Fieles del rey caído

47 3 0
                                    

Vi cómo mi padre castigaba y mataba a sangre fría a todos aquellos que se oponían a él. Vi cómo algunos seguían sus órdenes con miedo, mientras otros disfrutaban de cometer tales atrocidades. Vi cómo tan solo una palabra de sus labios era capaz de acabar con miles, y cómo alargaba las torturas hasta que su corazón dejaba de latir. Tan solo una palabra, una mirada o un gesto bastaba para hacer temblar a cualquiera, y siempre me preguntaba: ¿por qué yo seguía con vida? Él no me quería, eso estaba claro. Yo no podía ofrecerle nada y solo era un recordatorio de que en algún momento otro ocuparía su valioso trono y desgraciadamente no alguien a quien él considerara digno. Puede que esa haya sido su forma de torturarme, mantenerme expectante día a día a la espera de que diera la orden de mi ejecución, o hacerme desear ese destino antes de ver cómo convertía a mis hermanos en sus próximas víctimas. Quizás verme protegiéndolos tanto le divertía, tal vez por eso llamaba a Liam en la madrugada mientras yo esperaba al otro lado de la puerta, o puede ser que simplemente aún había una parte de él que no le permitía dañar a sus hijos. Pero claro, ¿cuál es la probabilidad de eso? No tendría sentido, aunque me gustaría creer que era así.

Aún no era capaz de asimilar que habíamos logrado acabar con él, supongo que su error fue creer que era invencible. Mi madre estaría orgullosa, a fin de cuentas nos dejó para no tener que afrontar la cruda realidad que vivía como la esposa del rey sangriento. Si tan solo hubiese pasado antes ella seguiría aquí, a menos que no haya sido su decisión, a menos que él la obligara a hacerlo y dejarnos a nuestra suerte, en lugar de abandonarnos sin importarle lo que sucediera con nosotros, sin tener la certeza de que Axel llegaría o que alguien nos protegería. Me gustaría pensar que fue así, porque al final ella también fue una víctima, la primera y eterna víctima del rey sangriento... la reina roja.

Me levanté de la cama intentando alejar esos pensamientos que tanto me atormentaban, dispuesto a salir y tomar un poco de aire.

—¿Y ahora qué haremos? —escuché en voz baja al otro lado de la puerta.

—Hay que despertar a los príncipes y su majestad, deben saber esto —contestó una mujer.

Confundido, abrí antes de que pudieran tocar y rapidamente me explicaron que algunos de los soldados Heer de mi padre estaban frente al palacio, claramente molestos por los últimos hechos. No me aceptarían como heredero o a Axel como regente. Sabíamos que esto pasaría, por supuesto, y habíamos tomado medidas al respecto. Una rebelión en el lado oeste del reino, guiada por el pueblo y las ciudades más pobres, sirvió como distracción. Pero no fue hasta que incluimos como prisioneros a la familia líder de la ciudad Freyre, la más grande después de la capital y poderosos aliados de mi padre que se encontraban en situación critica desde hace un tiempo al no poder controlar al pueblo que desafiaba constantemente la ley de bronce de cada division, obligándolo a actuar y mandar a sus tropas, si no quería un problema más grande y justo como pensamos se descuidó la guardia de la ciudad, lo que nos permitio inflirtarnos con mayor facilidad, aunque no tardaron mucho en descubrir la farsa que habíamos construido, pero para su desgracia no lo suficientemente rápido para salvar al soberano. Pese a eso, solo han pasado unos cuantos días desde la muerte de mi padre y apenas hemos podido mantener las cosas bajo control, pero ahora los miembros del consejo que están del lado de Eduard tendrían la oportunidad de apoyarse en estos soldados, y si se unen, podrían atacar de forma más sólida.

Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no noté a Axel salir de la habitación continua.

—Vamos , debemos detener esto cuanto antes — dijo acomodando su ropa.

No sabía si tenía un plan o no, pero en algo tenía razón: debíamos actuar.

—Dame un momento —me puse la chaqueta y tomé mis zapatos.

Trono sangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora