Prólogo

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El ambiente se volvía ardiente y la temperatura ascendía de manera drástica. Los vidrios del auto se empañaban, un síntoma predecible de la pasión desbordante que inundaba el espacio.

Los jadeos de excitación resonaban, y la tensión que había permeado el ambiente unas horas antes alcanzaba su apoteosis. Fue con el contacto de miradas apasionadas y cruzadas que Park Jimin y Jeon Jungkook iniciaron. Sus cuerpos respondían a cada mirada, la atracción se materializaba en gestos que desafiaban la distancia.

Jimin se encontraba en el amplio auto de Jungkook, sentado en su regazo, creando una fricción sensacional entre sus cuerpos. Sujetaba con una mano el hombro del castaño, mientras la otra reposaba posesivamente en su mejilla. Sus gemidos, bajos pero roncos y coquetos, resonaban en perfecta armonía con los movimientos sensuales.

Jungkook se veía encantado, su entrepierna respondía al juego, y cada detalle en el rubio era una obra de arte. Con ojos azules cautivadores, mejillas regordetas que destilaban ternura e inocencia, y unos labios gruesos que incitaban a ser mordidos, Jimin era un ángel capaz de corromper los deseos más oscuros.

-Si no paras, me vendré en mi ropa interior -murmuró Jungkook, su voz ahogada por los movimientos pélvicos-. No quiero venirme en mi ropa, necesito correrme dentro de tu lindo trasero -Inclinó la cabeza hacia atrás con una sonrisa ladina.

Jungkook no quería sonar cretino, pero desde que se dirigían al auto, no pudo evitar echar una mirada rápida al trasero de Jimin. El cuerpo del rubio le enviaba una corriente fría, desde la espina dorsal hasta la cabeza de su miembro. Era inevitable no fantasear de manera pecaminosa con aquel chico.

-Tienes que inclinar el asiento para que tengamos más espacio -comentó Jimin entre jadeos, continuando la fricción con pequeños saltos precisos en el pene de Jungkook.

Jungkook se apresuró a cumplir con la orden, sin querer hacer esperar a Jimin. La llama de la pasión ardía en su interior, y el alcohol en su sistema no hacía más que avivarla. Esto era un pecado deliciosamente rico.

-Jungkook -susurró Jimin mientras continuaba su trabajo.

Besó lentamente el cuello de Jungkook, sus manos traviesas buscaban los botones de su camisa, revelando un torso bien formado. No había prisa, tenían toda la noche, con la luna como testigo. Recordando eso, los movimientos de cadera se volvieron lentos y ondulatorios.

-Lindo lunar -murmuró el rubio con picardía mientras besaba un lunar en las costillas de Jungkook-. Me gusta cómo te ves retorciéndote de placer -comentó mientras desabrochaba el cinturón de cuero, dando una estocada que generó gruñidos por el contacto de sus miembros-. Nos divertiremos mucho -rió de manera descarada.

Jimin mordía suavemente el cuello, explorando con su mano el torso de Jungkook con lascivia.

-Te montaré, quiero tener el control de esta primera ronda -susurró mordiendo el lóbulo de Jungkook.

El contrario no podía contener el placer, su miembro ansiaba atención, la impaciencia se apoderaba.

-Jeon -susurró Jimin con sensualidad, riendo suavemente al ver cómo Jungkook se retorcía de placer.

Esta historia prometía ser interesante en todos los sentidos, explorando diversas posiciones y formas de placer. Mientras Jimin pensaba en el atractivo de Jungkook, este ya tenía planes para el futuro. La atracción podía ser el fruto de un amor apasionado o tal vez de una obsesión enfermiza.

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