Amigos

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Harry cortó y con aire despreocupado caminó hasta la puerta, la abrió y su mundo se vio abrumado, desestabilizado y todo terminó por irse a la mierda cuando la persona que acabara de tocar con desesperación la puerta se abalanzara sobre su cuerpo, llorosa, exaltada, y perdida.

― Ginny... ¿qué sucede? ― Preguntó perplejo aferrándola más hacia su cuerpo.

― Terminé con Dean... ― Hipó.

Ella lloraba desconsolada y él no sabía como calmarla porque aún no salía del asombro de verla ahí plantada en la puerta de su casa era una alucinación magnífica, un poco llorosa pero ante sus ojos era una mujer encantadora pidiendo a gritos que alguien la consolara y ese papel de amigo incondicional, absoluto y categórico le pertenecía a él.

― Ginny...

― Harry estoy destrozada...

― Lo sé hermosa, ven ― Harry se separó unos segundos de la pelirroja y cerró la puerta. La tomó de la mano, la condujo hasta la sala y con delicadeza la sentó en el sillón rodeando los hombros de su amiga y ella se refugió en el pecho de Harry para seguir llorando ― ¿qué sucede? estoy preocupado ― Añadió él al tiempo que un vaso rebosante en agua cristalina llegaba hasta las manos de Ginny.

― Él estaba... y yo lo vi ― Balbuceaba apesadumbrada mirando aterrada a Harry.

― Tranquila, bebe agua y cálmate ― Decía él con tranquilidad escrutando el rostro pálido y pesaroso de Ginny ― Dime que sucedió ― La instó a seguir cuando la vio más relajada.

― Hace unos...― Hipó ―...meses la relación iba flaqueando, él ya no era el de antes y últimamente llegaba tarde a casa o simplemente no llegaba hasta que decidí enfrentarlo ― Relató ella cuando las lágrimas gruesan escapaban aparatosamente de sus rojos ojos. Comenzó a temblar y Harry la envolvió en sus brazos con fuerza.

― Tranquila... dime que sucedió cuando lo enfrentaste ― Susurró. Ella lo miró de soslayo y bebió un poco de agua, después de unos segundos contestó.

― Él intentó golpearme... ― Musitó y Harry lo miró escandalizado y asombrado. Se levantó inmediatamente sintiendo una rabia inconmensurable.

― ¿Qué? ¿ese hijo de puta te golpeó? ― Interpeló encolerizado.

― ¡No! ¿no escuchas lo que te digo? ― Increpó ella levantándose también ― Si el muy tarado se hubiese atrevido a ponerme un jodido dedo encima te juro que no habría tenido elección para hacer algo más ― Repuso enfurecida.

― ¿Hace cuánto tiempo fue esto? ― Preguntó autoritariamente ella volvió a sentarse y lo miró compungida ― ¡Dime Ginevra! ― Demandó.

― Hace... diez meses ― Musitó.

― ¡Diez meses Ginny! ― Exclamó ― ¿cómo pudiste seguir con él después de eso?

― Estaba enamorada ― Se excusó con lágrimas en los ojos. Harry la miró dolido, se revolvió el cabello. Sentía rabia por no haber estado presente cuando ella más lo necesitó pero también podía percibir la amargura del rechazo del no ser correspondido por la mujer que amaba, siempre destinado a estar en ese rincón dónde Ginny se había limitado a dejarlo.

― ¡Eres una tonta! ¿me quieres decir dónde quedó la postura de mujer fuerte e indómita? ¡solo eran habladurías, te pasaste por el culo tu propio discurso al permitir que ese bastardo te levantara la mano y seguir con él! ― Espetó furibundo, Ginny lo miró suplicante y Harry dejó ambas manos en su cintura y la miró directamente a los ojos ― ¿qué sucedió después?

― Me pidió disculpas dijo que me amaba y que no entendía porque había reaccionado así... ― Harry chasqueó la lengua.

― Y tú le creíste, eres una tonta ¿cuándo entenderás que ese hombre no te amó nunca? ― Espetó cruelmente Ginny lo miró enojada y una vez más se levantó.

Dos semanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora