el desierto

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Grande maestro probaron
las aguas seca del desierto.
Algunos lo llamarán destino,
otros locura y ceguera.

¿Quién sino el sabio busca la bestia,
la naturaleza arraigada de las fauces,
el instinto conspirativo de vida,
los demonios subyacentes al hombre?

¿Quién sino el loco, el valiente
camina firme por el yermo aciago,
por el páramo inerte, la cuna del ego,
el sendero fulminante y el flagelo?

Grandes trazadores de caminos:
El nazareno, el iluminado, el elegido,
el bienaventurado, el solitario, el caído, el levantado, el odiado, el amado.
¿No son acaso avatares predispuestos
por la esencia sublime en cada uno?
¿No son acaso representantes innatos del alma,
el alma humana sedienta de agua?

El desierto, temple del hombre,
busca exactamente tu momento,
busca exactamente tu sequía,
busca exactamente, por consecuencia, tu primavera.

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