KEISUKE BAJI | SNAP

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SNAP – Rosa Linn


Un cementerio, donde los recuerdos de la vida de una persona dan a parar una vez que muere, generalmente te daba igual visitarlos o no, pero ahora todo era diferente, ese lugar tomo otra perspectiva y significado en tu vida.

Tu figura sentada en el frio cemento del cementerio yacía frente a una lápida, Baji Keisuke, es el nombre que estaba escrito en esa lapida como recuerdo de lo que fue, mas no haciéndole justicia a su salvaje personalidad que tuvo en vida.

Estabas sentada frente a ella, sin vida en tus ojos, estabas en un estado deplorable, tu peso había disminuido de gran manera, estabas tan delgada que tus conocidos creían que un viento fuerte te podría hacer daño, dos bolsas negras debajo de tus ojos dejaban evidencia de todas la noches que haz pasado sin dormir, además de tus ojos y parpados rojos e hinchados de los incesables llantos que tenías diariamente.

Tu vestimenta negra denotada el luto en que estabas, unos jeans negros al igual que tus tenis, llevabas una sudadera negra grande, no era de tu talla, era la suya, aún conservaba su aroma, sentías como al usarla era como si te estuviera dando un abrazo, uno que necesitabas en ese instante.

Ya había transcurrido un mes desde que Baji murió, un mes sin ver ese pelinegro que te encantaba, no habías tenido el valor de ir a "verlo", hasta hoy, decidiste que era tiempo, tenías muchas cosas que querías contarle.

Conocías a ese problemático pelinegro de colmillos pronunciados desde que tienes memoria, siempre lo quisiste, siempre fue parte de ti, sin embargo lo que una vez fue amor fraternal se convirtió a uno romántico. En tu interior siempre lo supiste, que era él y solo el, sabias que él te gustaba y tú a él, todos se daban cuenta con solo mirarlos, menos ustedes.

Nunca se lo declararon, no oficialmente, no hasta al final.

Sin embargo, se trataban con tanto amor y delicadeza, te trataba con demasiado cuida, el que nunca le demostró a nadie, nunca lo hicieron oficial pero ambos sabían lo que sentían y con eso les bastaba.

Sus mamás eran amigas, de ahí se conocían, crecieron juntos, fueron compañeros desde la cuna, para después disfrutar su niñez y posterior parte de su adolescencia. Fue tu otra mitad, tu compañero de vida, tu todo y ahora no estaba.



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Recuerdo

Un día antes de que muriera fue a tu casa como de costumbre, vivían en el mismo bloque de apartamentos, solo que tu un piso arriba que el suyo, haciendo que sus visitas siempre fueran a las horas menos inesperadas.

Era un 30 de Octubre a las 4 de la madrugada, te encontrabas dando vueltas en tu cama sin poder dormir, tenías un mal presentimiento haciendo que el insomnio se presenciara en tu cuerpo. Llevabas años liando con este, nada ayudaba, solo Keisuke.

Escuchaste un ruido en tu ventana, volteaste a esta un poco asustada, pero este se esfumo al ver cómo era el pelinegro tratando de abrir la ventana, te levantaste y le ayudaste en su cometido.

Abriste la ventana y paso rápido a tu habitación.

-¿Qué haces despierta Sayumi?- pregunto frotando sus manos para entrar en calor.

NITOFILIA | One Shots Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora