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Guarde mis cosas en la taquilla y me quedé esperando a mi hermana.
Unos minutos después apareció con un chico por ahí.
—Hola Donn, ¿Quién es el?
—Donna: Es Finney
Finney me tendió la mano y yo se la estreche sonriendo.
—Finney: Encantado.
—Lo mismo digo...
Alce y baje las cejas de forma divertida mirando a mi hermana, ella me dio una patada disimulada y yo me aparte poniéndole mala cara.
Nos quedamos hablando unos minutos antes de volver a clase y de repente apareció Robin por el pasillo acercándose a Finney y a Donna.
—Robin: Hola chicos, ¿Que tal?
Paso la mirada sobre mí y se me quedó mirando unos segundos para luego centrar la vista en el suelo.
—Yo...me voy a clase.
Agarre el libro de historia rápidamente y salí con paso rápido de allí.








Al acabar la segunda clase fui rápidamente a mi taquilla y guarde las cosas rápido para no encontrarme con mi hermana ya que quería evitar las preguntas. Fui al baño y me senté en una esquina empezando a hacer los deberes cuando escuché la puerta abrirse y mire al grupo de 4 chicas más altas que yo, sabía que eran de mi edad ya que las había visto en la clase de matemáticas juntas detrás de todo.
Se me quedaron mirando con una mirada de asco y yo me tense y tragué saliva. No recordaba el nombre de ellas.
Las mire también y se me empezaron a acercar.
—Este es nuestro sitio.
Me espetó una de ellas quedando justo enfrente de mi.
—L-lo siento ya me iba...
Guarde mis cosas y me levanté agarrando mi cartera pero otra de ellas de pelo rubio me empujó hacia atrás haciéndome chocar con la pared. Intenté rodearlas pero 3 de ellas me empujaron tirándome al suelo y haciendo que mi cartera se abriera haciendo que todo su interior cayera. Las mire con un poco de miedo y tragué saliva mientras una de ellas se arrodillaba enfrente de mi y me agarraba del mentón haciendo que inclinará mi cabeza y alzando mi mirada.
—Mirate, este pelo tieso y esa cara grasienta.
Me dijo cogiéndome con la otra mano del pelo.
—No me extraña que Robin te haya mandando a la mierda, eres un orco y se nota que no vales nada.
Me soltó el mentón y me estampó la cabeza contra la puerta de un cubículo del baño, yo solté un alarido bajito de dolor y note como los ojos se me humedecían y me empezaban a picar.
Las otras 3 se arrodillaron a mis lados también y se empezaron a reír.
—¿Estas llorando? Penosa.
Dijo una de ellas.
—Débil.
Dijo otra.
Y siguieron así, insultandome, hasta que tocó el timbre indicando la vuelta a nuestras respectivas clases. Entre las 4 me metieron dentro de un cubículo cerrando la puerta y atrancandola para que yo no pudiera salir.
Escuche como salían riendo del baño y yo me senté en una esquina del cubículo enterrando mi cabeza en mis rodillas y empezando a llorar desconsoladamente en silencio.

The Black Phone in my mind Donde viven las historias. Descúbrelo ahora