don't touch me « kookmin au »

22

Había sido un día bastante agotador en la universidad. Lo único que Jimin deseaba era llegar a casa y dormir lo que restaba de la tarde en su muy apreciada cama.

Si cerraba los ojos incluso podía sentir las suaves mantas a su alrededor  y el cómodo colchón bajo su cuerpo.

Sabía que su papá se encontraba en el trabajo así que tenía barra libre para descansar. Pero no esperaba que sus planes se fueran al tacho de basura cuando abrió la puerta de su casa y escuchó ruidos provinientes de la sala.

— ¿Pa, estás en casa? — cuestionó mientras se acercaba al lugar, grande fue su sorpresa al ver un picnic organizado en medio de la sala. Había de todo; comida, cojines, una manta e incluso velas aromáticas. — ¿Koo?

— Hola amor. — el castaño apareció en su campo de visión con una enorme sonrisa en su rostro, dejando ver sus lindos dientes de conejito y las tiernas arruiguitas alrededor de sus ojos. — ¿Qué tal tu día?

— Tengo un regalo para ti. — comentó Jeon rato después de haber comido la segunda ronda que se encargó de pedir por teléfono.

Ahora se encontraban recostados en el sofá. Tenía a Jimin entre sus piernas con la espalda pegada a su pecho, trazaba dibujos sin sentido en este mientras una película se reproducía en la televisión.

— ¿De qué se trata koo?

Dios. Si le dieran dinero por cada latido acelerado de su corazón al escuchar aquel tierno apodo por parte de su novio, probablemente a este punto sería algo así como millonario.

Dejó un beso en los labios gorditos de su novio y se estiró para alcanzar la mochila bajo el sofá.

— No es lo mejor, pero lo hice yo mismo tras ver unos quince tutoriales de Youtube. Espero te guste.

Jimin se había encargado de besar cada centímetro de su rostro tras regalarle aquella bella flor tejida, entre risitas y sonrojos los minutos pasaban y la pareja seguía sumergida en su burbuja de felicidad.

— Quiero mostrarte algo Jungkookssi. — de pronto Jimin se puso de pie y corrió hasta su habitación, dejando confundido al más alto.

Segundos después volvió con una guitarra en mano y sentándose en el piso frente al sofá le dedicó su sonrisa más hermosa y brillante a su novio.

— ¿Me darás una serenata?

— Es lo menos que te mereces por hacerme tan feliz. — acercándose una vez más al alto, dejó un pequeño beso bajo sus labios, justo en aquel lindo lunar que tanto adora. — la canción se llama with you. La he estado practicando hace unas semanas. Sabes que no canto tan bien per....

— Tú voz es maravillosa Príncipe. No hay nada en el mundo que ame escuchar más que tú dulce voz.