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Raro se le hacía que la Pelimorada no se hubiese pasado ninguna vez por su cuarto. Tras mucha sopa y finalmente su mejoría Yae trató más que nunca acercarse a ella, que Ei se soltara y fuera poco a poco agarrando algo de confianza.

Tenía una pequeña brecha en sus recuerdos, pero sabía de la historia y entendía que era una especie de trauma porque no mucha gente era capaz de inventar una historia y meter algún tipo de final trágico relativamente detallado, no sin antes haberlo vivido, presenciado o visto en algún lugar, a no ser que fuese una persona sumamente creativa y tuviese una imaginación de 10. Había decidido evita sacar el tema por si le incomodaba, pero le hacía feliz que pese a que fuese de manera "indirecta", la enfermera se había abierto mínimamente a ella.

Fueron días los que pasaron hasta que en un paseo matutino de Yae, encontró a un grupo de señoras las cuales parecía que preparaban algo. La pelirrosa curiosa no hizo otra cosa que acercarse a ellas dispuesta a ayudar.

— Buenos días señoritas!, ¿Necesitan unas manos de más?

Una de las mujeres se giró hacia ella dando una pequeña palmadita, una sonrisa decoraba su amable rostro y comenzó a explicarle que aquel mismo día con permiso de los doctores, iban a hacer una pequeña noche de bingo, sí, en el hospital, más bien en una de las salas de rehabilitación. A Yae claramente le pareció una idea magnífica, así que, no sin antes comerse una madalena, se puso manos a la obra para ayudar con los preparativos.

Señoras, señores, enfermeros, doctores y algún que otro visitante que estaba enterado. Todos ayudaron a "decorar" la sala y preparar algunos snacks para picotear. Ya tenían la voz y la ruleta, también las cartas impresas, rotuladores y de premio, una magnífica pata de jamón ibérico, ¿A quién no le gustaría una pata de jamón?. Yae acudió a su cuarto puesto a que los preparativos empezaron a mediodía y el Bingo se daría a cabo por la tarde. Agotada de pensar en que comerían los celiacos y diabéticos, entre muchos otros se acostó en la camilla cerrando los ojos 5 minutos, pero a la que casi se estaba durmiendo, un ligero toque en su hombro hizo que se levantara. Quién si no iba a ser más que su enfermera favorita.

— Hombre, mira quién por fin ha decidido hacer acto de presencia.

Yae se recompuso con una sonrisa de lado mientras se desperezaba, la enfermera miró a un lado con el ceño fruncido ya que no entendió bien el contexto, tan solo le habían asignado el cuidado de un paciente en el ala norte del hospital hasta que le dieran el alta pero poco más.

— Tus palabras me parecen inspiradoras, ¿Sabes que las señoras que hacen punto a las 4 de la tarde hoy van a hacer un mini evento? Todos están invitados.

Ei dejó de hacer lo que estaba haciendo por un segundo y dirigió su mirada a la chica que estaba sentada atenta a sus movimientos.

— No sé si pueda ir.

Yae rodó los ojos y se levantó de la camilla.

— Por participar una vez no te vas a morir mujer, antes me llegará a mí no te preocupes. Suéltate y trata de divertirte un rato. Todo el personal ha sido avisado y habrá gente suficiente para atender aquellos que, debido a su situación no podrán acudir.

Se lo pensó, de verdad que lo hizo. Había oído de la pequeña juntada y aunque la idea le parecía absurda debido a que eso era un hospital asintió. Yae sintió por un momento que dejaba de respirar y no sabía si era un aviso del cuerpo de que habría una recaída, si era un efecto secundario de la quimio o, era felicidad pero fuese lo que fuese, lo disimuló lo mejor que pudo. Prosiguieron con la medicación, todo bien todo en órden, se verían más tarde.

Y por fin llegó la hora, se encontraron en recepción y juntas fueron a la ubicación. Habían más acompañantes que pacientes pero era de esperarse.

— Homosexuales, todas son iguales, ¡Todos serán castigados!

Una voz desconocida sacó a ambas chicas de sus pensamientos y miraron alrededor. No tenían ni idea de a quién se refería la dueña de la voz hasta que levantó su temblorosa mano señalándolas.

— Ustedes van a ir al infierno, Dios hizo a la mujer para completar sl hombre.

Ei se quedó con cara se póker y Yae trataba de aguantarse la risa, no tenía sentido alguno lo que estaba sucediendo, era surrealista. Una señora en silla de ruedas con el pelo blanco como la nieve y con un rosario en la mano las trataba de lesbianas sin motivo aparente. Dicha mujer comenzó a alzar más y más la voz hasta que, por lo que parecía sus familiares acudieron rápidamente, disculpándose. La pelirrosa se puso a pensar, ¿es que acaso parecían pareja o algo?

— Este hospital cada día se parece más a un psiquiátrico.

Ei se quedó mirando a un punto en el suelo decir nads, luego a la paciente que tenía a su cuidad y nuevamente al suelo. Se encogió de hombros aún sin entender nada, y siguió a su acompañante hasta una mesa en la que todo estaba preparadito.

Se dio comienzo a la tarde, Ei hizo línea, ganándose un chupachup de cereza y la pelirrosa estuvo a un número de cantar bingo pero se le adelantaron. De camino nuevamente al cuarto de Yae, Ei estuvo pensando. Trató más que nunca de manter su relación con Yae en solo Enfermera-Paciente, lo más profesional y seria que pudo. Pero no podía evitar disfrutar del tiempo a solas que pasaba con la chica, y ella tampico ayudaba. Siempre acercándose, siempre tratándola más que como a su enfermera, como su amiga, y aunque no supiera casi nada de ella, seguía insistiendo y eso le daba una sensación cálida.

— Señori-.. Yae, gracias por esta tarde, ha sido entretenido.

Yae se giró lentamente achinando los ojos, ¿había escuchado bien?

Eutanasia [EiMiko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora