Capítulo 5

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¿Qué quieren que les diga? No me quedó otra opción que decirle que sí al idiota de Ramiro. ¡Mi orgullo y dignidad están en juego!

Ahora, el que vaya a ir a ese partido —dios que ni siquiera me gusta el soccer—, no significa que, en los días próximos anteriores al sábado, no intente tomar su celular y borrar ese vídeo.

No puedo quedarme de brazos cruzados en tanto él me amenaza y planea hacer lo que quiera conmigo. Seré un poco cobarde, le tendré miedo a la oscuridad y puede que me enamore demasiado rápido, pero no soy bruta ni sumisa. O eso intento no ser.

— ¿Qué harás esta noche? Estaba pensando en que podríamos hacer una pijamada de amigas tú y yo, como en los viejos tiempos, ¿qué crees?

Inquiere Amali, dando brinquitos a mi lado. Extrañamente, hoy ni una bolita de papel ha llegado a mí. ¿Por qué digo extraño? Es segundo día de clases, de seguro esa fue la bienvenida que me tocó en la ruleta de peores bienvenidas a los de último año.

— ¿Vas a contestar o solo te quedarás ahí con la boca abierta como pez en nevera?

La veo de brazos cruzados, soy más alta que ella. A veces, me siento demasiado pequeña, sin importar mi tamaño.

— Perdón, ¿esta noche? No puedo. Justo estaba recordando que mi madre quiere hablar conmigo de algo.

Aprieto mis labios, viendo como su alegría se deteriora con cada una de mis palabras. En realidad, es mañana, pero hoy no tengo ganas de salir, ni siquiera a diez calles de mi casa.

— Entiendo... —juega con sus dedos, cabizbaja, para luego mirarme, nuevamente emocionada— ¿y mañana?

— Emm... mañana tengo que acompañarla a una cena de negocios, lo siento. Pero...

Baja sus hombros y me pone mala cara. No entiendo porque me siento mintiendo si sólo he dicho dos hechos que ocurrirán de verdad, pero no en ese orden. Tampoco comprendo por qué formo tanto enredo, hubiera sido mejor decirlo como es.

— ¿Pero qué?

— ¿No te parece mejor hacerlo el viernes? Así tenemos más de qué hablar e incluso podríamos invitar a varias chicas y no sería noche de escuela —apoyo mis manos en mi cintura, hablándole con obviedad. Que no pille, por favor— ¿Necesito recordarte los horarios de mí madre?

— Ahora que lo pienso, sí.. —desvía la mirada, chasqueando su lengua— sería buena idea, más porque habrá más de que reportar.

La dejo seguir planeando la noche y la comida que llevará. Cruzamos la avenida y nos detenemos en una cafetería. Al entrar, las campanas resuenan en todo el lugar y atraen la vista de varios.

"¿Estás segura de que son las campanas?"

Tú cállate. Aunque... debo admitir que se siente bien ser guapa.

— Okay, Trix, no mires, pero a las doce hay un dios griego sentado en una mesa y ¡nos está mirando!

— Ay, cálmate —giro mi cabeza hacia él, sin pensar, y me encontré con sus hermosos iris verdes—. Vaya, si está guapo.

Afirmo antes de caminar hacia la barra y pedir dos limonadas.

— Qué bien disimulas —exclama sarcástica.

— Si sabes que no está entre mis capacidades, ¿para qué me lo dices? —me apoyo en la barra.

— Porque eres la única que conozco por aquí.

Se sienta en una silla. Dejando su bolsita en sus piernas. ¿Lo he mencionado? Amali solo la lleva para su celular, todos sus libros se quedan en su casillero. No estudia, pero se las arregla para aprobar cada examen de una manera impresionante.

Obsesión escrita en sangre [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora