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—Suficiente de tu desquité, te lastimarás —desaprobó el castaño, cansado de que golpeará mi frente contra la mesa; no le obedecí—. Basta SeokJin —detuvó mí acción infantil, enterrando sus dígitos en mí hombro.

—Es que.. ellos—. Realicé un mohín, ejerció más fuerza en su agarre, y fruncí el ceño—. No lo comprendes —alejé su tacto de un manotazo, y estampe mí cabeza en la firme madera, cubierta de un mantel blanco.

—¡Ya! —gritó enfadado; y lo focalicé con mis pupilas llorosas; suspiró—. Puedes decirle algo al niño —impetró en cortesía a su colega de cabellos colorados, quien silenciosamente apagó la colilla de su cigarrillo en un cenicero.

—Ayudame, quieres? —le instó abatido, al oír nuevamente un ruido fabricado por mí persona.

—¿Ah? —preguntó en confusión, encendió otro cigarro, y al obtener una fulminacion del pelicastaño, exhaló el humo con aroma a mentol—. ¿Y a mí qué? No creo que quedé más idiota de lo que ya es—. Lo observé ofendido—. Alla el, si da por sentado que el noviazgo de su 'ex' novio, es de manitos sudadas, y no ha avanzado al grado de coger, semejante a animales en celo—. Mí belfo inferior empezó a tiritar.

—¿Tienes que exponerlos de esa manera tan brusca? —le regañó, brindandome caricias ligeras de consuelo—. No le hagas caso, el siempre afirma cosas.. sin pensar.

—Tsk, tu pediste mí gestión. Al menos ya no se está autodañando. Y todo ese alboroto, porque oyó gemidos provenientes de los aposentos del líder Nam, tan patético —despotricó despectivo.

—Eres malo.. —catalogue limpiando mí mejilla, de la cual rodaba una lágrima.

—¿Ves lo que ocasionas, Lee? —le acusó enfuruñado; el nombrado volteo sus órbitas cafes. En cuanto a mí, escondí mí cara entre mis brazos cruzados, que utilizaba de almohada—. Oye, cálmate.

—No es como si lograrás que esos dos se separaran al mortificarte. Es más, probablemente continúan enredados entre las sábanas, mientras tu te encuentras aquí, de niñito chillón.

—TaeMin.. —masculló, amonestándolo. Y opuesto a adquirir silencio, el otro no interrumpió su monólogo.

—Yo en tu lugar, me buscaría a otro. Hay cientos de enanos escuálidos por ahí. ¿Esos son de tu tipo no? —interrogó antipático, y salí de mí refugio temporal.

—... —¿había apodado de esa forma ridícula a Seun Mí? Boquee anonadado.

—Bien, ten sexo con cualquier estúpido que ande de ofrecido, y abstente de fastidiar, que me provocas dolor de oídos, mocoso —me recriminó, al tantear 'la zona afectada', y entorneé mis párpados—. ¿Qué?

—Eres un asco consolando, Tae —le reproché.

—Me vale —se encogió de hombros, para posteriorme sorber de su vaso de ron.

—Ignora al imbécil—. Asentí, a lo que el mencionado se levantó de imprevisto—. ¿A dónde vas?

—Me largo—. Se colocó su saco, que anteriormente colgó en el respaldar de su silla.

—¿Irás al bar?

—Exacto—. Mis orbes oscuros resplandecieron, anhelaba tanto salir de la residencia—. ¿Vienes? —indagó al apoyar su codo sobre la superficie, y efectué un gesto entusiasta.

—Si quiero.

—¿Y que esperas? ¿Una invitación? —inquirió divertido, y sonreí. ¡Al fin! Al fin sería libre, aunque sea por un par de horas, o eso fue lo que creí.

—Ah no, no, no y no. Tu no lo llevarás fuera de la propiedad —denegó similar a una mamá gallina.

—Pero..

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