Mayordomo y amo, demonio y contratista, no más, no menos, posiblemente a vista de terceros eran buenos amigos, así era hasta que ese pequeño de ojo cubierto soltaba algún rotundo 'No' a la defensiva de su estatus social ¿Un Conde siendo amigo de un simple sirviente? Vaya chiste entre los nobles, el menor podía jurar odiar a su mayordomo, le resultaba tan engreído, presumido, tonto, y cientos de cosas despectivas más.
No había más relación entre ambos, apenas y solían cruzar palabras al encontrarse a solas en alguna habitación; para molestarse entre si resultaban ser expertos, no importaba cuál hirientes llegarán a ser, por supuesto Sebastian solía ser hábil con las palabras, eso hacia enfadar más al joven conde.
Pero entre el odio lentamente comenzaba a surgir el amor, más bien... Deseo, el menor de los dos comenzaba a despertar ese instinto meramente natural en los humanos, a tan corta edad sabía perfectamente sobre ese tipo de cosas, posiblemente ese trágico pasado había influenciado ¿Que había de Sebastian? Este al ser demonio su pensar era neutro, sin embargo no negaba que le gustaba llegar a corromper la inocencia, pero ¿Que clase de inocencia podría poseer el joven de parche?19 de Septiembre de 1889
11:30 a.m— Solo gritó y huyó despavorida del lugar — Habló un sujeto robusto mientras apagaba el cigarrillo que había estado consumiendo. En alguna calle de Londres una escena del crímen más se sumaba al resto de casos, por supuesto Scotland Yard parecía ser más un estorbo que una ayuda; el torpe policía anotaba cada relato de los hechos.
— Si no había nadie más en el lugar, me temo que lo tomaré como uno de los sospechosos — una infantil pero firme voz sonó detrás de aquel hombre; con una mano hizo un curioso gesto al aire para espantar el humo del tabaco, este podía ser un problema en ese joven noble.
— ¿Y éste mocoso? —
— Ciel Phantomhive, no necesitamos de tu ayuda, tenemos todo bajo control —
Rápidamente aquel policía defendió su labor... Por supuesto no estaba bajo control, apenas y tenían pistas o rastros de lo que había sucedido y la sangre sobre el pavimento comenzaba a secarse.
Sin permiso alguno, el pequeño noble arrebató la hoja de anotaciones junto a las hojas de casos similares que habían ocurrido durante las últimas semanas. — Me parece que tengo el control ahora. La reina necesita estar tranquila respecto a todo esto — Respondió el menor dándose la vuelta hacia su mayordomo, le entregó a este el expediente "robado", lo cuidaría bien y estaba seguro de eso; dió una indicación de marcharse del lugar, no necesitaban palabras cuando de esos momentos se trataba así que un gesto fue suficiente, se irían de aquella sangrienta escena con las pruebas suficientes, aquel hombre ya estaba en la mira del conde y sería difícil despejar las sospechas, aún más con esa mirada afirmativa del demonio dándole la razón al único Phantomhive.1:10 p.m Mansion principal.
La lluvia había hecho de las suyas en poco tiempo, el aire estaba impregnado de la humedad, pasto mojado así mismo como la tierra y el camino de piedra, las corrientes de aire frío tampoco se hicieron de extrañar; la mansión era cálida gracias a las chimeneas en constante trabajo, el mayordomo Tanaka se encargaba de mantener cada una con la respectiva leña en los momentos justos, no era de extrañarse que la habitación del menor era la principal en mantenerse en constante vigilancia, aunque por el momento no se encontraba allí.
El joven noble yacía en su despacho, en aquella enorme silla que imponía su mando en aquel lugar; los pies ni siquiera llegaban a tocar el suelo cuando el menor movía su cuerpo hasta atrás pegado al respaldo... Vaya burla.Montones de hojas sobre la madera, tinta y más cosas le hacían juego, además de un pequeño expediente que contenía el caso de hace unas horas atrás, por supuesto también los anteriores, tenía bastante trabajo por hacer, aún así no le apetecía del todo quedarse hasta tarde en ese incómodo lugar, pero tampoco buscaba estar en el piso principal con esos sirvientes tan ruidosos como desastrosos, sin duda alguna su objetivo era descansar en su habitación hasta tarde, posiblemente por el resto del día.