Montaña #4

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Espero que les guste~

Pigsy y Tang se fueron al departamento del demonio, dejando al agotado niño dormir en la cama y sentándose en la mesa d ella sala, tomando algo de café y esperando a que los monos llegarán. Esperan y esperan, sintiendo al de tensión a medida que pasa el tiempo, y justo cuando uno de ellos está a punto de hacer el amague de llamar, una sombra apareció en el suelo, tres figuras muy conocidas emergiendo rápidamente.

-¡¿Qué rayos...?!- el demonio cerdo hizo una mueca, ignorando el grito de miedo que soltó el humano con anteojos a su lado. El dios y el mono de las sombras, luciendo golpeados y cansados pero muy satisfechos, con partes de su ropa rota y sangre manchando gema parte de sus pelajes.

-No es nuestra- Wukong fue rápido en aclarar, haciendo una mueca. -¿Tienes un cepillo de dientes? Tengo un sabor horrible en la boca- Tang se estremece sin poder evitarlo, sintiendo que eso tiene otro contexto además de un "mal sabor de boca".

-En el baño, en el cajón bajo el lavamanos- Pigsy señaló hacia el pasillo, el dios tarareando y yendo por allí, ignorando las manchas rojizas que deja tras sus pasos. -¿Tienes una idea de cuánto va a costar sacar la sangre de mi piso?- bufo, al parecer no muy afectado por sus apariencias como Tang.

-Tengo algunos productos para eso, te los daré más tarde- hablo Macaque, aunque no se veía arrepentido. -¿Donde está MK?- preguntó, serio, agradecido de que su hijo no estuviera allí para verlo en su estado actual. Verlo cubierto de sangre sería traumatizante para su pequeño.

-D-Durmiendo...en el cuarto de Pigsy- habló el humano, obligándose a recomponerse un poco, tenso aun.

-Bien- suspiro, pasando una de sus manos por su cabeza, sin notar que se mancho el pelaje un poco más.

-¿Dónde está Nezha?- preguntó el cerdo. El niño había divagando con mucha velocidad, lleno de adrenalina y miedo por el momento, pero lo poco que pudo entender fueron los nombres del dios y el príncipe en medio toda la historia.

-Se llevó lo que quedó de Erlang Shen- habló Wukong volviendo del pasillo en esos momentos, aunque ya no tenía la parte de arriba de su uniforme. -Usaré tu ducha- era un anuncio mas que una pregunta, dándose media vuelta para volver por donde vino.

-¡Más te vale que limpies, mono asqueroso!- gruñó el chef, marchando a paso firme para buscar toallas para el par de monos allí presentes, volviendo al poco tiempo y haciendo más café, colocando algunas sábanas viejas sobre una silla, haciendo un gesto. Macaque bufo pero avanzó, sentándose en la silla, aceptando la taza de café que le extendían.

-¿Qué...fue lo que pasó exactamente?- preguntó Tang después de unos segundos de silencio, jugando ligeramente con sus dedos en un gesto nervioso.

-...uno de los celestiales se entero de que la llave estaba escondida en la mente de MK, así que vino por ella...- le dio un largo sorbo a su bebida, tarareando. -...pero no supo cómo sacarla, así que lo dejó caer desde lo alto de un edifico-

-Maldición...- hicieron una mueca ante eso, sintiendo un ligero escalofríos.

-¿Todo este desastre por una llave?- Tang frunció el ceño, curioso.

-Es la llave que todo lo abre, un artefacto antiguo y mágico, por no mencionar peligros en las manos equivocadas- respondió el de pelaje oscuro. -En algún momento de la historia y desapareció pero estoy seguro de que nunca dejaron de buscar esa cosa- y eso era preocupante.

-¿El bastardo esta vivo todavía?- gruñó el chef con el ceño fruncido. Él no tenía ningún tipo de poderes y realmente no le molestaba pero en momentos como este, le gustaría tenerlos para poder defender al chico.

-Es difícil matar a un ser inmortal...- una lenta y sádica sonrisa se dibujo en su rostro, un brillo peligroso apareciendo en sus ojos. -...pero eso significa que pudimos torturarlo- rebusco en su bolsillo. -Te traje un recuerdo~- dejó algo sobre la mesa, Tang desviando la vista rápidamente y con náuseas, mientras Pigsy enarco una ceja.

-Eres un maldito sádico- bufo ante el ojo y el par de dedos que ahora estaba sobre su mesa. -Saca esa asquerosidad de mi vista- hizo un gesto, el mono tocando la mesa un par de veces y haciendo desaparecer aquellas cosas con una sombra. Pigsy estaba a punto de preguntar por la llave, cuando alguien se le adelantó.

-Me siento limpio~- sonrió Wukong con satisfacción, caminando hacia ellos con paso tranquilo y con la toalla en la cabeza, secándose ¿El problema principal? Es que estaba desnudo.

-¡Eres un asco!- gruñó el cerdo con el ceño fruncido.

-¡Ponte ropa!- chillo el de anteojos, cubriendo sus ojos con sus manos.

-Wukong...- el mono de pelaje oscuro dejó escapar un largo suspiro. La desnudez no había sido realmente un problema en una muy antigua época, además de que eran monos y aunque él se había acostumbrado a usar ropa, recordaba que el dios se había quejado unas cuantas veces, supuso que eso era algo que no había cambiado.

-¿Qué?- el dios sonrió, divertido, sólo recibiendo más reclamos y gritos de parte del chef.

-No voy a lidiar contigo ahora- Macaque suspiro, era un milagro que su hijo no se hubiera despertado con todo el ruido. -Me voy a dar una ducha- se levanto y se alejo, yendo directamente al baño, alejándose de la pelea que podía escuchar aún cuando cerró la puerta.

Papa MacaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora