No Me Arrepiento, Me Enamore De Ti [Charlastor Lemmon]

Ne reviens pas

Distante...sus charlas animadas al igual que el brillo en sus ojos se habían marchado, sin dar alguna señal de volver. Estaba inmerso en un auténtico círculo de mentiras que comenzaban a quemar. Cada día eran más preguntas por aquella mujer que por su cuenta se había ido, por aquella mujer que lo había herido. Sus excusas se agotaban. Mientras que su sonrisa amenazaba más con renunciar, estaba realmente cansado. Cansado de que todos se la recordaran, que hasta su mente optara por traicionarlo, por recordarle cada beso, cada caricia, cada palabra. De que sus "amigos" se vieran más preocupados por ella, que preguntaran por ella, dejando que el se sumergiera en su miseria, realmente quería odiarla, quería poder sentir desprecio por ella, pero no podía, sabía que se lo había ganado. El mismo miedo a perderla lo había llevado hasta ese momento, hasta su soledad

La ausencia de su amigo los tenía algo inquietos, ninguno lograba reunir el valor suficiente para así pararse frente a el para hablar. Habían intentado con otros métodos, mensajes, llamadas, pero siempre que se llegaba a aquel tema lograba cortar la conversación, o simplemente dejaba de contestar

"Estoy tranquilo" "No pasa nada" "No me importa" "Estoy bien"

No estaba bien

Sabían que la ausencia de la rubia lo estaba afectando, apenas salía de su casa, incluso rechazando las llamadas de Emma, asistía un par de veces a la semana a la universidad, siendo la única constante su empleo, realmente era su único refugio. Lo que era aun peor es que nadie sabía lo que había pasado, no sabían si Charlie seguía hablando con él, si se había mudado, si solo era una pelea, o si volverían a verla. Para que el castaño al final se perdiera por las noches, negándose a hablar sobre su vida nocturna. Desaparecía horas, volvía al departamento y dormía apenas unos cuantos minutos, a ese paso terminaría peor de lo que se veía. Sus ojeras comenzaban a ser llamativas.

Acaricio su rostro exhausto, frotando sus ojos con violencia, se estaba quedando dormido. Tomó sus gafas y se puso de pie, quería cerrar los ojos, quería descansar, quería dormir y no despertar. Pero. Siempre que tocaba la cama, siempre que cerraba sus ojos parecía que el sueño se iba, dando espacio a sus pensamientos, a sus recuerdos. Lo odiaba. Odiaba todo aquello que se la recordara, se odiaba. Ya no abría el closet por miedo a encontrar sus prendas, ya no miraba el botiquín por miedo a encontrarse su cepillo, ya no abría la alacena por miedo a encontrarse su cereal favorito. Ya no miraba con detenimiento por miedo a encontrarse un mundo sin ella. Todo parecía caerse a pedazos, todo parecía desmoronarse

Odiaba las noches, odiaba la hora de dormir, tanto que optaba por no hacerlo, sabía que su sombra no necesitaba de victimas diarias, normalmente bastaban con una o dos a la semana, pero desde que ella se había ido, sus actividades eran diarias. Todas las noches su rutina se repetía, llegar, cenar, salir, buscar a su víctima, acabar con ella, alimentar a su amiga, regresar, ducharse, para finalmente dormir sus cincuenta minutos diarios. Pero esa noche algo pareció cambiar, alguien tocaba a la puerta. Miró por la mirilla con curiosidad

—Soy yo, bobo, abre ya la puerta.—No estaba de humor para conversar con ella, por lo que solo se quedo frente a la puerta esperando a que se marchara.— No me iré, Alastor, y sé que estas ahí, veo la sombra de tus pies —que más le quedaba

Abrió la puerta con lentitud, para encontrarse con una preocupada y molesta Vagatha, quien de inmediato calló en cuenta cuan mal estaba aquel hombre. No podía creer que ese sujeto ojeroso, despeinado, con la camisa arrugada al igual que su pantalón fuera el mismo que ella podía jurar era la encarnación de la vanidad, aquel que jamás portaba una prenda sin antes estar seguro de que combinaba, aquel que usaba más productos de cabello que ella.

Miró a su alrededor, donde normalmente se encontraba la blanca cocina de su amigo, esa a la que no tenia permitido acercarse porque según él, la llenaría de suciedad, estaba a rebosar de tazas de café sucias, a lo lejos podía ver su cama des tendida