Capitulo 4

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Seis horas más tarde seguía sin noticias de Byul. Kim Yong sun estaba que se subía por las paredes. Nunca se había sentido tan impotente, tenía  un montón de problemas que solucionar, desde problemas con los generadores a explosiones, pero estaba acostumbrada a trabajar bajo presión. El caos era lo único que la mantenía centrada y eso era de agradecer. En el momento en que no tenía la cabeza ocupada con algo, se acordaba de que Byul seguía desaparecida y de que la mujer que iba Con Ester Curbelo en el coche aun no había sido identificada.

En ese momento llamaron al teléfono y Yong lo descolgó antes de que sonara dos veces.

—Sí, Gloria.


—Señora Kim, tenemos el número de víctimas en Katya.


—Me importan una mierda Katya y sus víctimas.Mantén la línea abierta para Ramiro Fonseca. ¡Sólo, para él! ¿Entendido?


—Si, señora Kim.


—Has seguido llamando a casa de Byul Moon?


—Si, señora Kim. Clara, la criada, dice que aún no sabe nada de la señora Moon.

—Sigue llamando a los demás números. Sólo aceptaré llamadas de ella. Pásale las demás a Arturo Estés. Que se ocupe él de solucionar las cosas, para variar.

—Sí, señora Andi... Colgó el teléfono, sin dar tiempo a Gloria de acabar la frase.


Yong paseaba de un lado a otro del despacho como un león enjaulado. Fue hacia la ventana y contempló el exterior. Su ánimo era tan negro como las nubes de la tormenta.

El teléfono de Yong sonó por su línea privada y ella se abalanzó sobre el aparato.


—¿Si?


 —Tengo la información que me pidió.


—¿Sabe el nombre de la mujer del coche?



—Si, señora Kim.


Yong respiró hondo y se sentó. Contuvo la respiración.


—¿Y bien? —dijo, incapaz de reconocer el temblor de su propia voz.


—Se llamaba María Santisnero... —Yong ya no oyó nada más y cerró los ojos, aliviada—. Iba con su hija Maite, de seis años. Al parecer, las dos solían llevar a los niños al colegio juntas.

—Ramiro, ¿me has encontrado a Byul Moon? —musitó Yong .


—Seguimos buscando, señora Kim. La ciudad es un caos. La lista de desaparecidos no deja de crecer. Tengo a todos mis hombres buscándola. Quería informarla de las novedades.

—Ramiro, encuéntrala. Encuéntrala y te daré cien mil dólares americanos. Al otro lado de la línea se produjo un silencio de asombro.

—Encuéntrala,, Ramiro. Encuéntramela.


—La encontraré, señora Kim.


Una vez finalizada la llamada, Yong se sentó tras su mesa y esperó. Fue en aquel momento cuando, de repente, se dio cuenta de que nadie había llamado preguntando por ella. A nadie le preocupaba que estuviera en casa o no.

La mayoría de los empleados permanecieron en el edificio, porque no querían arriesgarse a quedarse atrapados en la ciudad, sumida en el caos. El edificio se había construido para resistir todo tipo de tormentas. Otra cosa (ILlizá no, pero si había algo que a Yong le gustara era la eficiencia. Todo tenía que funcionar a la perfección. El edificio tenía su propio sistema de suministro de agua subterráneo, para no depender del poco fiable suministro de la ciudad. También estaba equipado con generadores de emergencia propios. Los apagones eran habituales, pero no afectaban a la productividad de la sede central de Petróleos Copeco. Yong había llegado al extremo de Instalar líneas de teléfono separadas para estar siempre ul día de lo que pasaba tanto dentro como fuera del país. Ei'a una experta en los entresijos del poder y sabía muy bien cómo usar sus armas.

No obstante, aun con todo ese poder a su disposición, era incapaz de encontrar a una simple mujer en una ciudad.

Tenía un jeep esperando, por si tenía que salir, con prisas. Habían pasado seis horas y seguía sin noticias. Yong volvió a contemplar la tormenta.

—Byul, ¿dónde estás? ¿Qué me has hecho? Dios, ¡cómo te odio!


Avanzó sobre el aparador de su oficina y con un movimiento brusco de los brazos barrió todo lo que tenía encima y lo tiró al suelo. Alarmada por el ruido de cristales rotos, Gloria entró en el despacho.

—Señora Kim?


Yong tenía la frente apoyada en el cristal de la ventana y, con los ojos cerrados, repetía:

—Te odio, Byul.

—¿Señora Kim? -

Yong no dio muestras de advertir su presencia. Gloria se acercó a su jefa con precaución.

—¿Señora Kim?

Yong seguía sin decir nada. Gloria, a su lado, le tocó el brazo.

—¿Señora Kim, se encuentra bien?

Yong miró a Gloria como si la viera por primera vez. Dio un paso atrás para alejarse del cristal, le dio la espalda a Gloria y atravesó el estropicio de camino a su escritorio. Sentada de nuevo en su silla, levantó por fin la vista hacia su secretaria.

— Llama a mantenimiento para que limpien todo esto.

Empezó a hojear algunos papeles que tenía sobre la mesa, ignorando por completo la cara de desconcierto total de Gloria.Durante un segundo, la secretaria permaneció de pie, sin decir nada. Después, salió a toda prisa para acatar la orden de Yong .

Una hora después, el teléfono privado de Yong volvió a Sonar.

—La he encontrado, señora Kim. Se registró en el Caracas Hilton hace una hora.

—Gracias a Dios —exclamó Yong , mientras se sentaba y ocultaba el rostro entre las manos.

POR AMOR (adaptacion Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora