08 || El Chico Bajo El Calor Del Sol

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#TócameConAmor


Trece de Abril

PARK JIMIN


He recibido un total de quince puntos en mis dos muñecas. No sé bien porqué corté tan profundo. Generalmente no lo hago.

Suelo hacer cortes superficiales, cortes que van hasta la altura de mi codo pero no son capaces de matarme. Pero, ayer, hundí la cuchilla hasta que ardió; hasta que la sangre comenzara a brotar en chorros rojo oscuro; hasta que mis brazos quedaran dormidos y sintiera sueño

Todas las noches, antes de dormir, cortaba mi brazo con cuchillas.

Mi madre siempre tuvo miedo de que fuera un desviado. Que me matara y estuviera condenado a una eternidad en el infierno por suicidio.

Yo, un chico tan bueno. Que cuidaba de su madre, de la casa, tenía buenas notas, muchos amigos, iba a la iglesia los domingos. No merecía el infierno debido a algunos cortes.

Mi mamá siempre pensaba lo mejor de mí, pero yo nunca lograría pensar lo mismo sobre mí. Nunca podría pensar en mí como alguien digno para estar en este mundo.

No soy digno.

Quiero morir.

Lo observo. Parado en la acera, con los pies descalzos y con las manos estiradas hacia delante.

Ignóralo, Jimin. Ve a casa. Tienes malditos puntos en tus muñecas.

Avanzo en su dirección y toco su hombro, viéndolo voltearse en mi dirección.

Abro y cierro la boca varias veces mirando las expresiones bonitas. Sus labios rosados están formando una sonrisa simple mientras sus iris lívidos me miran fijamente.

Me siento estancado. Preso al suelo como un maldito árbol mientras miro al chico que está frente a mí.

—¿Quieres ayuda para cruzar?—Es lo único que dicen mis labios. Lo veo suspirar mínimamente haciendo que sus párpados casi se cerraran. Una expresión hermosa.—¿Sabes dónde estás?—Es una pregunta tonta, pero no puedo no pensar en lo joven que parece que es. Estira la mano en mi dirección y me encuentro viéndolo tomarla y sonríe para luego soltar una risita

—Esa es mi casa.—Me volteo hacia la pequeña casa de atrás de él y puedo ver el rostro femenino viéndonos atentamente por la ventana. Fuerza una sonrisa y saluda mínimamente. Es bajita y muy delgada. Parece cansada y solitaria.—¿Quién eres?—Su voz es entrecortada por su susurro, pero puedo escucharlo claramente. Sonrío.

—Jimin.—Como si fuera preciosa, sujeta mi mano con delicadeza y empieza a deslizar la punta del indicador de la palma hacia mi muñeca vendada y en seguida sube hasta el codo para luego deshacer el proceso, demorándose un poco sobre la gaza. Lo observo viendo sus orbes lívidos mirándome. Dios, él no tiene idea de lo bonito que es. No puedo no estar desconcertado por su belleza .—¿Quieres que te lleve a casa?—Es todo lo que puedo pronunciar, viéndolo sonreír mínimamente. Parece que está cómodo afuera. Bajo la mirada hacia sus pies descalzos y sonrío viendo los dedos sucios con tierra. Adoraba hacer eso cuando era niño.

—Es mi primera vez… —Susurra y aprieta mi mano con delicadeza. La suavidad de su toque me hace ignorar sus dedos recorriendo de mi mano hacia mi muñeca vendada.—Es mi primera vez solo.—Suelta una risita de alivio y me permito reír con él.

—¿Hace cuánto tiempo vives aquí?—Digo, intentando tener una conversación normal.

Hace dos mil quinientos y cincuenta y cinco días.—Bien, ese no es mi concepto de conversación normal y me permito soltar una pequeña risa delante de su forma de contar el paso del tiempo. Jungkook, de la familia Jeon, es una pieza rara.—Es como cuento el tiempo.—Explica y concuerdo iniciando un conteo mental.

—Eso es…—Necesito unos segundos para contar cuánto tiempo es eso.— ¡Siete años!—Finalizo y puedo ver su sonrisa aumentando—¿Cómo es que nunca nos encontramos?—Sonríe durante mis palabras y me permito admirar su gracia.—Vivo al lado de tu casa.

—¿Familia Park?—Parece que tiene todas las respuestas en la punta de la lengua. Asiento lentamente y entonces me doy cuenta de lo que hice y me río, viéndolo reír bajito.

—Sí—Hago una pausa. Quiero continuar la conversación pero no sé cómo.—¿Me creerías si dijera que asentí con la cabeza cuando me preguntaste si era de la familia Park?—Suelto sin pensarlo bien. En seguida, temo que, tal vez, pueda sentirse ofendido por la pregunta. Pero escucho otra risita divertida como si no fuera algo nuevo.

—Son ojos fijos.—Explica tranquilamente.—Dan la impresión de que estoy mirando a alguien o algo, pero no puedo ver nada.—Tiene una forma tan calma y tranquila al hablar; parece que no le incomoda el hecho de nunca poder ver. Para él, es habitual. ¿Cómo sabe tanto? Me encuentro preguntándome sobre qué hace en su tiempo libre ya que, con base a lo que dijo, no sale mucho.

—¿Entiendes todo?—Me permito preguntar divertido

Todo sobre todas las cosas.—Suelto una risa divertida y aprieto sus manos.

—¿Jungkook?—Volteo el rostro en dirección al hombre parado en la puerta.—Entra, se está poniendo frio.—Pide tranquilamente.—¡Park Jimin!—Me saluda animado.—¡Entra también! Iseul hizo chocolate caliente.—Muerdo el labio, inseguro. No sé si debería acercarme.

¡Acuérdate de lo que le pasó a todas las personas a las que te acercaste, Jimin!

—Gracias, Sr. Jeon. Tengo que ir a casa.—Invento.—Mi mamá debe estar preocupada.—Agrego, intentando sonar realista.—¿Quizás la próxima vez?—Vuelvo mis ojos a Jungkook en mi delante. Todavía estamos con las manos unidas. Me permito sonreír mirando su rostro bonito. Ahora está atento a nuestra conversación.

¡Dios!

Si alguien lo supiera, seguramente sería mi fin.

Que te gusten los chicos no es el fin del mundo, de verdad. Pero, ¡ah! Parece estar tan, tan mal.

Y no quiero ser una decepción para mi madre. Ya ha pasado por mucho.

—¿Quieres que te deje en la puerta de tu casa, Jungkook?—Pregunto delicadamente y balancea la cabeza de un lado a otro mostrando una pequeña sonrisa.

—¿Te veo más tarde, Jimin?—¡No le hagas eso, Jimin! Ya tiene demasiados problemas como para lidiar contigo y tu jodida cabeza.

—Claro.—Suelto su mano delicadamente y lo veo deslizar los pies descalzos hasta el pasto soltando una risita.

!Hacia tu derecha! ¡Dije derecha, Jungkook! ¡Ahora izquierda! ¡No tanto así!

Cuando entro a casa, él todavía está en medio del jardín con una sonrisa enorme y las manos estiradas hacia el frente mientras intenta encontrar el camino hacia la puerta.

Parece estar teniendo dificultades con el mundo exterior.

Como yo.

Cuando atravieso la entrada, el peso se establece en mis hombros y me permito arrastrar los pies hasta mi cuarto y arrojarme a la cama.

¡Park Jimin, eres una mierda!

No puedo pensar; no es que esté pensando en algo—no estoy pensando en algo en específico. Solamente hay un agujero enorme en mi cabeza que, una vez más, me guía al camino más deprimente que alguien pudiera tener. Quiero llorar, pero no puedo. Quiero sentir algo, por más mínimo que sea.

Soy apático.

No soy apático.

No quiero ser apático.

Quiero ser caliente.

Hirviendo.

Quiero tener una risa contagiosa y un humor divertido.

Soy un maldito cubo de hielo con la mente jodida.

Pero quería ser caliente como el sol.

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