mi lado—Tengo tiempo libre, ¿Te llevo a clases?

Lo pienso un poco. Me vendría bien encontrarme con _______ en el camino, así que depende ¿Cuánta era la probabilidad de que mi mamá volviera a casi atropellarla?

Veo hacia la calle y asiento ligeramente—Sí, supongo que estaría bi- ¿Eh?

Mis ojos ven pasar a cierta francesa frente a mi casa, con el rostro sumergido en un libro mientras caminaba tranquilamente rumbo a la escuela.

Sonrío ligeramente hacia mi mamá—Gracias, pero iré a pie hoy.

Ella enarca una ceja—¿Desde cuándo caminas a la escuela?—su sorpresa era evidente.

Me encojo de hombros—Supongamos que recibí un golpe de energía.

Claro que ella no entendió la referencia; pero sólo sonrío, aún extrañada, y asintió—¿Está bien? ¡Que te diviertas!—mesa mi mejilla y se adentra al interior de nuestro hogar.

Espero unos segundos y asomo mi cabeza hacia el interior de mi casa, vigilando que mamá se haya ido y no se haya quedado espiando a saber el porqué quiero ir a pie tan repentinamente.

Suspiro con alivio y procedo a irme rápidamente del lugar. Esa chica destructora de tableros no pudo ir demasiado lejos.

Corro apresuradamente esquivando algunas personas, tratando de no perder de vista a aquella francesita. 

Mi hombro chocó con algunas personas, quienes volteaban para reclamarme o sólo para darme una mirada llena de resentimiento. Oh, ni que los golpeara con tanta fuerza, a penas los toco.

Bajo la velocidad de mi andar y me detengo a unos pasos de la chica que tanto me costó alcanzar; entonces, sucede algo que no solía pasarme, me quedé en blanco. ¿Ahora qué hago? Pensar en disculparme se veía más fácil, pero ahora que estoy literalmente a un metro de ella, ya no me parece tan sencillo.