Capítulo 9.

3.2K 362 94
                                    

LALISA MANOBAL.

—Muchas gracias —agradecí al chico que me entregó la taza de cholocante. Al igual que Jennie.

Esta me había invitado a una cafetería no muy lejos de aquel Bar, una en la que no habían casi personas, por no decir que se acomodaban fácilmente dos parejas, y nada más. Habíamos optado por la mesa de una esquina para hablar más tranquilamente.

Las dos nos tomamos un tiempo para así pensar nuestras preguntas y arreglar nuestras ideas. Pero lo cierto es que con esa mujer frente a mí, y la idea de que ahora mismo estaba a punto de escuchar un poco de su pasado, me intranquilizaba, porque a juzgar por su cara. No fue color de rosas.

—Mi padre murió cuando yo tenía veinte años —inició. Dejé de tomar el chocolate para prestar atención a su historia—. Pero no sentí su muerte. Porque no fue un buen hombre para nada —alzó sus cejas. Su semblante cambió, ya no era ese frío, ni duro, ni mucho menos altivo. Sino que ahora había pasado a uno tensó y algo nostálgico, pero en sus ojos se escondía algo más. Dolor.

—Pero en la casa...

—No dije casi nada. Ni siquiera se llegó a entender con claridad, pero mi padre no fue excelente, ni mucho menos el hombre perfecto. Frente a otros sí lo era, pero frente a mi madre y a mí, no —tragó saliva—. A la edad de diez años perdí a mi hermano por el cancer, él era dos años mayor que yo pero el cancer lo tomó a muy temprana edad, fue muy doloroso —no derramaba ni una sola lágrima, no sé si por querer seguir mostrando aquella careta, o porque no sentía ninguna de aquellas muertes—. Al tiempo conocí a un hombre, ese me llevó al mundo de las drogas...

—¿Fumas?

—Consumo cocaína —desvié la mirada con dolor. No me estaba contando toda la historia, eso no era todo. Porque en sus ojos veía más secretso. Pero con esto me impactó lo suficiente.

—Jennie...

—Y no me da vergüenza decirlo. Gracias a eso estoy donde estoy.

—¿Vendes esa mierda? —casi grito. Me enojaba ver como una mujer tan hermosa como ella se había dejado involucrar en ese mundo de mierda—. Eso es una basura, Jennie. Te va comiendo el puto cerebro, ¿eso es lo que quieres? ¿morir de una maldita sobredosis?

—No la vendo. Trabajo honradamente de odontóloga, todo lo que conseguí fue por mi propio merito y tengo el Bar. El cual levanté antes de mudarme a este lugar; no vendo ni vendería jamás. El que consume no puede venderla, se volvería loco —aclaró. Pero no dejaba de causar algo dentro de mí. Hice una mueca—. ¿Me tienes asco?

—No es asco.

—¿Pena?

—Omitiste muchas cosas.

—Te conté lo necesario.

—¿En serio crees que me contaste lo necesario? —su mirada por un momento se perdió, para luego asentir—. Bien. Yo me largo...

Antes de ponerme de pie. Jennie tomó mi brazo y me volvió a sentar. Y me destesté por haber reacionado de esa manera luego de que me haya contado algo tan delicado. Así que decidí sentarme otra vez, ponerme las manos en la cabeza y procesar toda la información que había salido por la boca de Jennie; que hasta ahora, era algo incrédulo.

—¿No dirás nada? —la miré a los ojos. Una mirada fuerte y protectora, no dejaba que yo pasara esa barrera—. Está bien. No digas nada. Te dejo para que pienses las cosas.

—No, Jennie. Perdón, no sé como reaccionar. No me imaginé... esto ni siquiera pasaba por mi cabeza —chasqueé la lengua. Jennie volvió a su posición inicial—. Está bien, pero ¿no has intentado salir jamás de toda esta porqueriza?

Viajando Entre Mentiras. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora