Capitullo 10: Sceadugengan

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-¿Y bien?- preguntó Lorcan con impaciencia.

Sorprendido, Harry parpadeó y miró aturdido hacia la puerta donde Lucius acababa de dejarlo. Las oscuras y adictivas sensaciones aún eran palpables en su piel, la sensación de la magia de Lucius entrelazándose con la suya había producido una sensación persistente. -Me dejé llevar, Lucius...-

-Lucius es incapaz de moverse a través de las sombras-, gruñó Lorcan con impaciencia. -Inténtalo de nuevo, pequeño Nigromante-.

Con un movimiento corto y rápido, Harry levantó la barbilla desafiante, sus ojos grises, pero aún así, verdes, centellearon desafiantes. -Como dije, dejé que Lucius me llevara, me empujó a las sombras-.

-¿Y?-.

-¿Qué?-, dijo Harry recalcitrante.

-¿Qué pasó después de eso, Alphard?-, dijo Lorcan, agitando un líquido rojo en una majestuosa copa de vino. El líquido se pegaba a la copa, dejando un brillo carmesí con cada remolino que hacía el líquido.

Distraído, Harry miró el vaso y se relamió los labios. Sus ojos gris-verdosos siguieron el remolino, el movimiento giratorio en la copa. -Um-, comenzó lentamente, chocando suavemente los labios, -Me empujó a través de las sombras. Sólo podía moverme con su cuerpo. Sentí... que me presionaba...-

Harry sintió los latidos de su corazón en la garganta y se desplomó incómodo, la sequedad palpable en su boca. Su lengua rosada volvió a parpadear en sus labios, y sus ojos se fijaron ahora en la esbelta muñeca de Lorcan, que seguía haciendo los movimientos oscilantes de su copa. -La pulsación-, comenzó Harry en voz baja, con la voz distante como si estuviera en otro lugar por completo, -me hizo moverme-.

-¿La pulsación, Alphard?-.

-Sí, mi sangre cantó bajo su toque-, susurró Harry.

-¿Y pensaste en este lugar?-.

-Sí, era mi refugio-, dijo Harry. Sus ojos verdes encontraron los ojos rojos y sin vida de Lorcan y, de repente, añadió muy vulnerable -¿No es éste mi lugar seguro?-.

Un grácil dedo con una uña larga y afilada se deslizó por el cuello de Harry. Al joven Gryffindor se le cortó la respiración, su cuerpo reaccionó involuntariamente ante la presencia de un peligroso depredador. -Por supuesto, estás a salvo aquí, pequeño Nigromante-, arrulló suavemente, su aliento frío acariciando el lóbulo de la oreja de Harry.

De repente, Lorcan rompió el hechizo, haciendo que Harry parpadeara aturdido. -Eres vulnerable a mi esclavitud-, dijo el vampiro con voz oscura. -Eso es normal para un mago, en todos mis años nunca me he encontrado con un usuario de la magia que pueda resistirse a mi esclavitud-.

-¿Esclavitud?- preguntó Harry sorprendido, sin conocer el término de uno de sus libros.

Lorcan ladeó la cabeza con curiosidad. -¿Qué te enseñan tus profesores en Hogwarts estos días? Esto debería ser de conocimiento común para los estudiantes de esa pomposa escuela, especialmente los de Defensa Contra las Artes Oscuras-.

Harry se encogió de hombros. -No tengo el mejor historial con los profesores de Defensa. A estas alturas asumo que quieren matarme, aunque suelen esperar hasta el final de mi curso, lo cual es muy amable por su parte; mis trabajos escolares no se resienten mucho por ello-.

-Ah, ¿no pareces muy impresionado por estas... situaciones peligrosas?-.

-Estuve brevemente poseído por el Señor Oscuro... un profesor es de una categoría completamente diferente-.

Ante esto, Lorcan rió con fuerza, un sonido agradable que calentó la sangre de Harry. Los blancos colmillos del vampiro se mostraban de forma no forzada, sin que le pesara mostrar los afilados colmillos. -Oh, Alphard, ojalá te hubiera conocido hace años. Me habría encantado tomarte bajo mi ala cuando eras un niño de diez años, y mantenerte fuera de las garras de la escuela de magos. Te enseñaría todo y luego te convertiría en un magnífico vampiro-.

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