Capítulo 8

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  No podía creer que mis amigos me hubiesen hecho una fiesta de despedida. Sin duda eran los mejores lejos y a pesar de que la idea de que yo me fuese les dolía tanto como a mí, no fue un obstáculo para que me prepararan esta hermosa fiesta. Estaban todos mis amigos, compañeros de curso y hasta la vecina de Lucy, Romina, una nena dulce y tierna que habíamos cuidado cientos de veces y nos llevábamos muy bien. Siempre aprendíamos algo nuevo con ella; sin duda, una muy buena persona. Cuando me vio corrió hacia mí y saltó para que la atrapara en el aire como hacíamos siempre.

-No puedo creer que te vayas.-dijo la pequeña rubia de ojos azules como el mar.

-Créeme que yo tampoco.-le contesté.

-¿Quién va a cuidarme cuando vos no estés? ¿A quién voy a peinar y pintar? ¿O con quién voy a jugar a las muñecas?-dijo con tono triste. Una lágrima se escapaba de esos ojos profundos. Estaba triste, y la razón de su tristeza era yo.

-Peque no te pongas mal.-Traté de animarla.-Además Lucy se va a quedar aquí y va a cuidar de vos como siempre.

-Es que no va a ser lo mismo. Tu  silla del té va a estar vacía y ya no voy a tener a quien contarle mis aventuras en el país de las maravillas.-dijo mientras me abrazaba el cuello y jugaba con mi pelo.

  Un nudo en mi garganta se formó y no pude hacer más que abrazarla. Sin duda alguna iba a extrañarla y mucho.

-Chicas vengan. Ya están todos los invitados.-gritó Alex sin expresión alguna. No quería verlo mal pero no podía hacer nada al respecto... ¿O sí?

-¿Vamos?-preguntó Romi.

  Asentí con la cabeza ya que no era capaz de pronunciar una palabra.

  ——-

  Pasaban las horas y nadie quería irse. Ya eran alrededor de las 9pm y la fiesta seguía. Para mi suerte no me había vuelto a cruzar con Alex en todo el día; no es que no quiera estar con mis amigos mi última noche aquí en mi casa pero no se qué estaría pasando por la cabeza de Alex en estos momentos. Como si lo hubiese invocado, apareció con una caja de tamaño normal entre sus manos.

-Hola – dijo en un tono más cálido que hace unas cuantas horas. – ¿Cómo estás?

-Bien, o al menos eso intento – y una lágrima rodó por mi mejilla abriéndose paso por mi piel.

-Hey no hay por qué llorar...Existen muchas formas para comunicarnos como What's App, Facebook, Twitter, Snapchat, Instagram, Hang Outs... - dijo intentando animarme...pero lo único que consiguió fue que las lágrimas brotaran con más fuerzas que antes y que el nudo en mi garganta siguiera creciendo.

   Cuando se dio cuenta de que no daba resultado, me abrazó fuertemente por la cintura, hundiendo mi cara en su hombro para que pudiera llorar todo lo que quisiera. Luego de un rato de estar así, levanté mi cabeza y él dijo:

-¿Mejor? – Sonreí forzadamente.

- Sí.- dije como pude. Él obviamente no se lo creyó pero hizo como si nada.

-Me alegro mucho porque quiero que abras esto por mí.

    Me dio la caja que tenía hace un rato en las manos. La abrí para encontrarme con otra caja más pequeña y así sucesivamente hasta que encontré una cajita del tamaño de mi mano. La abrí y mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. Era la cadenita más hermosa que jamás me habían dado. Era de oro, con cinco dijes con incrustaciones en ellos. El primer dije era una clave de sol, el segundo dije era una "A" por "Allison", el tercero era una "&", el cuarto una "A" por "Alex" y el quinto era un pequeño piano de cola en 3D. Mi cara era indescriptible en ese momento. No podía pronunciar palabra alguna.

¿Y AHORA QUÉ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora