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Tomé con premura los rojos y ardientes labios de JongIn contra los míos y mordí, lamí y besé de manera descontrolada y acelerada su hermosa boca.

JongIn se dejó hacer en mis labios, correspondiendome de igual manera y deseo, si soy sincero, hacia bastante que no teníamos un beso como éste. Por lo general eran más pausados y cortos, pero hoy estaba sorprendido de lo maravilloso que se sentía perderme en ellos.

Como si de una pluma me tratase, me levantó entre sus brazos y sin perder el contacto con mis labios, caminó a cuestas conmigo hacia nuestro cuarto. Una vez allí, se dejó caer conmigo en el suave colchón de nuestra cama, testigo de las mejores noches de mi vida.

Mi respiración entrecortada y los jadeos de JongIn eran los únicos sonidos que llenaban la habitación, la música de la sala principal también llegaba a oírse si se ponía cierto detenimiento a oírlo uno.

JongIn pasó su antebrazo izquierdo por debajo de mi cabeza y con sus dedos comenzó a acariciar mi cabello de manera dulce y delicada. Su otra mano bajaba recorriendo el contorno de mi cintura y cadera con suaves movimientos.

Decidí tomar la iniciativa de quitarme de encima las prendas que nos molestaban, JongIn acordaba de vez en cuando ayudar con el asunto, pero se mantuvo entretenido besando y lamiendo mi cuello a su merced.

Una vez estuvimos sin nada encima, la sonrisa de JongIn se dejaba entrever a través de mi piel, causandome un cosquilleo al notar sus dientes sobre esta. Mis manos temblorosas rodearon su espalda y antes de que siguiéramos, lo abracé, cerrando mis ojos para poder percibir su perfume con más detallismo, además de atesorar este momento en mi memoria. Jongin se detuvo y un momento después se recostó en mi pecho, bajando sus brazos por debajo mío para también poder abrazarme.
Perdí la cuenta de cuánto tiempo estuvimos así, quizás unos dos o tres minutos, el punto es que yo estaba en el mismísimo cielo y no quería bajar de ahí.

—¿Te molestarias si te digo que cambié de idea? —Interrumpió el momento JongIn.

—¿De qué?

—Deseo mucho hacerte mío ahora, pero también deseo mucho quedarme así toda la noche.

Poco a poco una sonrisa enamorada apareció entre mis labios y presioné más a JongIn contra mí.

—Podemos dejarlo para mañana y hoy podría besarte hasta perder el sentido y caer dormido.

—Es un buen plan —sonrió.

De verdad estaba muy orgulloso de JongIn, jamás le había negado el sexo, pero esto era necesario para los dos.

—Me gusta mucho que me beses en el cuello, me vuelve loco —susurró luego de levantarse de mi pecho para poder mirarme a la cara.

Como si fuese un pedido oculto, me levanté ayudándome con la espalda de JongIn y besé con ternura y humedad gran parte de su cuello desnudo. Éste mordió sus labios mientras cerraba los ojos, probablemente en un delirio interno por lo que estaba haciendo.
Me alejé sin quitar mi mirada de la suya y volví a recostarme entre las sábanas.

—Me gusta que juegues con mi cabello, se siente increíble cuando lo haces —susurró aún sin poder abrir sus párpados.

Al igual que segundos atrás, llevé una de mis manos a su suave cabellera y comencé a acariciarla con la misma delicadeza de siempre. Jongin ladró su cabeza como un cachorro y dejó posarse en mi pecho nuevamente.

—¿Qué más? —Lo incité sin quitar mis manos de él.

—Me gusta muchísimo tu piel suave, es tan blanca que podría cegarme.

Tragué saliva involuntariamente ante lo que estaba por hacer y bajé mis brazos a ambos lados de mi cuerpo, JongIn se incorporó a tiempo para ver mi expresión de permiso. Por lo que sin dejar perder mucho tiempo, se sentó entre mis piernas y con cierto deseo en su mirada, admiró mi desnudez a su gusto. Una de sus manos inquietas viajaba por mis brazos lentamente hasta llegar a mi pecho.

Podía sentir como mi cara ardía completamente, porque nunca hacíamos algo como esto, la única vez que JongIn estaba encima mío, era cuando lo hacíamos, pero estaba seguro de que nunca se había detenido con detalle a analizar cada centímetro de mi cuerpo.

—Realmente eres precioso —pronunció en un susurro.

Estaba avergonzado, porque en un momento tan serio y bonito que estábamos teniendo, estaba duro, muy duro. Como si pudiese leer mis pensamientos, JongIn sonrió y llevó una de sus manos hacia esa zona, para pasar su dedo índice en la extensión de mi entrepierna, volviéndome eufórico de un segundo al otro.

—Eres muy dulce —musitó antes de envolver mi erección entre su mano y comenzar a hacer movimientos de vaivén sobre esta.

Contuve mi respiración ante la sensación y me permití cerrar los ojos, disfrutando del perfecto trabajo que estaba haciendo su mano sobre mi.
Solté un grito cuando sentí sus labios sobre mi glande y de no ser porque me sujetaba las piernas, lo habría golpeado.
Sin embargo, lo rodeé con ellas, empujándolo más adentro cuando lo introdujo por completo en su boca. Sí, JongIn tenía dotes únicos.

Su boca era una maravilla contra mi sexo, mas iba calmado, como si estuviera disfrutando el momento.

—Volví a cambiar de idea —murmuró mientras se alejaba y volvía a la posición inicial. Saboreé mis labios cuando el desgraciado pasó la lengua por los suyos, juntando la saliva que había empapado estos.

Sin previo aviso, abrió mis piernas hacia los costados y perdí la conciencia con todo lo que sucedió después, siempre eran sensaciones nuevas en el momento de dilatarme. Sino hasta minutos después en los que la cara de JongIn estaba a centímetros de la mía y sus caderas se movían suavemente contra mi.

Me sentía lleno, pero no como las otras veces en las que el sexo era vacío de emociones, sino que sentía cada cosa a flor de piel. Jongin nunca había estado tan atento a mis reacciones y el que lo haga ahora era toda una sensación nueva.

Entonces allí, solo allí comprendí de que JongIn siempre había tenido razón. ¿De verdad importaba que supiésemos cada detalle del otro?

Al conocernos todo siempre era nuevo y lo sabíamos a su tiempo justo... ¿Por qué ahora forzar las cosas? Necesitaba al JongIn del que me enamoré, despistado, tonto, cariñoso y que estaba colgado por mi hasta la coronilla.

Por lo que lo único que había que remediar era nuestro horario. Las cosas ya no podían seguir así.

Desconocidos / KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora