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                    Primeros pasos

El día había comenzado como cualquier otro. La rutina habitual se apoderó de mí y me parecía en ocasiones imposible escapar. Pero cada día sucedía algo nuevo en la casa de los Sherbet y hoy no iba a ser la excepción.

Había terminado de vestirme ya que hoy comenzaría a entrenar con Jasper, me había puesto ropa deportiva y cómoda, porque no tenía muy claro las actividades a las que estaría sometida.

Recuerdo con cariño los momentos de cine y manta con mis padres, en los cuales veíamos películas de acción, donde todos los protagonistas sabían alguna clase de arte marcial o eran expertos en el uso de armas. Siempre les decía que me gustaría aprender a hacer esa clase de cosas y fue justo por esos comentarios por los que acudí varios años a karate. Pero todo lo que me enseñaban no se parecía en absoluto a lo que yo había visto en las películas.

Eso me desanimó bastante, pero no dejé de asistir hasta varios años después por la ilusión que les hacía a mis padres.

Seguramente si mi padre me viese en este momento, lista para convertirme en toda una asesina, estaría decepcionado de mí. Y puedo entenderlo, desde que no estuvo a mi lado he cambiado mucho y tal vez de eso debería culparlo a él.

Un golpe en la puerta de izo regresar a mi habitación y desvanecer todos aquellos pensamientos que inundaban mi mente. Me acerqué para abrir mientras dejaba la ropa de casa en la cama.

- Señorita Iris, la estaba esperando.

- Lo siento, me había entretenido sin querer. Pero ya estoy lista para el entrenamiento.

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Estaba agotada después del adiestramiento. Esta sería oficialmente mi decima clase y sinceramente había aprendido bastantes cosas. También debo aclarar que Jasper es un excelente profesor.

Me sentía más fuerte desde que entrenaba y supongo que cuando termine, seré capaz de vencer a cualquiera. Sonara algo egocéntrico, pero siento un poder interior que no parece tener límites y que me motiva a seguir mejorando.

Caminé hacia el baño porque necesitaba una ducha. Dejé la toalla encima del lavabo y procedí a quitarme la ropa deportiva.

El agua me refrescaba y eso era justo lo que necesitaba en este momento, mi cuerpo ardía por las actividades físicas anteriores. Mientras me duchaba pude ver varios moratones en mi costado. Los golpes que recibía y daba eran realmente fuertes, lo que me había provocado varios hematomas.

Al salir del baño y terminar de secarme un poco el pelo con la toalla, me dirigí a la habitación de Aizén. No toqué la puerta, simplemente abrí sin más. Él estaba con unos papeles en el suelo, todo estaba hecho un desastre, pero al verme entrar recogió todo de forma apresurada.

- ¿Estás bien?

- Si, solo trabajo en mi siguiente caso.

- ¿Puedo ver?

- No creo que debas preocuparte por eso ahora, ¿qué tal tus entrenamientos con Jasper?

- Violentos, pero ya aprendí muchas cosas.

- ¿A sí?

Se acercó hacia mi posición y aunque no sabía con certeza que era lo que pensaba hacer, deducía que sería alguna cosa relacionada con mis clases.

Una sonrisa pícara se dibujó en sus labios y acto seguido visualicé su puño acercándose a mi rostro. Desvíe su puño a otro lado mientras el mío se preparaba para impactar en su costado. El golpe fue doloroso, pues una mueca de dolor lo demostraba. Me sentí orgullosa y lo demostré con una sonrisa. Sus siguientes movimientos no estaban claros, no encontraba la forma de evitarlos todos y al mismo tiempo atacar.

Y definitivamente terminé haciendo un movimiento en falso, dándole una ventaja y provocando mi derrota. Terminé tirada en el suelo tras una llave que había hecho, y segundos después sentí su cuerpo sobre el mío.

- Tienes que ser más rápida y decidir tus movimientos con antelación.

- Lo importante es que ese golpe te dolió.

- Pues sí, tienes mucha fuerza así que úsala a tu favor. Por cierto ¿cómo piensas recompensarme por ese puñetazo?

- No sé, tal vez te invite a un café.

Sus ojos fijos en los míos y su sonrisa traviesa mientras permanecía encima de mí, provocaron que mi cuerpo se tensara.

- Tengo una idea más divertida.

Sus labios se posaron sobre los míos de forma suave. Sentía como el calor entre nosotros iba aumentando, haciendo así que nuestro beso se volviera más apasionante. Podía notar sus manos subiendo la parte superior de mi pijama, para luego posarse sobre mis pechos desnudos y acariciarlos lentamente.

Eso me izó moverme y así rozar su entrepierna y darme cuenta de lo duro que estaba. Un jadeo incontrolable salió de mis labios. Mi mano descendió hacia su pantalón acariciando la zona, lo que le hizo quitarme de inmediato mi pijama y mi ropa interior, dejándome de la parte inferior totalmente desnuda.

Mi mirada se quedó fija en la suya mientras sentí su mano deslizarse hacia mi entrepierna. Arqueé la espalda como acto involuntario al sentir sus dedos dentro de mí y dejé salir otro jadeo. Sus labios se volvieron a encontrar con los míos al mismo tiempo que sus dedos se movían con rapidez en mi interior.

Apreté su camisa con fuerza mientras mi espalda se arqueaba dejándome sin aliento.

Sentía un cúmulo de emociones indescriptibles. Cuando nuestro beso cesó para poder respirar, hundió su cabeza en mi cuello dejando besos suaves y húmedos mientras su mano se movía con ferocidad.

Un gemido de placer salió de mí y acto seguido sus dedos hicieron lo mismo.

-Me encanta tu lado salvaje.

Sus palabras me motivaron para tomar el control, bajé mis manos hacia su pantalón y lo descendí de forma directa y rápida, dejando al descubierto su erección.

Le di otro pequeño beso justo antes de hacer un movimiento rápido y terminar encima suya. Su sonrisa pícara de sorpresa me hizo erizar cada pelo del cuerpo.

Me agaché para darle algunos besos en el cuello mientras mi mano bajaba a su miembro haciendo movimientos rápidos. Sus jadeos de placer provocaban la satisfacción en mí, mis movimientos se aceleraban dependiendo de la intensidad de sus gemidos.

Luego dejé de besarlo para sentarme por completo encima suya, coloqué su miembro debajo de mí y me dejé caer sobre el de forma suave, haciendo que Aizén pusiera los ojos en blanco.

Coloqué mis manos en su abdomen como una forma de apoyo. En un principio mis movimientos eran suaves y pronunciados, haciéndole enloquecer.

-Ahora quien es el que se aferra a las sábanas.

Observé su puño apretando la parte inferior de mi pijama, una sonrisa de satisfacción inundó mis labios acompañada de un gemido de placer.

Mis movimientos se aceleraron dando lugar a gemidos y jadeos de ambos. Cogí sus manos, nuestros dedos se entrelazaron de forma automática, para luego subirlas por encima de su cabeza y tomar el control. Ahora el sumiso era él.

Mis labios exigían los suyos, sentimientos eléctricos y dulces surgieron al contacto de ambos. Mis movimientos se aceleraban dejando surgir mi orgasmo.

Segundos después volví a estar debajo, Sujetaba mis manos de la misma forma que yo lo había hecho momentos antes, sus movimientos en mi interior se aceleraron para luego cesar por completo y salir.

-No quería hacerlo dentro de ti.

- Lo entiendo.

Permanecimos tumbados en el suelo con las manos entrelazadas, aprovechando el momento para volver a respirar con normalidad.

Detrás de sus mentiras #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora