Capítulo 10.

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"Todos los puentes están enamorados de un suicida"

6:09p.m

Eres inútil, no sirves para nada. Eres una tonta que no sabes hacer nada bien. Eres gorda y fea. Eres odiosa y fastidiosa. Nadie te soporta. Todo es por tu culpa. Ya has dañado a mucha gente. ¿Crees que tus amigos te quieren? Deja de ser tan estúpida y ciega, ellos solo sienten lastima por ti , se compadecen de ti. Desearían jamás haberte conocido, no eres mas que un estorbo para sus vidas.

Deberías morir. Sería un gran favor para todos. Para tu hermano. Para tu madre. ¿Sabes por qué tus padres se separaron? Por tu culpa, niña inútil.

Solo córtate de nuevo. Y esta vez, hazlo bien. Corta vertical. Muérete.

Y allí se encontraba, su mente la llevó hasta el puente MacRobertson.

Solo hazlo. Hazlo de una vez por todas.

Miles de lágrimas brotaban de sus ojos, no podía parar de llorar... sentía una gran presión sobre su pecho, sentía que la respiración la faltaba. Sentía la necesidad de gritar pero había un gran nudo en su garganta que se lo impedía....Para calmar la culpa que le causaba no tener el control de ella misma y el dolor que la voz en su cabeza la causaba, tomo la cuchilla. Tres cortes, pero esta vez, no fue su mente la que la obligo a hacerlo, fue ella misma.

¿Cómo estás?

-Como si te importara

Contesta.

-Muerta, sin ganas de nada, hundida, rota-susurró aun sin dejar de llorar.

Lo sabía, quería oírte decirlo, esto es lo que quiero, que sufras.

-¡Basta!- gritó, sin importarle quien la escuchara, aunque era un lugar solitario. Realmente no creía que alguien la escucharía.

-¡Sal de mi cabeza ahora mismo! ¿Qué diablos hice yo para que pasara esto?- se hincó bruscamente al mismo tiempo en el que se tapaba los oídos con la esperanza de que dejara de escuchar esa despiadada voz.

Vivir niña estúpida, ese fue el más grande error.

-No lo entiendo- siguió sollozando.

Solo muere. Muere. Muere. Muere. Muere.

Lo lograron. Ahora Maia estaba a punto de morir. Las lagrimas seguían brotando de los ya rojos e hinchados ojos de la castaña, pero ningún sonido salía de ella, es como si hubiera perdido su voz. Pasó la pierna derecha al otro lado del puente, en donde había un vacío profundo, estaba a punto de pasar la otra pierna cuando se escuchó a su espalda un automóvil frenando de golpe.

-¡Maia! ¿Qué demonios haces?-de nuevo a la realidad.

Para la chica esos segundos de confusión significaron horas.

-Maia, por favor ven- eran Ava y Finn los que trataban de ayudar-No hagas nada, sé que no quieres esto- Repetía la voz aguda de la chica. Tenía miedo, mucho miedo al ver a su amiga en esa situación, parecía fuera de sí. Justo en ese momento gruesas gotas comenzaron a caer del cielo nublado.

-No intento matarme, solo quería sentir...un poco de adrenalina-mintió- .Eso es todo, estoy bien-añadió una vez que estaba segura, parada en la banqueta.

-¡Maia! ¿Qué tal si caías, ah? ¿Estás loca o qué?-Grito Finn alterado, mientras que Ava se rehusaba a creerle. Bastaba con mirarla a su cara roja e hinchada, eso y sus manos temblorosas. Pero tampoco quería presionarla y que se pusiera peor, simplemente no estaba segura de que hacer. ¿Sería buena idea reunir a sus amigos? ¿Llamarle a sus padres o a su hermano? ¿Llevarla al hospital? ¿Qué carajos se hacía en una situación así?

-Estoy bien, no es nada-para este momento, ya había comenzado a llover fuertemente.

-Mai, ¿Qué pasa?-esta vez fue Ava la que trataba de mantener la calma a diferencia de su novio.

-¿Qué pasa aquí?-interrumpió una nueva voz que recién había llegado al lugar.

Entonces Maia lo vio, parado justo frente a ella, con su figura tremendamente atlética, su cabello con rulos, castaño y mojado por la lluvia caía por su frente, usaba uno de los trajes que solía vestir en días de trabajo, solo que ya no usaba la corbata y el saco, los primeros botones de su ajustada camisa blanca que se ceñía a su cuerpo estaban desabotonados, las manos en los bolsillos del pantalón, temblorosas (por el frió y la furia de suponer lo que pasaba), ahí estaba él, mirándola con unos ojos, capaces de derretir a cualquiera, esos segundos en los que Scott la miraba se volvieron una eternidad para Maia, se sintió realmente cautivada, él la desarmaba, parecía que podía ver dentro de ella y esa sensación la abrumaba. 

-¿Quién eres tú?-Finn se mostraba bastante irritado por la presencia de la nueva persona en aquel solitario lugar. De hecho estaba demasiado solo para ser la hora de salida de los trabajadores de la zona.

-Soy Scott, amigo de Maia.

-¿Es verdad Maia?-preguntó Finn tenso ante la situación a lo que la chica asintió hacia su amigo.

-Yo la llevo a casa-Scott tenía miedo de dejarla sola, sabía que las cosas estaban empeorando, pronto la verdad tendría que salir a la luz.

-¿Quieres ir con él? Finn y yo podemos llevarte a dónde sea que quieras, nos podemos quedar contigo todo lo que quieras. Incluso te puedes quedar a dormir en mi casa-ofreció la pelirroja.

-En verdad gracias Ava, pero me iré con Scott, por favor no cuenten a nadie lo sucedido ¿sí?

-Lo prometemos. Pero por favor avísanos cuando estés en casa-pidió Finn, aún angustiado, a lo que Maia solo asintió mostrando una mueca en intento de sonrisa.

Scott la llevó a su auto, el cual estaba mal estacionado, mientras la sostenía, parecía que la chica podría caer en cualquier momento. Le abrió la puerta del copiloto y le ayudó a entrar. Se hincó para poder ponerle en cinturón de seguridad. La castaña tenía la mirada puesta en algún punto del paisaje, quizás solo veía como las gotas chocaban con el auto, era como si cuerpo y ser estuvieran separados.

-Maia-hablo Scott una vez que los amigos de Maia se habían ido, no sin antes asegurarse que su amiga estaría bien-.Fue aquella voz ¿vedad?-la chica solo asintió sin verlo a los ojos, no tenía ganas ni siquiera para hablar.

-Lo he decidido, creo que necesitas saber la verdad.

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