1. Un pequeño tropiezo

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Jamás podría olvidar ese día.... Lo sabía, conocer a ese chico azabache sin duda había sido el golpe más duro y probablemente mortal que había tenido en su vida.... Aun recordarlo le dolía, y seguía teniendo la cicatriz...

Literalmente.

Todo inicio una tarde a finales de otoño, cuando un joven paseaba sobre su patineta con expresión tranquila, se estaba preparando a punto de usar un impulso de sus piernas para hacer un ollie, iba a una velocidad considerable, pero no tenía miedo de eso, fue cuando por alguna razón, suerte, destino, el destello de uno de los pines que llevaba en una mochila que lo distrajo, alzo la mirada al tiempo que pasaba con velocidad a su lado, los ojos de ambos se toparon un instante fugaz.

Uno de esos instantes que se congelan en el tiempo, como si todo fuera cámara lenta... se encontró con un par de ojos negros que lo hipnotizaron un momento cuando al darse cuenta... estaba perdido....

Justo delante había una curva antes perfecta para el truco que tenía en mente, en ese momento iba a ser su perdición, trato de frenar desesperadamente, pero no lo logro, a duras penas logro mover sus pies a una velocidad anormal con tal de salvar a la patineta antes de sentir el pavimento contra su cara y como rodaba por el suelo.

-¡Mierda! -fue lo único que alcanzo a gritar antes de quedar aturdido por el golpe, aquel que consideraba el culpable de su desgracia tardo dos segundos en reaccionar.

-¿Hey estas bien? -pregunto preocupado acercándose a él, el joven sintió una vena en su frente, sentía todo su cuerpo arder... literalmente, todo dolía como el carajo- creo... que eso no debía de haber pasado...

"No te preocupes, esto fue completamente intencional, mi pasatiempo es partirme la boca contra el asfaltó" quiso murmurar el menor, pero sonrió mientras se mordía quizá con demasiada fuerza la lengua...

-E-estoy bien -dijo, aunque todo en su voz denotaba lo mucho que le dolía cada fibra de su ser.

-Y-yo... oh dios... -murmuro el chico viéndolo mientras iba palideciendo, el menor se extrañó de esto pues no sabía por qué se veía tan asustado.

-Estoy bien, de verdad -menciono el menor levantándose y se tallo la frente notando lo que tenía tan asustado al chico frente a él.

El azabache parecía a punto de desmayarse cuando vio la sangre que quedó en los dedos del menor, pues se había hecho una herida en la cabeza, cuando se sobresaltó por el repentino grito del menor.

-¡Demonios! ¡es tarde!-se sacudió rápidamente el polvo que aún quedaba en su ropa y busco casi cojeando su patineta- tarde, tarde llego muy, muy tarde.

El azabache se quedó como paralizado, pero vio al menor tomar su patineta entre sus manos a punto de irse, cuando lo detuvo tocándolo del hombro.

-¡No te puedes ir así idiota! ¡tienes que ir a emergencias! ¡estas herido!

El chico de ojos heterocromáticos lo miro.

-Sólo es un rasguño -dijo como si fuera algo obvio- lo siento y un placer conocerte.

Lo dijo rápidamente sonriendo aun con el gran rasguño en su cabeza, el azabache se quedó sin palabras cuando lo vio alejarse, estaba en shock, hubiera creído que se había matado de no haber sido que se había levantado como si nada, sentía que era su culpa, había sucedido demasiado en el lapso de unos minutos, había notado que se había desconcentrado al momento de verlo, vio hacia la calle que debía ir... su hermana lo debía de estar esperando, apretó los dientes y llamo por teléfono mientras se esforzaba por correr.

"¿Nii-san?" contesto la voz extrañada de Gin.

-Adelántate, se me presento algo -dijo y ante el sonido afirmativo de su hermana colgó el teléfono busco al menor que se había ido corriendo sin ningún éxito, se desesperó, sin embargo, no lo pudo encontrar, ni si quiera le había preguntado su nombre o algo, no le había dado tiempo de nada, y un sentimiento de pesadez se instaló en su pecho.

Amor sobre ruedas SSKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora