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Pesadilla
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Todo estaba oscuro. Rei no veia nada , ni escuchaba. Sus sentidos estaban completamente apagados. Pisaba agua, lo único que notaba era el agua fría en los pies.

Tenía su traje de heroína puesto, estaba algo roto y quemado. No recordaba nada.

— ¿Katsuki? - le llamo pero nadie contesto, o eso creyo ella.

Katsuki, un nombre muy interesante - la voz sonaba por todas partes. - pero no muy de fiar, ¿No crees?

— ¿Quién eres? - apareció una sombra en frente suyo, destapando la silueta de un hombre.

— Oh, querida Rei, soy yo, al villano al que vais a intentar capturar - ya se le empezó a ver el rostro.

— Solo es una pesadilla - se dijo a sí misma.

jajaja, eso no servirá. Eres demasiado optimista, fácil de engañar. - desapareció - te aconsejo - la voz estaba en su oído, susurrando - que no te fíes de él, te puede matar ...

•••

Rei se levantó saltando de la cama, estaba sudada y respiraba muy rápido. Una pesadilla, una sola pesadilla.

Miro a Katsuki que estaba al lado suyo durmiendo, se veía tranquilo. Suspiró fuertemente para llevarse las manos a la cara e irse al baño para echarse agua. Así podría despejar un poco la mente.

Esta misión la estaba comiendo la cabeza. Malos sueños todas las noches, cada día uno distinto. Pero este no era como los anteriores, le hablaban, sabía quién era. No eran simple imágenes.

Abrió la puesta del baño y me puso el pestillo. Siempre lo hacía de costumbre. Abrió el grifo y se inclinó para echarse agua y no mojar todo el baño.

Al ya darse ya unas cuentas veces agarró la toalla con ojos cerrados. Se seco la cara y se puso recta.

— ¡KATSUKI! - se asustó al ver al rubio por el cristal.

Se giró y vio al chico hay de pie sin moverse solo mirandola fijamente.

— ¿Estas bien? - puso sus manos en las mejillas del chico y le sonrió. Pero él no cambio de expresión.

— Es tu culpa. - no era su voz.

— ¿Qué? - bajo sus brazos - Bakugo me estás asustando para ya. - Ella se acordó de que puso el pestillo y miro la puerta. Seguía cerrada.

Dio un paso para salir y sujeto el pomo pero el chico puso una mano en cima para que no saliera.

— Sueltame - le obligó pero este solo apretó más el agarre.

— Es. Tu. Culpa.

Con al otra mano del rubio la empezó a ahorcar. Ella no se podía mover, si lo intentaba su cuerpo no respondía.

El aire no le llegaba a los pulmones, su cabeza se empezaba a poner roja.

— Esto... No termina en Estados Unidos...

𝙴𝚕 𝚌𝚊𝚜𝚘 𝚗𝚎𝚐𝚛𝚘 [𝙱𝚊𝚔𝚞𝚐𝚘 & 𝙾𝚌]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora