RAN HAITANI | Imitadora

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Imitadora – Romeo Santos 


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Una gran masa de gente, en un gran salón, elegante hasta las cortinas, largos y elegantes manteles adornaba las mesas del recinto que estaba meticulosamente ordenado, finos bocadillos listos para la velada, al igual que varias botellas de vino y champan para festejar la ocasión. Un hermoso candelabro iluminaba el lugar, estaba ubicado en el centro del establecimiento, teniendo debajo una vasta pista de baile.

Ahí te encontrabas tú, un porte inquebrantable, no hacías dudar lo bella y resplandeciente que lucias. Un bello vestido largo vestido de seda color esmeralda adornaba tu curvilíneo cuerpo, este se apegaba tu sensual cintura resaltando tus caderas.

Por la parte de enfrente lucían elegantemente tus senos en un fino escote, nada vulgar, solo la belleza femenina en su máxima expresión, en la parte trasera el escote era más atrevido la cantidad de piel que podías enseñar, tu espalda pequeña que era decorada con unos pequeños lunares lucia espectacular.

Además de una sensual abertura en las piernas que apenas dejaba algo a la imaginación, tus piernas era uno de tus mejores atributos, las tenías que lucir de la mejor forma.

El maquillaje en tonos café suave, hacia contraste con el brillante color del vestido, tu cabello azabache en unas hondas perfectamente hechas, junto con unos largos pendientes brillantes de plata y diamantes decoraban tus oídos, al mismo tiempo estos hacían juego con el collar que yacía en tu cuello y pecho.

Por último, lo que decoraba tus piernas y pies, eran unos tacones negros. Una vestimenta perfectamente planeada para lucir inanalizable.

La razón por la que lucias de esta manera era muy importante para ti, el cumpleaños 57 de tu padre, tu razón de ser y vivir, por quien vives para enorgullecerlo de la gran mujer en la que te has convertido gracias a su apoyo y cariño incondicional.

Esta vez decidió celebrar su día especial en grande, invitando a familiares y socios de su gran empresa. Mas no sabías a quienes con exactitud invito, tu solo lo ayudabas, ahora, estando a su lado mientras saludaba a sus invitados.

Y entre esos invitados estaba una cabellera lila con mechones negros, un traje elegante, hecho a medida, una persona de gran altura.

Ran llego junto con Rindo y Kakucho al prestigioso evento, sin embargo, el primero nombrado no venía de ánimos, al menos no para algo tan correcto y fino.

-¿Por qué tenemos que venir?, ¿No podía venir Koko como siempre?- se quejó el Haitani mayor por enésima vez en la noche.

-Ran deja de estarte quejando, es tu maldito trabajo, compórtate como tal- replico el hombre de la cicatriz en el rostro. –Vamos a saludar, recuerden que estamos aquí por negocios, solo eso-

-Sí, si- contesto Ran fastidiado de estar ahí, sin embargo, tuvo que cambiar de cara para saludar a un sin fin de personas.

La noche pasa lenta para ese trio de hombres, entre pláticas amenas con distintas personas, ganándose más de una mirada coqueta por las mujeres que al igual estaban en el evento, más ninguno presto atención a ello.

-Vamos a saludar al señor Takada, ahí está- menciono Rindo que no había hablado mucho en toda la noche, era normal en él, aun así, él también se le hacía tedioso estar ahí esa noche, pero él no lo expresaba.

-Vamos- menciono Ran mirando a todas las personas con una mirada aburrida, hasta que se detuvo en una persona.

Una espalda descubierta, que lo tentada a ver que había más allá del borde de la tela, un cuerpo de reloj de arena hacia que algo en sus pantalones pudiera despertar. Se quedó viendo mientras caminaba para así poder ver la dueña de esas peligrosas curvas, pero no paso, de un momento a otro la perdió de vista.

NITOFILIA | One Shots Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora