Stay up all night again

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Caer en el pecado o ser el pecado, el humano por nacimiento es poseedor de tal maldición a pesar de ser llamados hijos de Dios y, a pesar de cargar con tal peso siguen en busca de lo santificado.

Un asco.

Llorar a dios, rogarle a este, rezarle siendo un moribundo devoto bañado en sangre y actos cometidos cuál cadenas incrustadas en los tobillos, ser juzgado al sentir la vida por primera vez o por actos cometidos en contra de voluntad propia...

... Ciel fue manchado por el humano, rechazado por Dios, ignorado por angeles. Pero el infierno le sonrió, con una mano extendida para que pudiese aferrarse y darse cuenta que solo se tiene a si mismo, o que así era antes de que nombrará mayordomo a aquel oscuro ser; tan extraño que resultaba, pasar por actos tan desagradables para poder probar la calidez de un beso, la atención y genuina preocupación de personas a su alrededor, ser la prioridad de alguien y no una segunda opción.

Pasar de ser una sombra a la estrella más brillante.

Era arriesgado, lo sabía, cualquier movimiento en falso y podía arruinar todo lo construido, todos esos muros hechos para protegerse a si mismo estaban siendo derribados lentamente, dejando que su corazón latiera con rapidez al saber que Sebastian iba detrás de él y que todo eso estaba siendo mutuo...

Así era ¿no?

Ciel nuevamente parecía quedar en shock, mirando la manija de la puerta antes de ser abierta, lo pensó un par de veces ¡¿Que había hecho?! Así de fácil había sido, sin ningún esfuerzo, dejándose llevar por el sentimiento que encendió aquel maldito sueño y ahora Sebastian lo había besado sin más, sin palabras de "amor" o sin ninguna confesión de por medio, solo fue dado cuál arrebato, coqueteos asquerosos que Ciel ya había testificado y tanto había evadido para que no pasará lo que ya había pasado, un error al mover sus piezas; aún tenía preguntas y muchas a decir verdad, pero no tenía el valor suficiente para decirlas, no iba a mostrar un lado vulnerable a Sebastian.
Tan pronto como abrió la puerta se adentró a la habitación, así mismo fue de ágil al cerrarla y colocar el cerrojo evitando así que Sebastian pasará detrás de él; aquel mayordomo se quedó perplejo con la puerta siendo cerrada prácticamente en su cara, ahora se encontraba sumamente confundido ¿No había sido el menor quién lo invitó con descaro a pasar a su habitación?

Aquel joven se encontraba en una especie de cuerda floja, tantos años al lado de aquel demonio y hasta ahora caía en la tentación, vaya que quedaba como anillo al dedo llamarlo así; con la mente inundada en confusión buscaba pensamientos coherentes mientras aquel mayordomo esperaba pacientemente del otro lado de la puerta, curiosamente igual de confundido.
Cortos segundos pasaron para que aquel cerrojo girará dejando el paso libre para el mayor; el conde mantuvo un semblante tranquilo en comparación a sus pensamientos, incluso parecía tener dibujada una sonrisa coqueta en el rostro... ¿Que estaba haciendo? El azabache lo cuestionó con solo una expresión de confusión, sin palabras de por medio se adentró a la habitación con lo que parecía ser una invitación. Por segunda ocasión.
Sebastian tenía muy en claro que Ciel jamás había besado a alguien más, ni siquiera a su prometida, mucho menos había tenido un momento tan íntimo como compartir miradas junto a respiraciones entrecortadas ¿Cómo le salía tan natural el ser coqueto? Ese demonio sí que había sido espectador de tales encantos en mas de una ocasión y ahora parecía ser la víctima de ese pequeño conde, aunque no le disgustaba... pero las dudas se iban despejando para crear nuevas; los ojos carmesí siguieron la figura del menor por la habitación ¿Qué planeaba ese conde?
— ¿No piensas decir nada? —. Finalmente cuestionó el peliazul al momento de sentarse al borde de la cama. Podía ser solamente idea de ese demonio, pero el conde parecía enmarcar su figura para ser observado con devoción sobre la seda. Por supuesto lo haría.
— Creo que usted es quien debe hablar ¿no lo cree? Joven amo —. Aclaró la garganta acercándose a poco centímetros del menor, este último se movió sutilmente hacia atrás para así poder observar con más detalle al azabache...
— Evitarme y mantenerme lejos de usted con tareas... dejarse besar y ahora invitar a un simple sirviente a su habitación cuando mi servicio como tal no es requerido... no es muy ¿cómo decirlo? Correcto —.
Ciel soltó una risa burlona al mismo tiempo que cruzaba los brazos ¡bien! Ahora estaba entre la espada y la pared, siendo acechado por un movimiento descuidado ¿o acaso todo era su plan? ¡Por supuesto lo era! Debía sacar la tentación que ardía bajo su piel, aquella duda que carcomía su cerebro entre sueños húmedos donde podía ver a la perfección a su mayordomo gimiendo y gruñendo de placer al tocar su cuerpo, al llevar ese acto tan prohibido desde cualquier perspectiva.
— ¿Entonces me besaste solo por diversión? ¿Curiosidad? ¿Deseo? —. cuestionó de esa forma tan propia del conde Phantomhive, incluso parecía apático respecto al tema — Dudo que el caramelo te haya hecho agua la boca... —. Ambos parecían sonreírse con picardía al cuestionar las acciones del otro, motivos sobraban y la tensión entre la cercanía de sus cuerpos se iba acortando a medida que el demonio cazaba su presa, cada vez más cerca hasta que la respiración del más joven volvía a chocar con el rostro de aquel oscuro ser.
— Insisto en que no es correcto ¿acaso no ha mirado la hora? Que conde tan más despistado —  aquel mayordomo se burló descaradamente en un susurro que solo fue soltado para oídos de ese ruborizado conde. Las manos ágiles y cubiertas por fino algodón había estado reposando sobre las niveas piernas del peliazul sin llegar a sobrepasar (aún más) sus límites como simple mayordomo, no hubo reacción negativa, pero tampoco una que lo invitara a tentar aún más su cuerpo aunque por instinto se movió unos centímetros hacia atrás, alejándose del demonio sin llegar a comprender a qué se refería al mencionar la hora ¿el té? Bien... justamente había huido del despacho, lugar donde le fue servido el té a cambio de un beso.
El joven de parche era hábil al momento de salirse con la suya, claro estaba especialmente para el mayordomo, por más nervioso que se encontrara aún podía unir ideas y razones, analizar la situación y hacer lo conveniente...

... Pero estaba en plena adolescencia y la tentación de sentir el calor de un cuerpo ajeno era por mucho más tentador, dejando de lado esas tonterías del amor al cual siempre tenía tachado de algo estúpido e inútil.
Sebastian era atractivo y poseía una sensualidad tan natural que lo hacía tan molesto para el conde, agregando qué, si la tensión se sentía en el ambiente es porque ambos tiraban de la cuerda.

¡Por favor! Claro que podía experimentar aquella sensualidad o lujuria de tocar un cuerpo ajeno sin entrometer los sentimientos; Ciel dedicó una mirada para aquel demonio quien mantenía una infernal sonrisa, divertido por el silencio del joven conde, no había negaciones pero tampoco afirmaciones, solo un coqueteo que se podía palpar con un par de miradas.

— Si el problema es la hora... — Rompió el silencio finalmente, llevando sus pequeñas manos al traje del mayordomo, jugueteó con sus dedos como si estos "caminaran" o treparan hasta llegar a la oscura y pulcra corbata alrededor del cuello del más alto — Entonces espero que estés aquí después de que todos se hayan ido a dormir — Tiró con gracia la tela, acortando la distancia entre ambos rostros, unos milímetros más y podrían conocerse nuevamente, acción que negó el joven de parche, dejando florecer el deseo una vez más.

Sebastian estaba encantado y extrañado por el comportamiento de su amo ¿Había leído demasiadas novelas de romance acaso? ¡Que leyera más!
— Sus invitaciones siguen siendo inadecuadas, joven amo... pero ya que es usted quien está rompiendo las reglas... — Musitó el demonio, acariciando con aire tibio los rosados labios de su amo, acción que provocó un escalofrío en él.

El mayordomo finalmente se alejó a ese distancia de siempre. La que era 'correcta', sin embargo su mirada seguía en el joven de parche, buscando penetrar más allá hasta tocar su alma; Ciel correspondía, dibujando y manteniendo esa sonrisa llena de coqueteo, esperando algún otro movimiento contrario en su jugada.

— Hemos tenido momentos más inadecuados que este, deja de ser tan... moralmente correcto — Tentó el peliazul, cruzando sus piernas por una buena razón, a esa distancia su pie podía recorrer la pierna del mayor, y claro que lo hizo solo para aumentar ese libido ya obvio. — Te esperaré aquí — sentenció el joven conde, recordando su autoridad sobre ese demonio. 

Ahora solo debía mantener esa seguridad hasta el anochecer.






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It's me, hi!
Estuve planeando/pensando cómo desarrollar todo esto, no soy del todo bueno escribiendo este tipo de historias, así que espero hacerlo bien y que les agrade.
Gracias por seguir leyendo.

En fin, se viene cositas 🫰🏻 

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⏰ Última actualización: Aug 29 ⏰

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