𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒

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—Oh señor Sanzu

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—Oh señor Sanzu... Me lo voy a coger hasta que no le den ganas de coger con nadie más...

Su voz ha salido casi orgásmica, como si me pidiera a gritos que le rasgara ese fino vestido color rojo infierno y le abriera las piernas sobre esa maldita mesa de póquer en donde hace un momento me ha derrotado hábilmente con un ingenio que no había visto en toda mi vida.

Por Dios.

Clamo para mis adentros, con los ojos cerrados y mi saliva estancada en mi garganta, aguantando las ganas de cometer una vulgaridad contra su cuerpo en frente de todos, mientras me aferro a su cintura encajando con fervor mis dedos en ella ya que gracias a sus palabras no me es fácil mantener el equilibrio.

Su boca suelta un hilo de aire mientras se arrastra por mi mejilla para alejarse de mí y no quiero, ¡Dios, no quiero que se aparte!, sin embargo, trato de gozar esa ligera cercanía que me da, y en tan solo segundos, pienso en la infinidad de posiciones en las que la pondría a sudar, a gemir, y a mojar mi polla con sus jugos hasta que ambos cayéramos exhaustos por nuestro incontrolable libido.

No digo nada. No puedo hablar debido a que me ha dejado mudo y ardientemente desconcertado. Pero con una medida pasable de entereza una vez ya la siento lejos, abro los ojos para observarla con un sonrojo particular que me deja muy en claro lo caliente que se ha puesto al mismo tiempo que arremete contra su labio inferior.

Es atrevida, y ciertamente no tiene ningún problema con mostrarse desvergonzada en frente de alguien a quien no conoce de nada, cosa que debo admitir que me excita de sobremanera.

¿Quién es?

Me cuestiono mientras observo como recorre mi boca y las cicatrices que enmarcan esta misma como si deseara saciar esa hambre que deja ver tan descaradamente, mas la respuesta no está en mi saber, y aunque busque y rebusque en mi mente, no consigo hallar una respuesta digna de ella.

Me mira. Me observa, y puedo jurar que si lo hago por mucho más tiempo, moriré.

—Será mejor que me vaya, ¿no lo cree? —indica con una voz melodiosa que solo me hace titubear.

¿Qué me sucede?

Veo como me lanza una mirada erótica para después voltear su cuerpo para seguir a Kuroda, sin embargo, mi mano es más rápida que ella de tal modo que hago que su andar se detenga con un agarre en su brazo que no termina de ser violento.

Su porte, su postura, su expresión corporal son impecables.

Se gira y toca con sutileza la mano que sostiene su brazo mientras analiza mis ojos suplicantes, y genuinamente, puedo jurar que ante esos ojos cenizas, he muerto por haberlos mirado en demasía.

—Disculpe —me exculpo al notar como me asedia con la mirada como si me estuviera ordenando mentalmente que la soltara.

No pienso. No razono. ¡Dios! No logro comprender lo que me ocurre, pero frente a esa imperiosa pelinegra no hago más que acatar.

HELL FEELS BETTER WITH YOU | Haruchiyo "Sanzu" Akashi #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora