15

111 24 12
                                    

Nanon localizó casualmente una peluquería doblando la esquina, en la misma calle dónde se encontraba el consultorio de Dew. La tienda no es demasiado grande y se siente muy cálida por dentro. No hay muchos clientes, y el siguiente en pasar es Nanon.

— Solo las puntas...

Nanon se miró al espejo, su voz fue muy suave. Él sabe que la quimioterapia puede causar una gran cantidad de pérdida de cabello. Quizá este sea el último corte normal.

La peluquera no habla mucho pero su técnica es muy buena. Lo cortó en menos de un cuarto de hora y después de eso, murmuró:

— Tu cabello es muy bonito.

Nanon sonrió y pagó. Cuando salió por la puerta, estaba pensando en Ohm.

En su época de estudiante, le gustaba tocarle mucho el cabello. Su gran mano se acercaba a la parte superior de su cabeza y le acariciaba completamente en pequeños círculos perfectos... Como si se tratara de un perrito. Ohm también lo elogiaba: «Tu cabello es muy bonito, tu cabello es muy negro, tu cabello es muy suave».

Nanon cantó suavemente una vieja melodía, la canción que escuchaba frecuentemente hace unos años. Caminó por la banqueta con una sonrisa superficial, tratando de encontrar algo de energía y felicidad en las cosas que lo rodeaban. Dentro de su cuerpo.

A Nanon una vez le gustó la canción de "El marinero" de Zheng Zhihua. Cantó la tonada una y otra vez, sus ojos estaban rojos y su voz era baja, casi suena demasiado apagada:

— Dijo que este dolor se iría con la tormenta...

Nanon comenzó a sentir que era muy estúpido.

En la estación del metro, Nanon de repente vio una caja de zapatos tirada a un lado de la entrada, y pudo escuchar el sonido de algo rascando desde dentro. Se escucha como si estuviera llena de pequeños animalillos.

Nanon abre la tapa con cuidado, y su respiración se detiene en un minuto: Hay cuatro gatos pequeños, abandonados en el frío. Sus pelajes están marcados por unas leves franjas grises, sus patitas tiemblan y sus narices parecen anormalmente húmedas. Lo que más le gusta sobre el mundo a Nanon, son los pequeños animales peludos, los que son fáciles de cargar... Sin embargo, a Ohm realmente no le gustan estas cosas. Piensa que tal vez, se debe a los pelos que ellos sueltan o a su aroma ¿Quién sabe?

Nanon siempre ha obedecido sin chistar aquella regla como si fuera un mandamiento. Pero ahora vacila. Si los deja y nadie después de él tiene la capacidad de levantarlos y llevarlos lejos de ese aterrador viento que trajo el invierno... Entonces definitivamente esos cuatro gatitos no sobrevivirán. Además, Nanon quiere por primera vez, pensar en su propia felicidad y hacerse a sí mismo un regalo.

Quién regresa a casa ahora, es una persona delgada cargada con cuatro gatitos. Se siente de excelente humor y pasa a comprar un poco de leche en polvo y un pequeño paquete de galletas de avena en el supermercado que se encuentra junto al edificio de departamentos.

Afortunadamente, los gatitos parecen estar muy saludables, y rápidamente se vieron repletos de vida una vez que entraron en calor al cubrirlos con una manta. Durmieron unos minutos y después pidieron leche instantáneamente al despertar.

Nanon cortó cuatro cuerdas de cuatro colores diferentes y le puso una a cada gato, amarrada con delicadeza alrededor de sus cuellos. Preparó la leche en polvo, la calentó sobre la estufa y puso a ablandar las galletas con ella. Alimentó pacientemente y con cuidado a cada uno de ellos hasta que quedaron satisfechos y sus frágiles pancitas se extendieron. Los dedos de Nanon tocan suavemente las suaves y tiernas almohadillas en las patas de los gatos. Es tan maravilloso que le hace desear regresar en el tiempo a su época escolar en donde pudo haber adoptado a más de cuatro.


•                   •                 •


Cuando Ohm regresó en la madrugada, vio que Nanon estaba dormido en el sofá y llevaba cuatro cosas peludas roncando estridentemente sobre su pecho.

— ¿Qué demonios es esto?

Ohm frunció el ceño, inmóvil en el arco de la puerta.

Nanon de repente se despertó:

— ¿Qué pasa?

— ¿Quién te permitió traer a esas cosas a la casa? ¡Déjalos fuera!

Ohm era muy malo al tratarse de animales, y el maletín cayó sin que le importara a un lado de sus pies. Su fuerte carácter no le permite tolerar ese tipo de faltas tan graves.

Nanon siente una infinita tristeza. Eleva las cejas, le empieza a temblar la boca.

— ¿Y dónde?

Ohm no quiere parecer el villano. Tampoco está de humor como para empezar una nueva pelea cuando ya todo parece ir bien.

— Cariño, este tipo de animales son muy sucios. Al crecer van a hacer muchos destrozos. ¿Y qué tal si eres alérgico? Hemos vivido muy bien sin tener mascotas, ¿no? No necesitamos tenerlas ahora.

— Yo realmente quiero conservarlos...

— Non...

— Ohm, parece como si todavía no me conocieras. ¿Aún no lo sabes? Quería criar alguna mascota cuando era más joven pero mi familia no estaba de acuerdo. En ese momento, pensaba que cuando tuviera un hogar propio definitivamente iba a tener un perro o un gato.

Ohm inhaló profundamente:

— Oye, en estos años nunca me hablaste de este sueño, ¿por qué quieres hacerlo ahora? Si esperas un poco más, un par de años, té conseguiré un perro de raza pura para que te pueda acompañar.

Nanon miró fijamente a Ohm. Los ojos, de repente, le enrojecieron como si fuera a empezar a llorar:

— No puedo esperar, solo... Quiero tenerlos ahora. Ohm... Por favor.

El corazón de Ohm se estremeció estruendosamente. No dijo nada y se retiró a cambiarse los zapatos. Después fue directo a su estudio.

Nanon sabe que está de acuerdo. Ohm poco a poco está dando todo por sentado.






DANI

Los 10 años en los que más te amé  || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora