Irwin bufó rodando los ojos.
- Vete a la mierda...- volvió la vista al libro y se acomodó en la cama una vez más, pues al cubrir su rostro se había dejado caer deslizándose ligeramente.
Adam soltó una risilla.
Aquel lunes por la tarde, Irwin había llegado al gimnasio para encontrarse a un grupo nuevo de cinco seis chicas ocupando la zona de máquinas solía usar siempre y, precisamente, era el ronroneo de su conversación lo que llevaba escuchando desde el vestuario. Bufó y se dirigió hacia las máquinas del fondo de la habitación para no molestarlas, ellas se quedaron en silencio cuando pasó por su lado y lo miraron con desagrado. Irwin las ignoró y apoyó la toalla sobre el manillar, se puso los auriculares y redujo la resistencia, que estaba al máximo, al nivel medio. Después suspiró con pesadez. Media hora después, el tropezón de Óscar con el mismo bordillo de siempre le hizo levantar la cabeza. El castaño teñido giró la cabeza hacia las chicas y su expresión se extrañó al no verlo, por lo que, adorablemente, lo vio girar la cabeza por toda la sala, revisando todas las máquinas ocupadas, hasta verlo al fondo y una sonrisa apareció en su rostro alzando un brazo hasta su pecho para saludarlo. Irwin sonrió en respuesta y alzó las dos cejas al mismo tiempo.
Aparentemente las chicas estuvieron hablando de él, Irwin miraba de reojo, se reían, lo miraban fijamente. Llegó un momento que el de flequillo azul se llevó las manos a las orejas, primero a una, después a la otra, y dejó caer los dos aparatos por su cuello; Irwin abrió los ojos con sorpresa... Debía estarlas escuchando y le podría resultar desagradable todo lo que estuvieran diciendo, Irwin no las escuchaba entre la música. Las chicas se callaron, ya no escuchaba el ronroneo, miró a Óscar, se agarraba con más fuerza a las barras de los costados y miraba hacia abajo, debía ser más propenso a tropezar, se fijó en sus pies, los pasos eran erráticos, no se apoyaban bien.
Las chicas se fueron antes, pero Óscar no las notó, tampoco notó que ya había pasado el tiempo de ambos, que la hora y media de entrenamiento había acabado. Irwin limpió la máquina y se acercó a Óscar, palpó su hombro y este dio un salto, tropezando y cayendo en sus brazos. Por suerte Irwin logró atrapar tanto a Óscar cómo el sonotone que se desprendió al caer hacia atrás. Óscar se había agarrado a él con fuerza, su cuerpo tembló un poco. Irwin vocalizó: "¿Estás bien?" Exagerando la gestualidad de sus labios, sin emitir un solo sonido. Óscar se lo quedó mirando, desorientado, pero logró asentir; se puso el aparato en sus oídos, sus manos seguían temblorosas.
- ¿Estás bien?- volvió a preguntar.
- Sí...- estaba más sudado que de costumbre por el susto, la adrenalina disparada.- Sabía que era mala idea...- lo escuchó suspirar.- ¿Ya es la hora?- murmuró con sorpresa.
Irwin asintió con la cabeza. El castaño detuvo la máquina y agarró la toalla, limpiando las barras y todo aquello salpicado por el sudor.
- Perdón por el susto.- susurró mirando a Óscar pasar la toalla por su rostro para secar el sudor y peinar su cabello hacia atrás.
- No, no pasa nada... Me evadí de todo yo solo...- movió su mano con desinterés.- Ha sido un poco ridículo, pero tenía justificación...- movió un poco el tobillo, girando en círculos.
- Las chicas de atrás.
- Sí...- desvió los ojos.- Te quitaron el sitio.
- Espero que no sea para siempre...- Óscar se rió un poco.
Hizo una mueca moviendo lentamente el tobillo. Suspiró pesadamente apoyando una mano en el marco del vestuario. Soltó un quejido.
- ¿Te has hecho daño?- Óscar hizo una mueca.
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43.- Hey, Listen! (Gay / Homosexual)
RomanceDespués de una serie de vicios autodestructivos causados por las malas decisiones y el sedentarismo ocasionados por un romance tóxico con su última pareja. Irwin Fernández Brown decide volver a ser el mismo chico esbelto, atlético, responsable y pop...