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Era de mañana y la costumbre de que Mirabel despertara a todos para ir a desayunar ya no estaba muy presente, pues debía estar con la abuela cumpliendo algunas tareas, así que en su lugar dejaron a Antonio para que se encargue de avisar a los demás.
Pero el niño no había dormido, tenía que explicarle las reglas a sus nuevos inquilinos y de paso sanar sus heridas. Terminaba de vendar la patita del cachorro que también pidió un nombre para él pero sus dos hermanos mayores no se lo permitieron.

"Por qué no puedo tener un nombre como Hermana?"

Preguntó entristecido el cachorro cabizbajo;

"De verdad quieres ser denigrado a una mascota?"

"No.."

"Entonces no preguntes más y cállate."

Discutieron los felinos, Antonio los miró sonriente mientras guardaba el vendaje en una cajita de madera.

-Bueno, que tenga un nombre no significa que sea una mascota, es algo con lo que nosotros nos identificamos y también nos diferenciamos; como nuestros gustos, nuestros aspectos, nuestros-

"No me interesa, eso es más cosas tuyas niño."

Interrumpió desinteresado el Jaguar lamiendo la oreja de su hermanito menor, Antonio no borró su sonrisa pero estaba avergonzado, ni los Jaguares querían escucharlo.
La líder gruñó ferozmente dejando inmovilizados a los machos, le tenían mucho respeto, Más bien miedo..

"No seas grosero, el joven Antonio es el líder de la cueva mágica, por lo tanto nosotros debemos hacerle caso."

Habló uno de los machos que siempre acompañaba a Balam, Antonio podía pensar que era como su esposo o algo parecido, los demás machos sin estar de acuerdo con lo recién dicho se tragaron su orgullo para sentarse en frente del humano y escuchar sus palabras.

-Escuchen no hay muchas reglas, solo tres. La primera; no quiero peleas aquí dentro. La segunda; no pueden salir de este cuarto, todos los animales deben quedarse aquí, solo cuando yo lo diga podrán salir. Y la tercera y más importante.. No se coman a ninguno de mis amigos por favor.-

Explicó las reglas el pequeño y con la última lo pidió como una súplica sutil mostrando una bonita sonrisa a los Jaguares, ellos se quedaron callados unos segundos, cuando parecía que los dos hermanos iban a protestar, Balam tomó la palabra quedándose en medio de su familia y del niño.

"Antonio, tus reglas parecen buenas y haremos caso a lo que ordenes.. Pero-"

-Antonio, Quiero entrar!-

Interrumpió un grito agudo que provenía detrás de la puerta, era Pepa tocando como loca, Antonio se puso de pie nervioso.

-Ay no! Es mi mami, chicos  escóndandose!-

"Y para qué? Yo quiero ver a tu mami."

Habló el cachorro sonriente pero el niño le negó rápido.

-No puede ver que los tengo aquí dentro.. Ella.. Se asustaría!-

Tapó su boca por lo recién dicho, pensando que los había ofendido, la líder tomó voz en el asunto ordenando a sus amigos esconderse en el gran árbol, ella fue la última en ir, miró a Antonio de manera seria.

"Ve con tu familia, te prometo y juro proteger este lugar mientras tú no estés, lo haremos en modo de agradecimiento."

-En serio? Pero no es necesario, Balam.-

El niño se acercó más a la hembra que le costaba adaptarse a su nuevo nombre, alzó su manito para acariciar sus bigotes pero ella volvió a apartarse cuidadosa.

Antonio y los cinco Jaguares/EncantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora