Hay una estrella en el cielo que te guiará hasta tu alma gemela.
Siempre notarás su brillo, pero solo avanzará hasta que ambos estén listos para conocerse.
Pero... ¿Y si en el cielo no es capaz de ver algún brillo distintivo? Tal vez esa estrella ni...
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Despertó y frotó sus ojos intentando despejar el sueño, sentía que apenas podía moverse al encontrarse abrazado contra el pecho del mayor quien se aferraba a él en un intento por no dejarlo ir. Ni siquiera pudo sonreír por el gesto y en ves de eso cerró los ojos para intentar dormir más y evadir así la estupidez que había provocado por la noche.
Por que después de dejar a su suerte a Sanemi en su departamento, pretendía ir a casa, no tenia a donde más ir; Pero quizás fueron todos los recuerdos y sentimientos golpeando su pecho cada vez que se alejaba más del de ojos ciruela, que, en un intento por evadir cada uno corrió hasta el departamento de Giyuu quien lo recibió preocupado a pesar de la hora y no solo eso, por cuenta propia se lanzó a sus brazos y provocó aquel encuentro del que ahora estaba arrepentido.
Nunca esperó ser capaz de llegar a ese punto con alguien que no fuera el Shinazugawa mayor, pero lo hizo, y ahora sentía que había dejado de pertenecerle y por supuesto esa idea no lo hacía sentir del todo mejor.
Abrió los ojos en cuanto sintió un beso sobre su cabeza y tembló cuando la mano ajena acarició su hombro, tal vez las posibles marcas que habría dejado sobre su cuello aquella madrugada; No tenia idea de que decir exactamente y todo parecía volverse mas complicado cuando aun entre el silencio incomodo Giyuu lo acorralo bajo su cuerpo y comenzó a besar sus labios de manera desesperada.
Sabia a donde se dirigía todo eso y aun que no lo deseaba dejó que el mayor continuara y correspondió el beso con el mismo frenesí. Jadeó suave cuando sintió sus labios viajando a través de su cuello dejando mas marcas, las succiones eran dolorosas pues no paraba de morder aquellas zonas ya lastimadas, no sabía que color tomarían después de eso, pero desde ya sentía la necesidad de ocultarlas.
Si su cuerpo comenzaba a reaccionar era solo por que Giyuu tocaba de manera persistente su miembro, a veces a penas rosándolo y otras tomando toda la extensión con firmeza; Al menos debía admitir que era bueno provocándolo, y por lo que había experimentado la noche anterior no era tan malo cogiendo como en algún momento llegó a pensarlo, y se odiaba al no ser capaz de disfrutarlo.
— Escucha, Giyuu — Las dudas comenzaban a invadirle de nuevo y quería al menos pedirle una pausa por ese día, culparía al cansancio para librarse de la situación, pero parecía que al mayor no le importaba nada de eso en ese instante, pues bajó directo hasta su entrepierna, tan solo para comenzar a lamerla — Ah...mierda.
— Perdón Inosuke, pero a partir de ahora no creo ser capaz de resistirme a ti — Queriendo darle el mayor placer posible se concentró en atender su miembro, succionándolo e introduciéndolo con calma a su boca sonriendo cada vez que veía arquear su espalda y escuchaba más gemidos abandonando sus labios — Eres tan perfecto, me encargaré de hacerte feliz desde ahora.
Aquellas palabras le dolieron y aun que lo distrajeron por un segundo de la situación en la que se encontraba, la lengua ajena lo hizo volver a la realidad al frotarse de manera persistente contra su glande el cual después era presionado con suavidad entre los labios del azabache. Quiso contenerse para apartar al mayor y sin conseguirlo solo se dejó rendir liberando su orgasmo en su boca, muriendo de vergüenza después de eso.
