°•𝑇/𝑁•°

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Mire a Robin y sonreí ligeramente. Después de su pregunta empezé a contarle todo lo que había sucedido.
—R: Esas zorras...
Soltó apretando los puños.
—No importa, estoy bien, sus palabras no me han afectado en absoluto, lo dicen porque se sienten inseguras de si mismas y tienen una vida tan aburrida que intentan divertirse jodiendosela a los demás, se muy bien porque lo hacen, y todo lo que dicen es mentira, sé que lo es y no pienso hacerles ningún caso.
—R: También lo dicen porque eres la nueva... Seguro que la semana que viene no se acuerdan ni de ti. Pero más vale prevenir, te enseñaré a defenderte.
—Se defenderme.
—R: ¿Porque no lo hiciste? Alomejor piensas que sabes pero es tu conciencia que te engaña.
—Eran 4.
—R: Si de verdad te sabes defender puedes incluso con los ojos cerrados.
—Enseñame pues.
—R: Ve al gimnasio después de clase.
Asentí y me fui a mi clase sin haberlo esperado ya que estaba demasiado eufórica.













Salí de mi última clase y fui a mi taquilla a dejar las cosas y me quedé esperando a Donna.
Cuando llegó la mire y sonreí disimulando mi tristeza.
—Ire al gimnasio con Robin, díselo a mamá, ¿Vale?
Salí andando a paso rápido al gimnasio y escuché a Donna gritar.
—D: ¿¡Con Robin!? ¿¡Para que!?
Sonreí un poco y me fui al gimnasio.

The Black Phone in my mind Donde viven las historias. Descúbrelo ahora