Capítulo 13: Mi crush

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—Dios mío, te estuve esperando casi media hora, ¿dónde andabas?

Los gritos de mi tía me hacían regresar a la realidad, dudando de lo que había sucedió hace unos minutos atrás.

—Lo siento, es que, perdí la noción del tiempo.

Gina me hace pasar con una mirada juzgadora, le molestaba que trajera una apariencia distinta a la que está acostumbrada a ver.

—¿Y tus zapatos?

—¿Qué?

—Ay, no puede ser, Hanna, ¿en qué planeta vives? En serio puedes estar tan distraída cómo para no darte cuenta que no tienes los zapatos puestos —fija sus ojos de inmediato en mis manos —ni si quiera los traes.

Los había olvidado en la azotea, tenía tantas cosas en la cabeza, ni siquiera me percate que camine descalza hasta la residencia sin ellos.

Cierro con fuerza los ojos regañándome por este descuido. El presentimiento de una larga charla sería la consecuencia, así que, estaba lista a sólo escuchar y permanecer callada, no obstante, no contaba que la plática sería distinta a las que suele darme mi madre; Gina me invita a sentarme; toma una gran bocanada de aire y me pregunta qué sucedió.

—No es nada, es sólo que... me quede trabajando en la azotea, creí que tendría más inspiración si me ponía cómoda.

—¿Azotea? —cuestiona confusa.

—Sí, la azotea del edificio principal; la vista es hermosa. —exclamo con devoción.

—No creo que lo suficiente para que fueras tan desconcertada y olvidaras tus zapatos.

Tenía toda la razón, pero aún no me sentía con el derecho o la confianza suficiente de contarle sobre Jungkook, temo por la reacción que dará, por las palabras que usara y por las acciones que realizaría; pensaba algo como; decirles a mis padres y que me regresaran a México sin dudar y volvería a la misma rutina de siempre. Eso sólo alimentaría el ego de Margara y yo me niego a que eso pase. Extraño mucho mi vida allá, pero me gusta la nueva versión que estoy construyendo acá y las nuevas experiencias que estoy adquiriendo. Estoy ávida de aprender y seguir conociendo.

Agache la mirada cual perro regañado, Gina mostro de inmediato sus intenciones, no pretendía un castigo o un sermón, sino una plática confidencial con algún consejo de por medio.

—Lo siento —confieso.

—No quiero que lo sientas —dice —Quiero que puedas contar conmigo. Hannie... —suspira —no pretendo agobiarte con preguntas o regaños, sino apoyarte, tú no sabes lo preocupada que me tenías, aunque solo hayan sido treinta minutos, solo imagínate las mil escenas que pasaron por mi cabeza al verte tan desorientada y así —señala mis pies. —¿está todo en orden?

—Lo está, tía —esperaba que mi sonrisa la tranquilizara.

Tal vez no me atrevo a abrirme y confesarle todos mis pesares, confío en que algún día de estos pueda expresarme sin sentirme juzgada u oprimida.

Por otro lado, la cena fue la excusa perfecta para mantener mi mente ocupada, en el momento en que Gina se marchó, aquel recuerdo volvió a invadirme. Sentía nostalgia, preocupación, varios sentimientos encontrados. Sin duda Jungkook despertaba algo en mí, pero no estaba segura si quería que él siguiera haciéndolo.

Parece una ironía que hace apenas unos días e incluso horas reprochaba por su atención, y ahora me siento en un laberinto sin escapatoria, en ese momento de angustia por no saber que camino tomar; de desesperación por no encontrar una respuesta clara.

Detrás de esas manchas; Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora