—Estaba todo buenísimo. Gracias por invitarme —dijo Yong . Se levantó de la mesa. Byul la imitó.
—¿Has venido en taxi?
—De hecho, sí —repuso Yong con una sonrisa, mirando a Byul a los ojos con intensidad.
—Jun te puede llevar a casa —ofreció Byul, sin romper el contacto visual. Jun sonrió al contemplarlas a las dos y decidió intervenir.
—Mamá, puedo ir a recoger a Amanda y podemos pedir algo de comer, si queréis pasar un poco más de tiempo poniéndoos al día.
Yong le sonrió y Jun le devolvió la sonrisa. Byul no daba crédito a sus ojos.
—Por qué tengo la impresión de que os habíais puesto de acuerdo?
—Nosotros? —preguntaron Jun y Yong al unísono. Los tres se echaron a reír.
—Muy bien, te llevaré al hotel —accedió Byul al fin—. Jun, nada de McDonald's,
¿de acuerdo? —Oh, mamá.
Yong la tocó en el brazo y le sonrió, suplicante. —Muy bien, Jun, Sólo por esta vez.
—Sí! Te debo una —le dijo Jun a Yong .
—Yo a ti muchas —le sonrió ella.
Byul subió al ático con Yong . Aunque ella no se lo había pedido, era algo que se sobreentendía. Volvían a ser capaces de comunicarse en silencio y los mensajes mudos se sucedían entre la una y la otra a una velocidad de vértigo.
—Cuándo vuelves a Venezuela? —quiso saber Byul al sentarse en el sofá, con la mirada baja.
—No hay prisa, nadie me espera —dijo Yong , simplemente.
—Claro que sí. Está el hijo de Andreas y también Nona —se indignó Byul.
—Antonio está en un internado suizo y Nona... murió hace cuatro semanas.
Yong se levantó del sofá y se dirigió hacia la pared de cristal. Byul asimiló aquellas palabras con amargura: Nona estaba muerta.
De repente, Yong sintió que la abrazaban por detrás. Dudó un instante antes de dejarse llevar por el amor. Se fundió entre los brazos que la sujetaban y se dejó confortar porque a Yong le fallaban las piernas. Las dos se sentaron en el sue1oy se abrazaron con fuerza. Yong rompió a llorar desconsoladamente, mientras Byul la estrechaba entre sus brazos. Echó la cabeza hacia atrás, su cabello oscuro cayó sobre el hombro de Byul, y dejó escapar los sollozos más desgarrados que Byul le había oído nunca proferir a otro ser humano. Por fin Yong le había abierto las puertas de su corazón para compartir su debilidad y su dolor. La mujer que amaba se convirtió al mismo tiempo en niña y en adulta, y el dolor que había guardado en su interior durante tanto tiempo se derramó en cada lágrima y en cada sollozo que hacía estremecer su cuerpo.
La sala, antes bañada por la luz del sol, se había sumido en la oscuridad. Byul seguía sosteniendo a Yong contra su pecho. Esta se había dormido en sus brazos hacía un rato.
Byul se dio cuenta de que las señales habían estado ahí, a la vista de cualquiera que tuviera ojos y se tomara la molestia de fijarse en ellas. Yong parecía más apagada, más frágil y, efectivamente, más vulnerable. Estaba sufriendo por dentro y en aquella ocasión no tenía ninguna red de seguridad que frenara su caída. Byul la estrechó con más fuerza y Yong empezó a moverse. Trató de sentarse y miró a su
alrrededor, desorientada. Cuando sus ojos hallaron los de Byul, se le llenaron de lágrimas y volvió a refugiarse entre sus brazos.
—No te vayas, Byul. Por favor, no te vayas.
—No me iré —la tranquilizó Byul—. Ven, deja que cuide de ti.
Byul se levantó y le tendió la mano. Yong levantó los ojos y la cogió sin dudar ni un instante.
Byul abrió el grifo de la ducha y ayudó a Yong a desnudarse. Después la ayudó a meterse en la ducha y, justo cuando iba a cerrar la puerta, Yong la cogió del brazo.
—¿No te irás?
—No, ahora vuelvo —le aseguró Byul.
Byul telefoneó a Simon y le dijo que probablemente llegaría tarde. El le aseguró que todo iba bien y que se tomara todo el tiempo que necesitara. Byul sonrió al colgar el teléfono. Simon era una caja de sorpresas. De alguna manera, sabía que él había tenido algo que ver con el giro que había dado su vida.
Yong no oyó la puerta de la ducha al abrirse. Tan sólo notó aquellos cálidos y familiares brazos, que la rodeaban una vez más, y se echó hacia atrás para refugiarse en ellos.
Byul le frotó el cuerpo amorosamente y después le lavó el pelo. La secó y la llevó a la cama. Yong le permitió ocuparse de todo, como siempre había querido hacer. Pero, en lugar de alegrarse por ello, a Byul la apenaba sobremanera ver a Yong con el corazón destrozado.
Byul le quitó el albornoz y la metió en la cama. Yong le tendió una mano, suplicante. Byul se quitó su propio albornoz y se metió en la cama con ella. Era consciente de que Yong necesitaba más que una conexión sexual: la necesitaba para sobrevivir. Byul la rodeó con sus brazos y la acarició hasta que se durmió. Ya dormida, siguió acariciándola.
Yong se despertó de golpe en mitad de la noche, con un grito de terror. Byul la tranquilizó y la trajo de vuelta al mundo, con sus abrazos y sus caricias. Yong se refugió entre sus brazos y contempló el rostro de la mujer que la había atormentado en sueños durante tantos años de soledad. Alargó la mano para tocarle la cara y Byul le besó los dedos antes de que los retirara. Se inclinó y la besó con ternura. Yong abrió los labios para recibirla.
Byul la atrajo hacia sí con más fuerza y Yong se fundió en su abrazo. Hicieron el amor lentamente, sin prisas; se amaron con ternura, prodigándose caricias, dando más que recibiendo. Se amaron ente lágrimas y sonrisas, entre besos y promesas de rendición y de gloriosa unión. Las dos mujeres dieron y tomaron la una de la otra. Y, en algún momento de la noche, hallaron al fin algo que habían perdido hacía demasiado tiempo.
ESTÁS LEYENDO
POR AMOR (adaptacion Moonsun)
FanficBienvenidas a un mundo donde el petróleo es amo y señor, la pasión se impone a la razón, y las gentes viven bajo la constante amenaza de guerra civil. Un mundo donde Kim Yong sun se mueve como pez en el agua. Al contrario que Moon Byul , cuyo marido...