26-CONDENA

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—Lo vendí—.

Lucero estaba genuinamente afectada por esto.

—Tuve que hacerlo Eli, lo necesitaba—.

—¿Quién lo compró?—.

—Darío—.

En pocas palabras Lucero había asistido a la exposición, al ver el cuadro gastó una gran cantidad de dinero para obtenerlo, después de todo había otro gran postor y ese era Darío, finalmente lo obtuvo después de una ardua lucha. Luego de obtener el cuadro, todo se vino abajo. La "interminable" herencia, empezó a terminarse.

Antes de obtener el cuadro, un supuesto hermanastro alegaba tener derecho a todos los bienes que había dejado su padre, era un hombre mayor que ellas y alegaba que la fortuna amasada fue fruto del esfuerzo conjunto con su madre, para desgracia de Lucero tenía pruebas suficientes para demostrarlo, pruebas que aparecieron después de la adquisición del cuadro de Elisa.

La herencia de Lucero se había obtenido gracias a las famosas obras teatrales de su padre, producciones tan increíbles que no eran comparables con nada visto en la tierra, pero su padre nunca le dio crédito al genio detrás de la cortina, la madre de ese hombre, que por sangre era su hermano, ella mantenía los manuscritos de su puño y letra, copias en digital de estructuras de sus ideas, todas con fechas y registro de quién lo creó, todo estaba bajo su nombre, al final su padre solo había sido un excelente vendedor de lo que no le pertenecía.

La misteriosa mujer había permanecido en silencio debido a que se les había asignado una cuantiosa suma que sin falta les era consignada cada mes, pero la mujer murió y así el hijo que guardaba resentimiento ante un padre ausente y estafador se armó de valor y saco la verdad a la luz, la herencia estaba en juego y las dos hijas que disfrutaban de ella no eran un impedimento para este hombre en busca de venganza.

—Todos nuestros bienes están embargados, a excepción de esta casa, a fin de cuentas es la única propiedad que estaba a nombre de mi madre, el cuadro me pertenecía porque lo compre con lo que había ahorrado de mis ganancias como fotógrafa, pero tuve que venderlo para lograr mantenernos a mí y a Maribel, pero no sabía que debía tener cuidado con mis gastos, además la mansión es muy exigente, es necesario tener una cuenta amplia para mantenerla, cuando me di cuenta, ya no quedaba nada, no sé qué hacer, debo encargarme de Maribel, no puedo permitir que vaya a una escuela pública, y no puedo costear su escuela, lo único que me queda por hacer es vender esta casa—.

Lucero miró a su alrededor recordando todos los buenos momentos pasados en este espacio, era lo único que le quedaba de sus padres. Bajo su mirada y limpio sus lágrimas con la manga de la desgastada sudadera.

—No importa lo que ese hombre diga, para mí, mi padre siempre fue el mejor de todos y nunca dudaría de su honestidad—.

Elisa estiró su mano y acarició la pequeña cabeza.

—Te creo — Miro a la mujer de las perlas y tomó una decisión.

"Así que esa es tu decisión final".

"Lo es".

—Compraremos la casa—Dijo con autoridad y seguridad en sus palabras. —Lucero, tú y Maribel pueden venir y quedarse con nosotros hasta que se recuperen, ve por ella—.

Los apagados ojos negros de lucero recobraron su brillo.

—¿Estás hablando en serio Eli?, ¿de verdad harías eso por mí?—.

—Sí, ahora apúrate y ve por Maribel, esa niña no está fabricada para la pobreza, al igual que tú, apresúrate—La incitó a ir rápido en la búsqueda de su pequeña hermana con un gesto de su mano despachándola, para luego recibirla con los brazos abiertos apoyándola en la miseria que ella misma le había deseado.

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