CAPITULO 12

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Alva caminaba en dirección a la escuela, era una agradable mañana de jueves y ella se dirigía con buen humor a impartir sus clases. Desde que se había reabierto la escuela su humor casi siempre estaba bien, ya habían quedado atrás esos días en los que vendía pescado y siempre estaba amargada, afortunadamente esos malos días habían terminado.

Sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que le había contado Jesper, hacía dos días que ya no lo veía y eso le preocupaba no por Jesper sino por Klaus.

" Ese tonto es capaz de decir algo que termine lastimando a Klaus" pensó.

No debería estar pensando en esto, no le incumbe y tiene mejores cosas en las que pensar, sin embargo no puede evitar querer saber lo que Jesper le dijo a Klaus.

¿Le habrá dicho la verdad o le habrá mentido nuevamente?

Caminando y pensando no se dió cuenta de que un hombre caminaba en la misma dirección, Alva chocó con él y perdió un poco el equilibrio, no se cayó.

– Lo siento – dijo.

– Fíjese por dónde camina señorita – habló el hombre.

Ahí fue cuando se dió cuenta de quién se trataba, era ese barquero que le dio las pastillas a Jesper, aquel que tenía parte de la culpa.

–¡Oye espera!– dijo tomando el brazo del barquero.

–¿Qué le pasa?– preguntó confundido.

–¡Tú le diste las pastillas azules a Jesper!– reclamó enojada.

–¿A quién? Ah, al cartero – dijo.

– ¡Exactamente!–

– Jaja sí, ese muchacho quería que el leñador lo empotrara y yo le dí la solución a sus problemas – Dijo orgulloso.

Alva lo miró molesta, ¿Era símbolo de orgullo haber provocado el calvario de Jesper?.

– ¿Por qué se las diste?– interrogó.

–¿Qué no oíste? Te dije que el quería más acción – respondió el barquero.

– ¡¿Tienes idea de lo que provocaste?!– exclamó la mujer.

– Jaja ya me imagino – dijo Burlón.

Alva abrió la boca, era increíble la cantidad de cinismo que había en ese hombre, no iba a perder más el tiempo hablando con él, no valía la pena.

– Suficiente – dijo comenzando a caminar.

– Oh vamos, la culpa es de él por hacerme caso – dijo el barquero sonriendo con burla.

– No debías darle las pastillas – dijo ella mirándolo con odio.

– Las compré pensando que eran dulces y ya luego me di cuenta de lo que eran, las usé un par de veces cuando iba a mis viajes en barco conociendo damiselas, solo me quedaba seis y se las di al enano –

–No me interesa, no debías dárselas y menos sin decirle lo que eran–

– Él sabía en qué se estaba metiendo –

Alva ya no iba a hablar más, se retiró y siguió con su camino a la escuela.






















Capitulo super corto jejeje literal ahorita estoy en la universidad escribiendo esto porque ya se merecen otro capítulo aunque sea cortito.



Esperen la siguiente actualización ésta historia continua.

Pastilla Azul (Klausper)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora