Capítulo 2 reencuentros II parte

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-¡Cállate Misuki! no te metas en esto, ahora es mi problema....-Misuki dio la espalda y se recostó del árbol temblaba pensando que Zhuang cumpliría cada promesa hecha a esos maleantes y como les dijo así los mataría, trataba de encontrar la manera de persuadirlo para hacerlo desistir después de todo era responsable de la situación. Misuki se sentía en una difícil posición conocía a Zhuang, sabía que la protegía aunque no entendía porque tanto empeño con eso, a veces era exagerado; desde que había reaccionado no le permitía acercarse a los poblados, ni alejarse mucho del área donde Vivían, pero aquellas palabras de esos maleantes le decían que había algo más que Zhuang no le había dicho tal vez por eso la mantenía tan a raya de todo algo estaba pasando y ella no tenía idea porque su amigo en el que confiaba no le había dicho toda la verdad respecto a su especie en esas tierras, él se veía molesto, fue tonto de su parte haberse ido de esa manera, una situación difícil de explicar realmente no entendía cómo había llegado hasta ese lugar impulsada por un éxtasis extraño que le reveló cosas que la hacían despertar de su letargo al sentirse incapaz de superar la muerte y la separación de los que había conocido y dejado atrás, pero ahora de por medio estaba aquel leopardo que había conocido y que le había brindado una segunda oportunidad, cuidaba de ella y la consideraba como nadie lo había hecho en Ryu Yuru se sentía agradecida con él en cierta forma, pero también él debía entender que no era su dueño, recordó a Sayira que siempre se oponía a ser sometida se preguntó en ese momento si permitió que Zhuang la sometiera solo por sentirse una incapaz, aquel viaje que hicieron junto a Kento se vino a su memoria y se sintió asqueada de lo cobarde que llegó a ser y noto que nada había cambiado para ella desde entonces:

-Zhuang por favor no tienes que hacer esto, es mi culpa lo siento no debí alejarme así... por favor solo regresemos, sé que estás molesto conmigo por haberme ido de esa forma, pero puedo explicarlo Zhuang escúchame...- le rogó llorosa

-Siento que tenga que presenciar todo esto- alcanzó a decirle mirándola de reojo, por un solo segundo

A pocos pasos de donde ella estaba Zhuang miraba enardecido a los tres maleantes que la amenazaron, no perdía de vista a ninguno su mente estaba concentrada calculando cada movimiento para llevarlos  justo a donde quería y darles la muerte que les había prometido, los zorros estaban uno de la derecha y el otro a la izquierda con aquellas ínfulas de tener la situación controlada y no solo ellos el más grande el oso pardo estaba frente a Zhuang, riendo de forma perversa como si realmente viera a su oponente insignificante, pero la mirada del leopardo era tenaz, penetrante, amenazadora no mostraba signos de temor parecía inerte como si poco le importara la postura de esos maleantes

-¿Que estas esperando imbécil? ¿Te quedarás allí mirándonos? ¡¡ATACA DE UNA VEZ!! – le reto el oso levantando la voz y apretando sus puños listo para lanzarse sobre él - los tres podemos contigo, te acabaremos y cuando lo hagamos nos encargaremos de la bestia que proteges ya lo veraz disfrutaremos con ella y yo seré el primero en perforarle el trasero a esa belleza, claro si es que ya tu no lo has hecho antes – profirió burlón, aquellas palabras sellaron la ira de Zhuang sus ojos se abrieron y apretando su mandíbula corrió hacia ellos los zorros  se tiraron de lado esquivándolo cayeron bruscamente al suelo atónitos con la velocidad a la que salió disparado Zhuang apenas si reaccionaron, el oso no vio cuando aquel golpe atesto en su estómago y lo dejó frío, con sus ojos brotados cayó de rodillas retorciéndose, Zhuang se dio la vuelta y le susurro al verlo caer

-Solo eres un maldito charlatán que no sabe defenderse, te lo dije y ahora no te quejes maldito mal nacido - el solo estaba detrás y mientras se retorcía con el dolor Zhuang unió los dedos de su mano izquierda, colocándolos rígidos y apuntando justo en medio de la espalda del oso, un segundo después solo se sintió la terrible estocada del leopardo sobre la humanidad del oso, la sangre brotó de un solo golpe al atravesar con sus dedos su carne metiendo prácticamente la mitad de su mano en su espalda, Zhuang sintió tocar sus huesos y el impacto le produjo el rompimiento inmediato de la columna, tal y como le había dicho se la partió en dos, aquel vómito de sangre fue insofacto, sus ojos se blanquearon y cayó al suelo derribado exhalando bocanadas de aire preso de un dolor indescriptible, fue así como sacó su garra inundada de sangre, miró de inmediato a los zorros que no podían creer aquella horripilante acción, su amigo yacía muerto en pozo de sangre con su columna perforada como si se tratase se mantequilla, ellos estaban aterrorizados se arrastraban por el suelo tratando de huir de Zhuang que caminaba hacia ellos dispuesto a continuar lo que había iniciado

Cena para dos la caída de un imperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora